25

5.1K 398 12
                                    

Después de lo sucedido, me encerré en mi habitación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de lo sucedido, me encerré en mi habitación. Estaba algo frustrada de que el plan no hubiera salido cómo hubiera querido, y de que Rick supiera más cosas de las que creía. También estaba preocupada por Abby, pues la había arriesgado en mi deseo egoísta de obtener información. Claro que sé de lo que Matt es capaz, pero no me importaba… o no quería verlo… Sólo quería salir de casa de Madame y ser más que una dama de compañía.

Con todo eso en mente es que no he podido dormir. Rick sabe de Matt, de lo que es capaz, y aún así decidió contratarme cómo dama de compañía. Me revuelvo en la cama, segura de que Madame es la única que puede responderme todas mis dudas. Necesito hablar con ella, pero con lo que pasó hoy me parece imposible hacerlo.

Al fin me levanto de la cama. Quizá Rick también sepa más de lo que aparenta, y por eso es que ha tenido tantas precauciones conmigo. ¡Es obvio! Nuestro encuentro en el evento, llevando máscaras para que nadie nos reconociera. Su insistencia por llevarme en la subasta, pagando una cantidad ridícula de dinero. ¿Cómo no lo vi antes?

Salgo de mi habitación, decidida a sacarle información a Rick. No me importa la hora que puede ser, ni lo extraño que vaya a ser que vaya a su encuentro, sólo necesito respuestas. Y sé que Rick es quién puede resolver algunas de ellas.

El silencio en el que está sumida la casa me parece inmenso. Cada pequeño ruido que hago al caminar me parece tan escandaloso que espero no despertarlo. Llego a su puerta, acaricio el pomo y lo giro con cuidado. Entrecierro los ojos para tratar de visualizar su silueta en la cama, y camino con pasos largos hasta que estoy lo bastante cerca cómo para escucharlo.

Trago saliva al ver que está semidesnudo, duermiendo plácidamente y me pierdo un momento en su rostro. Su inmensa nariz hace un extraño ruido al momento en que suelta el aire, y debo aguantar la risa para no despertarlo. Me agacho a la orilla de la cama para admirarlo mejor, y veo sus facciones. Se le ve tan relajado y diferente que mi estómago se contrae al imaginarme a su lado, viéndolo dormir, hasta que me doy cuenta de lo extraño y enfermizo que es vigilarlo.

Me regaño por lo tonta que he sido. ¿Qué esperaba? ¿Iba a despertarlo a mitad de la noche y esperar que me diera respuestas? No, eso no iba a funcionar. Definitivamente no lo pensé bien, así que me levantó y me voy de ahi. Estoy a punto de cerrar la puerta cuando lo oigo murmurar mi nombre.

—Janeth —balbucea, medio dormido—. ¿Qué haces ahí parada?

—No podía dormir —miento, cómo niña pequeña.

Veo su silueta moverse entre la oscuridad, hasta que todo se ilumina. Se rasca el ojo derecho, mientras me observa fijamente. Puedo ver mejor su torso, y me sonrojo al recordar la primera y única noche que hemos pasado juntos. Supongo que él también lo hace, porque lo veo buscar la parte de arriba de su pijama. Se sienta en la orilla de la cama y se la pone antes de levantarse y caminar hasta donde estoy.

—¿Estás bien? —pregunta, lleno de preocupación—. ¿Es por Madame que no puedes dormir?

—Realmente quiero hablar con ella —me sincero—. Necesito saber porqué estoy aquí, contigo.

Rick me dedica una sonrisa triste que me acongoja. Sin pensarlo, estiro mi mano para acariciar su mejilla y sentir lo áspero de su piel. Él cierta los ojos ante mi toque, y espera cómo un cachorro a que termine con mi caricia.

—¿Puedo dormir contigo? —suelto.

—No creo…

—Por favor —lo interrumpo—. No quiero estar sola.

Suspira, rendido, y asiente con la cabeza. Muerdo un poco mis uñas al llegar a la cama, y me siento a la orilla, esperándolo. De nuevo, la primer noche que pasamos juntos viene a mi cabeza, pero ahora tengo un deseo irrefrenable de repetir todo lo que sentí en ese momento. Rick parece leer mi mente, porque puedo ver la sonrisa burlona que se le ha formado en la cara.

—Janeth…

Lo detengo con un beso profundo. Siento sus dedos aferrarse a mi cintura, y cómo su boca empieza a seguir mis movimientos. Cada segundo que mi boca pasa unida con la suya, incrementa el deseo que estoy sintiendo por él. No puedo pensar con claridad, solamente estoy al pendiente de sus manos, de cómo se pasean por mi cintura y cadera y la forma en la que se cuelan debajo de mi pijama para acariciar mi piel.

—Janeth… —murmura, agitado—. Esto es…

—Cállate —suplico—. Deja de pensar, sólo… Por favor… Lo necesito… Necesito volver a repetir lo que sentí nuestra primera noche juntos.

Rick se separa un poco de mí. Sus manos sujetan mi rostro, y veo en su mirada la duda, una pelea interna entre lo que quiere y debería hacer.

—Hazlo —digo—. ¿Qué puede pasar?

No responde. Parece ser el momento perfecto para exigirle respuestas, pedirle qué me expliqué lo que sabe y lo tiene en la cabeza, pero lo único que deseo es que vuelva a besarme, acariciarme, y hacerme sentir esa pasión que hace tiempo no experimentaba. Mis manos toman las suyas, las aprieto con fuerza y acerco mi cuerpo al de él. Sus dedos se escapan de mi agarre y se deslizan por mi cintura para abrazarme con fuerza. Siento su respiración en mi oído, la manera en la pasea sus manos por mi espalda, y trato de mantener la calma para que no se de cuenta de lo mucho que me gusta estar así.

— Enamorarme —susurra cómo respuesta a mi pregunta—. Eso es lo que puede pasar, Janeth.

Juguemos a que soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora