I. Fracasos.Soplo pacientemente.
Miro mis ropas, estoy bañada en sangre ajena.
El sudor hace que los mechones sueltos de mis trenzas se peguen a la piel de mi rostro. Mi mejilla arde ante el raspón que me hicieron con una espada, la única herida que alcanzaron a hacerme.
Paso sobre los cuerpos sin vida que yacen en el suelo, mientras avanzo, noto que uno todavía agoniza, y para terminar con su sufrimiento, entierro mi espada en su corazón.
Tengo calor y mi garganta está seca, necesito agua. Arrugo mi entrecejo cuando me acerco a una casa incendiándose, era de las pocas que aún estaba de pie, el resto de las casas ya habían caído al suelo hechas cenizas.
Escucho a un caballo relinchar, soy atraída hasta el animal viéndolo atado, está agitado, tratando de escapar del fuego que se acerca a él. Sintiendo pena por el animal me acerco con sigilo, alzo mi espada y corto la correa que lo ataba y el caballo blanco sale corriendo alejándose de la catástrofe.
Buscando agua, merodeo por los alrededores, aunque ya no hay mucho de lo que una vez fue. Algo brilla en el suelo y me agacho a recogerlo, se trata de una corona, tomo la moneda y la guardo en mi bolsillo, iba a necesitar comprarme otras ropas luego de este día. No sólo estaban manchadas de sangre, ya estaban demasiado rasgadas.
—Icy Bird. —Escucho la voz de Taipan y me volteo.
Él se acerca a mi con esa expresión molesta, como si quisiera matarme ahí mismo. Todos estos meses me habían enseñado que esa siempre sería la expresión con la que Taipan me miraría. Ya me había acostumbrado a esta, era su expresión natural.
—¿Y bien? —Le pregunté, él asintió.
—Está todo listo, es hora de irnos, el capitán está esperando por ti. —Me hizo saber y yo asentí.
—¿De casualidad no traes agua? —Le pregunté.
—Claro, también traigo comida en mi bolso invisible. —Respondió sarcástico. Rodé los ojos. —Haces preguntas estúpidas.
Taipan se dio la media vuelta regresando por donde había salido, y yo lo seguí para dejar este intento de refugio olvidado. Ya habíamos obtenido lo que queríamos, era hora de irnos.
En silencio caminamos la distancia que separaba el refugio del puerto, era una distancia cercana si ibas a caballo, pero cuando ibas caminando luego de horas de batalla, se sentía como si estuviera del otro lado del mundo.
Sin duda Canario tenía razón, alejarnos del mar era un castigo para nosotros los piratas.
Suspiré alejando ese recuerdo, la entrada al puerto estaba frente a nosotros. Era algo extraño ver como aquí todo estaba "normal" cuando a unas millas de distancia habíamos dejado únicamente destrucción.
En un mercado tan movido como el que este puerto tenía, nadie pareció reparar en mi deplorable aspecto, o en el de Taipan que también venía manchado de sangre y de cenizas.
Cruzamos el puerto hasta la playa donde habíamos dejado los botes, para que no notaran al barco y por ende conocer de nuestra llegada, el capitán había decidido dejar el Canto de Sirena alejado de la costa, por lo que tuvimos que venir en dos botes distintos.
—Ahoy there, baby pirate. —Cass me saludó sentada en la arena junto al bote.
—It's "Icy Bird", not "baby pirate". —Corrigió irritado Taipan, ellos dos discutían mucho sobre mi apodo, en lo personal, me gustaba y respondía ante ambos apodos.