IV

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IV. El Medallón.






El medallón colgaba visiblemente en mi cuello.

Y esa fue la razón por la que terminé con la cabeza golpeada, los recuerdos eran vagos, pero lo que sí recuerdo es a un hombre de cabello rizado y ojos verdes gritarme que lo siguiera cuando me encontró sosteniendo el cuerpo sin vida de mi hermano.

—¡No! —Grité negándome a seguirlo.

—"Tienes el medallón, por lo tanto eres parte de la tripulación, y si a tu capitán no sigues, serás sentenciado a traición." —Había citado lo que yo habría entendido como un código, uno que se me hacía extrañamente conocido.

Recuerdo discutir con él diciéndole que no entendía lo que me decía, y después recibir un fuerte golpe, aunque no estoy segura que fue él, pareció que me habían golpeado desde atrás.

Miré a mi alrededor y el sentimiento de seguridad me inundó al reconocer mi cuarto, así como ver a Helena sentada en la silla que se encontraba en la esquina de la habitación, parecía estar cosiendo algo.

—¿Qué ha pasado? —Hablé tratando de incorporarme, mi cabeza dolía, un dolor más punzante en la nuca.

—¡Hasta que despiertas, Anea! —Exclamó dejando de lado la prenda que cosía. La observé ponerse de pie y caminar hasta sentarse a un lado de mí en el colchón. —¿Cómo te sientes?

—Me duele un poco la cabeza, ¿qué sucedió? Lo último que recuerdo es discutir con un chico rizado de ojos verdes. —Indiqué y vi la tristeza atravesar sus facciones.

—No debiste ponerte el medallón, ahora te has condenado, Anea. —Habló bajo, con pesar.

—¿De qué hablas? —Cuestioné sin entender.

—¿Qué tanto sabes sobre el hijo de Neptuno? —Indagó.

La verdad era que no sabía mucho. —Sé que es el pirata más temido, y que la gente lo reconoce como el dueño del mar. —Dije, ya que esas palabras eran las que normalmente seguían al hijo de Neptuno.

—¿Y de su tripulación que sabes? —Negué dando a entender que no sabía nada. —Trataré de ser breve al explicarte lo poco que sé. —Helena pausó quedándose callada.

—¿Qué esperas? Necesito que me expliques pues yo no entiendo nada.

—Los piratas no tienen honor ni palabra, mienten para salirse con la suya, para engañarte, nunca te fíes de uno, pero ahora, la relación de capitán-tripulación es muy distinta, al menos en el Canto de Sirena, la tripulación obedece al capitán en todo y lo respetan, no le cuestionan nada, lo protegen, así como el capitán no pondría en un riesgo innecesario a sus hombres, y no, no es tan bueno a cómo suena, todo eso es porque tienen un código, un juramento, el cual si desobedeces te llevará a la muerte.

—¿Cuál es el juramento? ¿Y que tiene que ver el medallón aquí? —Pregunté sin tener algo claro.

—Desconozco el juramento, eso es algo que solo algún miembro de la tripulación de el hijo de Neptuno sabría, en cuanto al medallón, es el símbolo de que perteneces a el Canto de Sirena, cuando te lo pusiste dejaste de ser tu propia persona, eres otro más en la tripulación del dueño del mar. Le perteneces a él, le debes lealtad y seguimiento.

¿Todo eso únicamente por un estúpido medallón?

—Pues si el medallón en el problema, me lo quito y se los regreso, yo no lo pedí, mi hermano me lo dio antes de...

Mi hermano.

Mattious estaba muerto.

—¿Qué hicieron con su cuerpo? —Cuestioné en un susurro.

—Ellos se encargaron de su cuerpo, ahora mismo las cosas están bastantes turbias en el puerto, Malik y su tripulación se han marchado, y el Canto de Sirena lo hará al medio día. —Informó. —Regresar el medallón no es una opción Anea, no funciona así, ¿es que no has escuchado lo que los piratas cuentan en la cantina? No puedes escapar al dueño de el mar, no puedes abandonar su tripulación, la única forma de salir de ahí es muerta o que el mismísimo capitán te libere de tu juramento, y lo último nunca ha sucedido.

—Eso es una estupidez, no pueden obligarme a pertenecer a algo de lo cual yo ni enterada estaba.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe. —En realidad si podemos, tenías el medallón colgando de tu cuello, automáticamente perteneces a el Canto de Sirena, ma'am.  —El hombre de ojos verdes y cabello rizado con el cual recordaba discutir irrumpió en el lugar, sus ojos tal esmeraldas evaluaron mi condición. —Zarpamos pronto, vístete a no ser que quieras presentarte en ese camisón.

—¿Quien eres tú? —Intrigada hablé.

—Harry Styles, ma'am. —Respondió y al decir su nombre lo repasé, vestía un pantalón negro con una camisa blanca sin mangas, dejando así al descubierto sus brazos llenos de tatuajes, tenía un cinturón el cual iba lleno de cuchillos, y casi pude asegurar que en sus botas habría más.

—¿Por qué simplemente no te vas y te olvidas de mi? No tengo nada que ofrecer a la tripulación, yo...

—Eso hubieras pensado antes de ponerte el medallón, ahora eres parte de la maldición. —Soltó serio.

—¿Maldición? —Pronuncié bajo, aturdida.

No más maldiciones en mi vida.

Su risa inundó el espacio. —Debiste ver tu cara, estoy bromeando, niña, el medallón no trae maldición consigo, aunque algunos aseguren lo contrario. Eres parte de el Canto de Sirena, así que vístete rápido que ya nos vamos. —Y con esas palabras se marchó cerrando la puerta con fuerza.

—Está loco. —Le dije a Helena quien había permanecido en silencio durante todo este tiempo.

—Al parecer es el más tranquilo y tratable, por otro lado, el que te golpeó la cabeza es un cuento muy diferente. —Comunicó y yo fruncí mi ceño.

—¿Quién fue?

—Un tal Calum. —Replicó pero como era de esperarse, no tuve la menor idea de quién era, aunque nadie bueno, tomando en cuenta que me había golpeado. —Harry tiene razón, tienes que vestirte, ellos son capaces de llevarte arrastrando tal cómo estás.

—Todo lo que uso son faldas y vestidos, no...

—Es por eso que me pasé toda la noche cosiéndote uno, si ya eres un pirata, tienes que lucir como uno. —Y solo entonces noté las ojeras pronunciadas debajo de sus ojos, ella se puso de pie yendo a donde antes se encontraba sentada y levantó de la silla un pantalón negro. —Te recomendaría que te dieras un baño, no creo que a donde vas, tengas la oportunidad de hacerlo pronto.

Todo esto era una pesadilla, sin que me diera cuenta me había involucrado con la tripulación del pirata más temido, no tenía escapatoria alguna, Harry afuera se encargaba de recordármelo. Y todo por un simple medallón, ¿cuál era la historia detrás de este?

Tomé el objeto en mis manos analizándolo, parecido a una moneda de oro, aunque más grande que una moneda actual, tenía un tridente tallado en el centro, con diminutas calaveras rodeándolo en el círculo correspondiente al medallón, había una perforación de la cual desprendía la cadena dorada, sin duda también de oro. Esto debía valer demasiadas coronas.

—Sé lo que piensas, y por tentador que sea, nadie es tan estúpido como para comprarlo y faltarle al respeto de esa manera a el dueño del mar.

—¿Y qué pasa si lo pierdo? ¿O si muero con el y nunca hayan mi cuerpo? ¿Cómo sabrían que lo vendí, entonces?

Helena hizo una mueca. —Hay una leyenda sobre eso, Anea. Si alguien pierde honestamente el medallón, el mismo Neptuno lo regresa a el capitán, pero si no es así, se vengará. —Hizo una pausa. —¿Por qué crees tú que al capitán lo conocen como "el hijo de Neptuno"?

Sin duda no habría forma de deshacerme del medallón.





Hola, hola. "OATH" ganó en el poll que hice en Instagram (genesis16.xx) así que aquí está su actualización. Muchas gracias por todo su apoyo, los amo. ⚡️

¿Se esperaban a Harry?

¿Qué tal a Calum?

O A T H  1 & 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora