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Janeth

—Necesitas seguir adelante. —Madame me mira, tratando de mantener la calma—. Janeth, los trabajos de unas horas no son negocio para nosotros.

—Lo sé, pero le hice una promesa.

—Ha pasado mucho de eso, mi niña.
—Madame saca un folder que abre con interés—. Y te he conseguido un buen cliente, es joven y muy atractivo.

—Le dije a Matt que lo esperaría —susurro, insegura.

—Es abogado, y tiene buena posición social. Un trabajo ideal para que vuelvas al negocio.

—Creo que no...

—Entonces decide —me interrumpe. Lanza el folder hacia mí para que pueda verlo—. Aceptas el trabajo, o te vas. No puedo tolerar que sigas sin un trabajo mayor a un día, las demás chicas no paran de quejarse del trato especial que te estoy dando.

Me dejo caer en la silla frente a Madame. Hojeo la información acerca del cliente, veo la foto y leo un poco de su currículo. Lo primero que me llama la atención es su nariz, algo grande para mi gusto. Su rostro es un misterio, y no estoy segura de que sea tan bueno como dice Madame. Su carrera es impresionante, tiene su propia firma de abogados y trata con la gente más importante de la Ciudad. Muerdo mi labio, viendo de reojo como Madame sufre por lo que me está obligando a hacer.

—Está bien —acepto derrotada, firmando el contrato.

—Es lo mejor para ti—Guarda todo y me da una pequeña hoja con la lista de cosas que tengo que llevarme—. Te vas dentro de un par de días.

Salgo de su oficina, resignada a volver al juego de dama de compañía. Tengo año y medio siendo dama de noches de fiestas o eventos sociales, sin ir más allá de esa noche ganando lo mínimo por no dejarlos acostarse conmigo. 

La razón era esperar a Matt a que terminara con los asuntos que le impedían hacer una vida a mi lado.  Y ahora, por la necesidad de no ser expulsada del único lugar que tengo para vivir, he roto esa promesa junto con la esperanza de salir de este estilo de mi vida.

Mientras camino a mi cuarto, veo a las otras chicas murmurar a mis espaldas. Seguro ya saben mi regreso al trabajo formal, y que tengo un nuevo cliente esperando. Sin ganas de seguir escuchandolas, voy a mi cuarto donde Mary está sentada en la cama con una botella de champagne en la mano.

—¿De dónde sacaste eso? —pregunto.
—Mi último cliente. —Suelta una risa malévola—. Lo guardé en mi maleta antes de irme.

—Algún día se darán cuenta de que les robas y te meterán a la cárcel.

—Como si dejarán la oportunidad de acostarse con una mujer joven por una botella de champagne. —Se levanta, y me mira—. ¿Celebramos?

—No estoy de humor —suelto, enojada.

—¿Por qué? —cuestiona divertida—. Es tu primer trabajo formal en un año. Y seguro que es un hombre soñado. Madame siempre guarda los mejores para ti. 

—Su nariz es horrenda, y Madame casi me obligó a hacerlo.

—¿Qué esperabas? Las chicas están molestas de que tengas trato especial por estar "enamorada".

Las comillas que hace con sus manos en la ultima palabra me fastidian. Esa ha sido la burla desde el percance de Matt, creen que enamorarse de un cliente es una estupidez. Lo que ellas no entienden es que él, más que un amor, es mi boleto de salida de la casa de Madame.

—Déjame en paz —gruño, molesta.

—Oh, Janeth. Deberías tratar mejor a tu única amiga.

—Lo haría si no fuera un dolor en el trasero. Ya tengo suficiente con el contrato de Madame.

—Sí, puedo ver el pánico en tus ojos.

—¿Es tan obvio?

—Tienes mucho sin un cliente fijo, es entendible que tengas miedo.

—¿Y si hago todo mal? Madame no dudará en echarme.

—Lo harás bien —me reconforta—. Sólo tienes que ser tú. Eso vuelve loco a los hombres.  —Me ofrece la botella de champagne—. Anda, un poco de alcohol en las venas te hará sentir mejor.

Acepto su ofrecimiento. Le doy un largo trago al champagne, sintiendo las burbujas pasar por mi garganta, dejando que todo mis sentimientos fluyan con cada sorbo.

***

Tomé hasta que perdí el conocimiento. No quería pensar en nada, ni en nadie. Consciente de que no me iría hasta el próximo día, dormí toda la mañana para mitigar los males de la resaca. Ya era mediodía cuando bajé a devorar lo que tocaba de desayuno. Aunque Madame siempre nos exige cuidar la dieta, la mayoría de nosotras le pide a Carmen algo extra que ella no duda en darnos.

—¿Estás bien? —pregunta Mary al verme—. Ayer te pusiste bastante mal después del primer trago.

—No recuerdo nada —admito, avergonzada—. ¿Qué fue lo que dije?

—Nada interesante, estabas deprimida por el nuevo trabajo y por lo que Matt pensaría si se enterara.

—¿De qué soy...?

—Es tu trabajo, ¿no? —interrumpe—. Fue una locura que te prohibiera hacerlo.

Suspiro, viendo a las demás chicas ir y venir. Toda la mañana, y parte de la tarde, estamos relajadas, comiendo, haciendo ejercicio, durmiendo, incluso algunas estudian, hasta que dan las siete de la noche.

A esa hora, las limusinas con chóferes y guardaespaldas atractivos llegan para recoger a las damas. Algunas vuelven a la mañana siguiente, otras unas horas más tarde, y algunas más, como será mi caso, no regresan hasta meses después.

El tiempo máximo que un cliente puede pedir una dama es por un año, lo suficiente para fingir una relación y terminarla. Sí se quisieran más días, el interesado tiene que venir con Madame, exponer sus casos, y ella, después de preguntar a las chicas lo que opinan, acepta o niega la petición.

Así fue cuando Matt vino. Estaba ensimismada con sus palabras, acerca de lo que haríamos una vez que fuera completamente suya, que nunca se me pasó por la cabeza que Madame se negaría a dejarme ir.

Los primeros días la odié por quitarme la posiblidad de salir de esta vida. Sentía que no quería dejarme ir por perder a una de sus mejores chicas. Lo único que logró calmarme fue conocer los términos que ella le había dado a Matt para poder irme con él. No parecían cosas difíciles, sólo necesitaba sustento y protección legal. Pero él... Después de hacerme prometer que no accedería  a trabajos de más de una noche, dejó de venir.

—Janeth —me llama Mary, sacandome de mis pensamientos—. Madame tiene algo para ti.

—¿Qué?

—Instrucciones —aclara—. Hoy mismo te vas.

***

Hola. Bienvenida/o a este nuevo proyecto. 

¿Qué te pareció el primer capítulo? ¿Qué opinas respecto a Janeth? 

Juguemos a que soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora