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Mantengo la sonrisa ante los balbuceos nerviosos de Selene. Miro al hombre de atrás que espera a que empiece el conteo y le doy una ojeada al que está más cerca del escenario. Aprieto los puños y doy un paso hacia atrás, dispuesta a salir de ahí para volver con Madame.

Selene pide calma, las cantidades empiezan a subir de manera casi ridícula y cierro los ojos, en un intento de distraerme para no sucumbir al pánico que quiere invadirme en caso de que quede con el hombre equivocado.

Hasta que una exclamación general me regresa a la subasta. Selene la da por terminada y cubro mi boca, asombrada, cuando repite la cantidad que han ofrecido por mí.

Da un agradecimiento general a los que han participado, el ánimo que invadió el momento e inicia el evento. La orquesta toca una música alegre, haciendo que las personas se dispersen para dar lugar a las parejas que se animan a bailar.

—Buen trabajo, chicas —nos felicita, animada—. Nunca pensé que tanto dinero sería recaudado.

Todas se miran, satisfechas con el resultado obtenido. Aplauden a Selene por el apoyo y la gran idea, y bajamos del escenario donde los compradores esperan.

Como fui la última, tengo que esperar a que Selene entregue a las demás chicas. Una vez frente a él, Selene lo toma de la mano, hace una broma respecto a los cien mil dólares que ha pagado por mí y me presenta.

—Aquí está tu diosa—Doy un paso adelante, cohibida por tenerlo frente a mí—. Disfruten de la noche.

Selene le da un beso en la mejilla antes de dejarnos solos, y él murmura algo que no distingo respecto al evento. Una vez que ella se va, alzo la mirada para encontrarme con el azul intenso de sus ojos, una sonrisa seductora y una mano galante que sujeta la mía para besarla.

—Un placer tenerla conmigo —saluda—. Soy Rick Winston, supongo que Madame le ha hablado de mí.

—Un gran abogado —respondo, aliviada de estar con el hombre correcto—. Espero ser lo que necesita.

—Más que eso —asegura, haciendo que me enganche de su brazo—. Ese vestido la hace ver realmente hermosa.

Suelto una risa coqueta, dejándome guiar hasta el centro de la pista de baile. Había olvidado lo bien que se siente ser consentida y halagada por un hombre.

—Quiero agradecerle... —inicia. Me hace poner la mano en su hombro y nos movemos al ritmo de una balada—. El que haya accedido a ser mi dama de compañía. Sé que tiene tiempo sin hacer esto, pero tenía muchas ganas de disfrutar de usted y pasar tiempo juntos.

El calor se me sube a las mejillas. Me enfoco en el ritmo de nuestros pasos para no sentirme tan cohibida por sus halagos. Lo azul de sus ojos es tan bonito que quisiera mirarlos durante un largo rato. Su nariz, que creía enorme, queda perfecta en su rostro alargado. Me gustaría quitarle la máscara para ver mejor cada una de sus facciones, cada una de sus imperfecciones, pero me recuerdo que ya habrá tiempo para eso.

—Gracias —murmuró, dejándome envolver por lo romántico de la música. Sonrío al reconocer las notas de Strangers in the night y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello—. Es usted un gran bailarín.

—Tengo una excelente pareja —responde, complacido—. Y Frank Sinatra es fácil de seguir.

—¿Le gusta? —pregunto, interesada en tener algo en común con él.

—Sí, es uno de mis favoritos. Y sus canciones hacen especial cualquier momento —añade, mirándome—. Me gustaría saber si le gustaría ir a cenar conmigo después de terminar este baile.

Abro los ojos, sorprendida de su petición. A pesar de que ha comprado mi compañía, Rick me está tratando como una mujer que quiere conquistar, cosa que nunca me había pasado con un cliente.

—No tengo opción —respondo, divertida—. ¿O sí?

—Si dice que no... —medita—. Podemos quedarnos aquí o ir directo a mi casa, aunque me gustaría invitarle un café antes de llevarla conmigo.

—¿Por qué?

—Quiero hacer las cosas bien —explica, avergonzado—. Ya sabe... A pesar de la relación que ya tenemos establecida.

Suelto una risa ante su nerviosismo, y asiento con un leve movimiento de cabeza. Sujeta mi cintura, me acerca a su cuerpo y bailamos las últimas notas de la canción. Nos separamos para aplaudir a la orquesta por su maravillosa interpretación y nos movemos a un costado, hacía la salida. Lo fresco de la noche es un alivio para mí, así que suelto mi cabello sin quitarme la máscara. Rick me sigue de cerca, dejándome caminar con libertad hasta que llegamos al estacionamiento.

Me toma del brazo, guiándome entre los autos de lujos hasta uno de color negro, diferente a todos los demás. Abre la puerta, me deja subir y rodea el auto para subir en el asiento del conductor.

—¿Deberíamos quitarnos la máscara? —sugiero, antes de que arranque el motor.

—¡Por favor! —habla, lleno de alivio. Detengo el aire cuando lo veo sacársela por encima de la cabeza—. Odio estas cosas.

Me decepciono un poco cuando no voltea a verme cuando lo hace. Sólo veo como la luz artificial ilumina su perfil, yendo de su frente, hasta la curva de su nariz y sus labios curveados hacía arriba al darse cuenta de la forma en la que lo observo.

—¿Mantendrás el misterio? —curiosea.

Dejo salir el aire que tenía guardado en los pulmones. Agacho la cabeza, sujeto la máscara y desamarro uno de los hilos que la sujeta a mi rostro para quitarla. La aprieto contra mi pecho y levanto la mirada, enfocando a Rick que está de frente, contemplándome. La profundidad de su mirada llama toda mi atención. Sin la máscara, su nariz queda más perfecta a lo cuadrado de sus pómulos y mentón, y veo lo atractivo que es su rostro.

La forma en la que enfoca cada detalle de mi cara me hace sentir un vacío que sólo Matt era capaz de lograr. Muerdo mi labio, y me doy cuenta de lo difícil que será hacer mi trabajo ante un hombre como Rick.

***

Y bien, ¿les ha gustado la reunión? 

¿Creen que Janeth va a enamorarse de Rick?

No olviden seguirme en mis redes sociales para que estén al tanto de los adelantos y podamos conversar de mejor forma sobre los capítulos y la historia. 

¡Gracias por leerme!

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