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 Hemos estado viajando por toda Europa como si se tratara de un viaje romántico

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Hemos estado viajando por toda Europa como si se tratara de un viaje romántico. Londres, París, Italia, hasta llegar a Suiza. Quizá antes prefería hacerme la tonta para evitar problemas, pero ahora estoy casi al tanto de lo que va a pasar. Matt tuvo que contarme cuando me relató todo lo que vivió durante el año que lo estuve esperando. Fue difícil no hacer algún gesto de preocupación cada que oía el nombre de Rick. Mi estómago se estruja de solo pensar en él y lo que está viviendo ahora que Matt ha decidido darle caza para darle una lección.
—¿Estás bien? —pregunta Matt sacandome de mis pensamientos.
—Sí —miento—. Quisiera que esto nunca acabara.
—Yo también —responde con una sonrisa en el rostro—. Pero, estamos muy cerca de lo que siempre quisimos.
Le devuelvo la sonrisa y me acurruco en su pecho como hago cada noche antes de dormir. Él hace unas leves caricias en mi hombro, con la esperanza de que desee tener intimidad con él y lo evado con la excusa de que estoy muy cansada. Su mirada refleja lo frustrado que está de que no quiera tener sexo con él y se levanta de golpe.
—¿Tuviste mucho trabajo mientras no estuve? —escupe molesto
—Claro que no —me defiendo—. No acepté ese tipo de trabajos por ti, Matt.
—Pensé que estarías más ansiosa de estar conmigo —se sincera.
—Creí que me habías mentido, tuve que lidiar con mucho con las chicas y con Madame por esperarte.
—Lo siento. —Toma mis manos para besarlas con fervor—. Tienes razón. Debo hacer todo desde el principio.
Sonrío y él me da un suave beso que pronto se convierte en algo apasionado. Me recuesta en la cama para colocarse encima de mi y hacerme sentir todo su peso. Sus manos se pasean por mis muslos, mi trasero, mi cintura y mis hombros para recordarme como era su toque. Sus labios bajan por mi cuello y muerdo mis labios concentrada en lo bien que se siente. Cierro los ojos, Rick viene a mi mente y ahogo un sollozo que corta el momento. Matt me mira, siento como me jala directo a su pecho para abrazarme y cepilla mi cabello con sus dedos.
—Fue solo un año… —murmura preocupado.
Prefiero quedarme en silencio, concentrada en su respiración para que el recuerdo de Rick no venga a mi memoria. Lo veo una última vez y me quedo dormida.

Matt se ha ido de mi lado, lo que me alivia bastante ya que puedo relajarme un poco después de lo sucedido anoche. Me doy un largo baño de burbujas para estar lista a la hora del desayuno que es cuando Matt vuelve. Al verme se le dibuja una enorme sonrisa en el rostro. Toma mis mejillas y me da un profundo beso que me deja sin aliento.
—Tengo una sorpresa —anuncia alegre—. Pero antes…
Chasquea los dedos y uno de sus hombres le trae un maletín. Matt lo abre, alcanzo a ver algunas fotografías de Rick saliendo de casa de Madame y saca unos papeles que me da. Es mi cuenta bancaria, la que hizo a mi nombre antes de que fuera encarcelado. Veo el monto y entiendo porque me necesitaba. Es casi todo lo que alguien necesitaría para una vida sin preocupaciones.
—Tienes que firmarlo —me pide dándome una pluma—. Así podremos acceder al dinero.
—¿Seguirá estando a mi nombre?
Matt alza la ceja como si le hubiera dicho algo loco, suelta una risa y hace un gesto con la mano restandole importancia a lo que he dicho. Hace que el hombre se acerque, le pide una serie de instrucciones que no alcanzo a escuchar y se va llevándose el maletín.
—Claro, esa cuenta es tuya —afirma muy seguro—. Recuerdo que siempre quisiste tener tu propio dinero para gastar.
—¡Gracias! —suelto emocionada y firmo.
Le extiendo la hoja a Matt que la lee bastante conforme con el resultado obtenido y oímos unos toques en la puerta. Lo veo levantarse para abrir, sin alcanzar a escuchar la conversación que está teniendo con la persona que ha tocado. Termino mi bocado y me pongo de pie para ver quien ha ido a vernos cuando gira el rostro hacia donde estoy y me sonríe.
—Ve a ponerte bonita que debemos salir cuanto antes —avisa.
Sin decir nada, voy hacia la habitación y me pongo algo cómodo por si resulta ser una sorpresa de ir a hacer un paseo largo. Pienso en el dinero, en que todo fue demasiado fácil y empiezo a dudar de las intenciones de Matt. Él no hace nada sin que obtenga un beneficio.
—¿Lista? —pregunta. Camina hacia mí y me toma de la cintura para abrazarme—. Te ves hermosa.
—Gracias —digo por segunda vez y acaricio su rostro con la esperanza de sentir algo—. ¿Nos vamos?
Matt desliza sus dedos a lo largo de mi brazo hasta llegar a mis dedos, que entrelaza con los suyos y salimos de la habitación. Un silencio extraño nos envuelve hasta que estamos afuera del hotel donde un auto negro nos espera. Miro a todas partes antes de subirnos y una extraña sensación se instala en mi estómago. No sé por qué, pero las manos comienzan a sudarme como si algo estuviera a punto de pasar.
—¿Estás bien? —cuestiona Matt y noto que su voz ya no suena preocupada.
—No me gustan las sorpresas —suelto.
—Vas a estar bien —murmura tomando mi mano—. Nunca te haría daño.
El escucharlo decir eso no me tranquiliza. Empiezo a ponerme muy ansiosa, como si las paredes del auto fueran a cerrarse sobre mí. Quiero salir de aquí, pero solo veo árboles a mi alrededor. Cierro los ojos y pienso en Rick, en que quizá me estaba protegiendo de morir a manos de Matt y el momento ha llegado.
—Janeth —me llama y tengo miedo de abrir los ojos—. Vamos, quiero presentarte a alguien.
Abro los ojos. Estamos a mitad de la nada. Matt está muy cerca, esperando a que salga de ahí. Y lo hago. Me muevo con calma, en un intento burdo de disfrutar cada segundo que sigo viva.
—¿Presentarme a quién? —digo en un surrurro tímido.
Matt no dice nada. Hace que me enganche a su brazo y caminamos hasta la enorme cabaña que está oculta entre el bosque. Varios hombres la rodean, lo que hace que la sensación de temor vuelva a invadirme.
—Tranquila —habla Matt con su voz más serena.
—¿Qué hacemos aquí?
—Es una casa de seguridad —explica Matt—. Aquí traigo a mis invitados más importante.
Trago saliva e intento no salir corriendo de su lado cuando entramos. Distingo algunos gritos a la distancia. Gritos de dolor que no quiero reconocer porque sé que mi corazón no va a poder con esa imagen.
—Espera aquí —me pide y me siento frente a la chimenea.
De no ser por la poca iluminación, los hombres armados y los gritos este lugar podría ser perfecto para una noche romántica. Matt se va y me preparo para lo peor. No debo mostrar nada. No puedo hacerlo. Debo ser fuerte.
—Janeth —vuelve a llamarme.
Muerdo mi labio antes de girar y encontrarme con una imagen distorsionada de él. Rick no me mira. El cabello le cae en la frente y lo tiene algo mojado por la sangre que le escurre. Su rostro tiene golpes por todos lados y noto la herida de la bala por la sangre que tiene su camisa. Reprimo las ganas de arrodillarme junto a él y protegerlo de Matt, de todos.
—Quiero presentarte a Rick Winston, mi abogado.

Juguemos a que soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora