XXVII

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XXVII. Los Planes de Neptuno.



Mientras me reía, Harry se alejó luciendo irritado, y lo observé hasta que bajó del barco.

—¿Por qué te ríes? —El capitán preguntó cuando mi risa cesó.

—Por lo que dijo, capitán. —Respondí claramente refiriéndome al castigo de Harry y la reacción de este.

—¿Qué tiene de gracioso decir que dormirás en mi camarote? —Inquirió acercándose a mi.

Oh, yo no hablaba de eso, ni siquiera le había tomado importancia.

—Nada, tan sólo es algo que no sucederá por obvias razones, capitán.

That's our clue to go. —Escuché a una de las gemelas susurrar detrás de mi.

El capitán sonrió. —¿Nunca?

Asentí, yo me estaba tomando todo esto como una broma, porque lo era, ¿verdad? —No existe posibilidad alguna en los siete mares. —Respondí siguiendo en lo mío.

Sin embargo, me di cuenta que esto no era del todo una broma cuando el capitán se acercó, se inclinó un poco tomándome de las piernas para después cargarme echándome sobre su hombro izquierdo.

Pataleé y golpeé su espalda mientras exigía que me bajara, pero el capitán parecía inmune a mis golpes y gritos. Cuando se adentró a la primera división de su camarote mi primer instinto fue llevar mi mano a mi cinturón para buscar mi cuchillo, pero este no estaba ahí. ¡Para eso necesitaba mi cuchillo de regreso!

—¡Por favor, capitán! —Pedí una última vez cuando atravesó la otra puerta.

Algo en mi sabía que no me haría nada, tan sólo me daría una lección para molestarme, pero cuando me arrojó a su cama y caí acostada en esta, tan sólo un pensamiento intruso cruzó mi mente.

Lo miré hacia arriba, y él sonrió. —Soy el hijo de Neptuno, puedo crear posibilidades en los siete mares.

Y manteniendo su sonrisa, salió del camarote y cerró la puerta. Me levanté de inmediato de la cama y corrí hacia esta para tratar de abrirla, pero sólo me encontré con que estaba cerrada bajo llave.

—¡Capitán! —Grité, pero ya no hubo respuesta.

Jodido sea el hijo de Neptuno.





Hijo de Neptuno

—¿Y Anea? —Pregunta Ice cuando la noche cae. No lo había visto en toda la tarde, hasta este momento.

—Encerrada en mi camarote, quise mostrarle que con el capitán no se juega. —Ice se rió.

—¿Por qué ella da tantos problemas? Abre la boca y problemas. Se queda callada y problemas. Hace algo, problemas, no hace nada, problemas. Anea será nuestra perdición, ningún pirata había sido tan inútil como ella. —Le daba toda la razón en ese aspecto. Anea era inútil, y nunca me cansaría de decirlo.

Pero había planes para ella.

—Es inútil, pero también hay que tomar en cuenta que está iniciando. Hay que darle tiempo, y aprenderá a ser un pirata de verdad. Ya nos demostró en aquella isla que es más de lo que esperábamos, tiene potencial, aunque no lo sepa. —Pausé mirando a Canario que baja del nido, creí que estaba en el puerto. —Hay que ser más duros con ella, especialmente Canario y tú, tienen que dejar de correr a salvarla cuando ella no necesita salvación, y aún si la necesitara, tiene que aprender a salvarse sola.

Ice asintió y pasó su atención a Canario quien caminaba hacia nosotros.

—¿Estoy loco o hay dos mujeres idénticas aquí en el barco? —Preguntó rascándose la cabeza.

O A T H  1 & 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora