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El peso que sentía en el pecho se ha desvanecido al ver que Rick se encuentra bien

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El peso que sentía en el pecho se ha desvanecido al ver que Rick se encuentra bien. Volver a sentir su calor, sus labios, sus manos y todo lo que es él me ha hecho tranquilizarme bastante. Sé que no va a dejarme y que Matt no se saldrá con la suya. Selene no deja de sonreír por nuestro encuentro y tengo que reprimir las ganas de abrir la puerta con tal de volver a verlo.

—¿Crees que tenga razón? —le pregunto a Selene.

—Sí —responde con seguridad—. Matt necesita el control de todo, y si algo sale mal es más sencillo ocultarlo en su propio territorio.

Trago saliva, temerosa de lo que vaya a suceder mañana. Selene lee mi pensamiento y me toma del hombro para calmar la ansiedad creciente que desea invadirme.

—Será mejor que vayamos a dormir —dice—. Tenemos que estar listas para mañana.

Asiento y ambas nos vamos a la habitación para acomodarla y descansar lo mejor que podamos. Apenas si se filtra algo de luz y yo ya estoy levantada, haciendo lo que sea que mantenga mi cabeza despejada del mal presentimiento que tengo en mi estómago. Selene parece hacer lo misma ya que ambas estamos preparadas para la boda mucho antes de que vengan a avisarlos que vamos a salir.

—Es hora —me avisa Selene y me miro una última vez al espejo.

—Vamos.

Caminamos hasta el elevador donde una escolta de cuatro hombres nos espera. Veo con curiosidad a cada uno de ellos esperando reconocer a Rick, pero me acuerdo que sería demasiado riesgoso para él seguir aquí. Al salir del hotel, seguimos siendo escoltadas y al momento de subir al automóvil que nos llevara a a cabaña de Matt, vemos a más hombres rodeandonos.

—Esto no es nada bueno —murmura Selene preocupada.

Asiento en señal de que la he escuchado y observo al hombre que está sentado frente a nosotros. Trae una autómica en la cintura, un radio y gafas oscuras. El chofér y copiloto hablan en código y el auto arranca.

—¿A dónde nos llevan? —pregunto en un tono inocente.

—No podemos decirle —habla el hombre en tono serio—. Ordénes del jefe.

Me hundo en el asiento, molesta por la negativa y me pongo a ver el paisaje que se muestra en la ventana. No tardo mucho en darme cuenta de que Rick tenía toda la razón del mundo. Matt ha decidido hacer de la cabaña un lugar mágico para una boda. Volteo a ver a Selene emocionada por el acierto de Rick, pero su rostro tiene un gesto preocupado.

—¿Pasa algo? —le pregunto.

—Es todo muy hermoso —dice, vigilando al hombre que no deja de mirarla y me sonríe.

El auto estaciona, nos piden bajar y noto el perimetro marcado que hay alrededor de la cabaña. Ahora entiendo la preocupación de Selene, parece que no hay forma de entrar ni de salir.

—¿Vamos? —me indica uno de los hombres.

Los dejamos guiarnos al interior de la cabaña, bellamente adornada con arreglos florales que inundan todo de un aroma dulce. Veo el sitio donde me encontré con Rick hace unos días y subo la vista hacia las escaleras.

—Usted se queda aquí —le ordenan a Selene—. Y usted debe subir, el jefe la espera.

—Pero... —balbuceo.

—Todo está bien —me calma Selene.

Me rindo y subo las escaleras. Matt me espera en lo alto, con un traje hecho a la medida de color beige que se le ve realmente bien. Trae una corbata rojo sangre, un pañuelo a juego y un pequeño adorno floral colocado de manera estrategica en su pecho. Se ha cortado el cabello y lo trae peinado hacia atrás. Finjo mi mejor sonrisa para ocultar el miedo que siento de verlo con ese porte tan seguro de sí mismo.

—Te ves realmente hermosa —me halaga, tomando mi mano—. Aunque preferiria que te pusieras otro vestido

—¿Por? —lo miro extrañada, acariciando la falda vaporosa de mi vestido.

—Escondes lo que más me gusta de ti —susurra en mi oído.

Sus manos me envuelven y siento como comienza a deslizar el cierre de mi corse para quitarlo. Sus yemas acarician la piel que va quedando descubierta y sus labios empienzan a marcar un camino de mi lóbulo hasta mi hombro. Doy un respingo cuando el vestido se afloja por completo y Matt se separa para comenzar a recoger la falda.

—Se suponía que esto era una sorpresa —le reprocho con tal de que se detenga.

—Sorpresa será verte con lo que escogí para ti —gruñe y desliza el vestido fuera de mi cuerpo.

—¿Entonces para qué me dejaste escoger todo? —reclamo molesta por la pérdida de tiempo.

—Pensé que escogerías algo para mí —dice sin dejar de mirar el babydoll blanco que ha quedado descubierto—. Aunque ahora que te veo, bien que podríamos saltarnos la ceremonia e ir directo a la noche de bodas.

—¿De verdad me amas? —suelto y Matt me mira fijamente—. ¿O solo soy un trofeo para ti?

Cierro los ojos cuando lo veo abalanzarse sobre mí y siento como agarra mi mano para jalarme hasta una de las habitaciones donde descansa todo un juego de lencería transparente que no deja nada a la imaginacion y un vestido de corte de sirena con el que me será imposible moverme.

—Vas a ser mi esposa, Janeth —decreta soltandome—. Poco importa el amor cuando voy a tratarte como toda una reina, cuando voy a presumirte a todo el mundo como mi mejor adquisición.

Vuelve a acercarse a mi y me da un agresivo beso que solo es el preludio para una serie de movimientos bruscos con los que me desnuda, reclamando mi piel como suya mientras me va vistiendo a su gusto. Cuando termina, limpia las lágrimas que hay en mis ojos y acaricia mi rostro como si nada hubiera pasado.

—Y vete haciendo a la idea de que esta noche, quieras o no, voy a hacerte tan mía que te quedarás adolorida por varios días —Suelta una risa llena de victoria y me suelta. Da un par de pasos antes de volver a verme—. Tienes cinco minutos para arreglarte y bajar, no quisiera tener que despedir a tu amiga antes de tiempo.

Avanzo a la puerta para darle un buen golpe a Matt, pero cierra antes de que pueda hacerle algo. Ni siquiera pierdo tiempo en sacar la frustración que siento. Voy al baño, lavo mi cara y me arreglo lo más rápido que puedo para bajar a donde está Selene, pero al llegar a la planta baja la cabaña está sumida en un silencio sepulcral y completamente vacía.

Juguemos a que soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora