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Un fuerte dolor en el costado logra despertarme de mi dulce sueño

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Un fuerte dolor en el costado logra despertarme de mi dulce sueño. Medio abro los ojos, tratando de quitar el dolor en mi costado y siento la rasposa tela del vestido cubriendome. El corsé se ha movido a un lado, clavandose en mis costillas, debido a la serie de movimientos que he hecho mientras dormía.

Sin otra opción, me levanto para quitar el vestido y desnudarme por completo. El reloj marca las dos de la mañana, por lo que camino por cautela por la habitación para encender la luz y buscar ropa cómoda con la que pueda dormir. No me sorprende ver que el closet, y cada cajón de los muebles, tiene ropa de mi talla y de todas formas y colores. Hay vestidos, pantalones, shorts, camisas, blusas, zapatos y lencería que me confirman el tiempo que pasaré con Rick.

Sin ganas de seguir investigando las demás cosas que dispuso en mi habitación, me visto y limpio todo rastro de maquilla, para meterme entre las cobijas y conciliar el sueño, en un intento vano de no recordar las palabras que Rick me ha dicho en el restaurante. Nunca me había pasado que un cliente me quisiera para ser yo misma. Siempre he estando a la merced de ellos, jugando a que les pertenezco, porque es parte de mi trabajo y es mucho más sencillo seguir órdenes, pero ahora él quiere que le muestre la Janeth verdadera, la que sólo me he atrevido a mostrar a Matt cuando hizo que me enamorara de él.

Gruño, frustrada de darle tantas vuelvas a un discurso que pudo ser una mentira, y me acomodo para dormir algunas horas extras antes de comenzar con mi trabajo.

Una infernal alarma se cuela en mis oídos. Estiro la mano, con la única finalidad de apagarla, y saco la cabeza de debajo de las cobijas para ver de donde es que viene el ruido. Cuando confirmo que, en realidad, es una canción ochentera la que invade el ambiente, salgo de la cama para arreglarme un poco. Cepillo mi cabello para hacerme un chongo despeinado, tomo un suéter largo y salgo de la habitación, directo a las escaleras.

Cuando bajo, Rick está hablando con una mujer mayor sobre lo que sucedió anoche. Me detengo en la escalera para escuchar un poco de sus palabras, pero él gira la vista hacia mi dirección. La manera en la que sonríe me hace sentir un vacío en mi estómago, que relaciono con los nervios que comienzan a invadirme cuando observo como camina en mi dirección.

—¿Dormiste bien? —pregunta, sin poder evitar examinarme con la mirada.

—Muy bien —respondo, bajando los escalones que faltan—. Hubiera seguido dormida de no ser por una canción.

—Lo siento —dice apenado—. Dejé mi celular en mi habitación, y seguramente alguien me llamó…

—¡Rick! —lo reprende la mujer, interrumpiendolo—. ¡Debiste silenciarlo!

—No volverá a pasar —le promete—. Ahora, me gustaría explicarte cómo serán las cosas, pero tengo que ir a trabajar...

—¿Vas a dejarme sola…? —pienso en voz alta. Seguro nota el pánico en mi voz, porque baja la mirada, abochornado—. ¿en mi primer día?

—Sí… —balbucea. Rasca su cabeza, cohibido y señala a la mujer que está a su lado—. Ella es Abby, va a explicarte más o menos cómo funcionan las cosas, te hablará mal de mí y se quejará de todo lo que hace por culpa de mi desorden.

—Eso y más —advierte la mujer. Se acerca y me ofrece la mano, a modo de saludo—. Un gusto, Janeth. Tenía muchas ganas de conocerte.

—El gusto es mío —digo, saludándola—. Espero que nos llevemos bien.

—Yo también lo espero —habla Rick, con prisa—. Espero que te sientas cómoda en mi casa.

Lo observo mientras sube las escaleras y siento la mirada de Abby, examinando cada centímetro de mi rostro.

—¿Por qué alguien tan ocupado pediría una dama de compañía? —pregunto al aire.

Abby capta la indirecta, me indica que la siga y caminamos hasta la cocina. Ella empieza a sacar los ingredientes del refrigerador, me acerca un cuchillo y comienzo a ayudarle.

—Un hombre ocupado siempre necesita algo de compañía —habla, sin mirarme—. Y Rick últimamente se sentía muy solo. Me alegra que haya aceptado contratarte. Le hará mucho bien tenerte cerca.

—¿Y cómo es?

—Seguro ayer descubriste parte de su personalidad —indica. Me sonríe, cómo señal de que sabe todo lo que sucedió anoche—. Ya lo irás conociendo mejor con el paso del tiempo.

Me quita el cuchillo que tengo en las manos, y se mueve con gracia a través de la cocina. La forma en la que combina cada alimento, y lo bien que huele, hace que me empiece a dar hambre.

—¿Sabe tan bien cómo huele? —oigo a Rick. Se acerca a donde está Abby, para robarle una cucharada de lo que está preparando. Esta vestido con un traje gris, una corbata azul alrededor del cuello y tiene el cabello cepillado hacia atrás—. No sé que haría sin ti, Abby.

Ella no responde. Se limita a servir un plato, que deja en la barra, mientras Rick trata de hacerse el nudo de la corbata.

—Dile a Janeth que te ayude con eso —le indica—. Seguro que sabe cómo hacerla.

Me acerco a él, que deja caer las manos derrotado. Veo como los dedos le tiemblan al momento en que sujeto las puntas de la corbata para anudarla, y aunque me siento algo torpe mientras hago los movimientos, Rick se queda en silencio, sin regañarme por lo mucho que estoy tardando.

—Lo siento —murmuro, mientras deshago el nudo que ya había hecho.

—Está bien. Aún tengo tiempo.

Me concentro en volver a hacer el nudo, con rapidez para que no se desespere, y cuando acabo lo aprieto lo necesario para que no sienta que se ahoga. Acomodo el cuello de la camisa, su saco y doy un paso hacia atrás, observando lo bien que se ve.

—Gracias, Janeth. —Toma una bolsa de papel que Abby ha dejado sobre la barra, su maletín y las llaves—. Vuelvo a la hora de siempre.

Indeciso, se dirige a mí para darme un fugaz beso en la mejilla. Se despide de Abby, y sale casi corriendo de ahí. Acaricio mi mejilla, aturdida por su gesto, y detecto el aroma de su loción. Escucho la risa de Abby, el brillo en sus ojos y me siento en la barra para desayunar.

En definitiva, Rick no es como ninguno de mis otros clientes.

***

Hola.

Me gustaría mucho saber qué opinan de la historia. ¿Les va gustando la relación que Janeth y Rick tienen?

No olviden que sus comentarios son oro para mí, por lo que me encantaría leer sus reacciones.

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¡Gracias por leerme!

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