XXXIX. "Con".Cinco noches después de que Tom me llevara al nido, el capitán anunció que nos detendríamos en una isla.
—Esta es la última parada antes de llegar a la Laguna Negra. —Anunció y algo en mi sintió tan lejano aquel día en el que Tom me había hablado de ese lugar.
Incluso llegué a pensar que a este ritmo, haciendo paradas en tantos lugares, no llegaríamos nunca a aquella Laguna.
—¿Qué clase de peligro nos espera en esa isla? —Pregunté a nadie en específico, pues mi experiencia me decía que en cada isla siempre hay algo de qué cuidarse. Si no es una bestia, es un oficial, si no es una serpiente, es fuego queriendo matarme. Siempre hay algo.
—La isla a la que vamos es un paraíso. Casi siempre lo usamos cuando queremos escondernos o descansar, es extraño decirlo, pero no creo que algún peligro nos espere. Tómalo como unas vacaciones. —Tom respondió a mi lado, pero yo no le creí del todo. La experiencia me gritaba que no me confiara, aunque quizá ya me estaba volviendo paranoica.
Un día más navegando y finalmente llegamos a esa isla, la mayoría de la tripulación lucía emocionada. Esta vez, el barco se detuvo totalmente en la playa, con la proa fuera del mar. Supongo que definitivamente tenían a esta isla como un lugar seguro.
Todos empezamos a bajar del barco luego de asegurarlo. Miré frente a mi, la isla no era diferente a las otras; mucha vegetación e infinitas posibilidades para morir.
—Estaremos aquí dos días. Ya saben la regla, si no están aquí a la hora de partida me largo y los dejo. —Informó el capitán comenzando a caminar alejándose. —Son libres de hacer lo que quieran, si encuentran municiones útiles, tómenlas. —Fue lo último que dijo y se marchó, adentrándose en la isla completamente solo.
No tardó mucho para que el resto de la tripulación comenzara a dispersarse. Las gemelas siguieron a Tom, quien a su vez iba con Taipan conversando. Escuché a Nerissa preguntar dónde estaban las dichosas chozas...
¿Chozas?
—¿Hay chozas en este lugar? —Le pregunté a Harry, él ya iba unos pasos por delante de mi, parecía que quería alcanzar a Tom y Taipan.
—Si, en el centro de la isla. —Respondió y yo apreté el paso para llegar a su lado.
—¿En buenas condiciones? ¿Quién construyó esas chozas y qué les pasó? —Harry se detuvo de golpe.
—Si, están en buenas condiciones, y ya deja de hacer preguntas tontas. Mira, ¿por qué no te vas a molestar a Canario? —Rodé los ojos.
—¿A dónde vamos? —Harry suspiró y siguió su andar.
—A un claro, me apetece meterme en agua dulce. —Replicó y me pareció buena idea, a mis ropas que tanto me habían costado no les vendría mal una lavada, y a mi cuerpo tampoco.
A partir de ese momento todo se volvió silencio entre nosotros a excepción de los ruidos de la naturaleza y nuestras pisadas invadiéndola. Harry iba delante de mí abriendo un camino con su espada. Estuvimos caminando bastante tiempo, pero afortunadamente no nos topamos con algo peligroso o buscando nuestra muerte.
—Hemos llegado, ma'am. —Pronunció al llegar a nuestro destino.
Frente a mi había un claro de agua cristalina, un chorro de agua salía de entre las rocas aunque estaba muy lejos de ser una pequeña cascada. El lugar era amplio, con muy poca corriente, no esperé ninguna invitación y con prisa me comencé a desvestir.
—La primera vez que te traje a un claro querías que me volteara mientras te desvestías, y ahora toda atrevida te desnudas frente a mi, ¡qué descaro, Anea! —Harry comentó con fingido horror, y cuando quedé en mi ropa interior me giré para ver cómo él también ya comenzaba a desvestirse.
—Solo fingí modestia para que te interesaras en mi, seguro que a un pirata malvado le atraería una chica derramando inocencia. —Harry se rió, él también ya había quedado en ropa interior.
—En realidad lo que me atrajo de ti fue ver lo inútil que eras. —Contestó acercándose a mi, al quedar frente a frente, él se inclinó un poco, creí que iba a besarme, pero en su lugar se agachó más, me tomó por las piernas cargándome, y después corrió dentro del agua para terminar arrojándome a la parte honda.
—¡Harry! —Me quejé al salir a la superficie, él nadaba junto a mi, con una sonrisa burlesca.
Nadé hacía él y le arrojé agua, aunque dejé de hacerlo cuando me miró amenazante, esta vez, sin arrojarle agua, terminé de acercarme, pasé mis brazos alrededor de su cuello y dejé un beso sobre sus labios, intenté alejarme, pero él negó. Dejó otro beso en mis labios y ahora si se alejó, y me permitió nadar a mi gusto, y él también nadó tranquilo.
Y mientras lo veía nadar pensé en que no tenía que estar desnuda, con nuestros cuerpos unidos para poder sentir su cercanía, o sentirnos de manera íntima. Ice estaba a unos metros de mi, y fue en este momento cuando más cercano lo sentí. Como si fuera mío y yo de él.
Pensé en que Neptuno quería que yo fuera uno solo con mi capitán, pero yo veía eso imposible, pues a mi sentir, yo ya me sentía de Harry, me sentía de él en cuerpo y alma. ¿Cómo podían pedirme que el hijo de Neptuno y yo fuéramos uno mismo? ¿No se daban cuenta que yo ya era más con Harry que conmigo misma?
Todos hablan de que ya hay un destino forjado para mi, pero no puedo creerlo así cuando yo veo a Ice y siento que él siempre fue y será mi destino.
Él nadó acercándose a mi, ya habíamos pasado mucho tiempo disfrutando del claro. Me encontraba en un punto donde podía pisar el fondo con mis pies mientras que el agua me llegaba por encima del pecho.
—¿En qué tanto piensas? —Harry formuló parándose frente a mi. Su cabello mojado se había pegado a los lados de su rostro.
—En mi destino. —Respondí honesta. —¿Tú crees que yo te pertenezco? —Pregunté seria, haciendo referencia a nuestros destinos.
Harry se quedó callado y después negó. —Jamás diría que me perteneces. Tú eres del mar, y el mar es de ti. Nadie es tu dueño, ¿me entiendes? Tú eres dueña de ti y de a donde te lleve el mar.
Sus palabras me dejaron pensando, iba a replicar, pero entonces él agregó;
—Eres libre, Anea, de estar con quien tú quieras, eres libre para navegar el mar, libre para seguir tu propio destino... pero si quieres compartir tu libertad conmigo, gustoso te acompañaré. No quiero que me pertenezcas como un pájaro enjaulado, quiero verte libre surcando los cielos sobre los mares tal ave, quiero ser el aire que te acompaña y acaricia tus alas, tan sólo quiero eso.
Las palabras me faltaron, y aún si las hubiera hallado, no habría podido usarlas.
Tan sólo eliminé la distancia que terminaba de separarnos, y junté mis labios con los suyos.
Pudiendo haber dicho que yo era suya, pudiendo haber pedido todo de mi, Harry tan sólo prefirió verme libre antes que atada a él. Y todo tuvo sentido, ¿qué mejor que dos almas libres decidiendo acompañarse?
Seguí besando a Harry, y una vez más, me sentí (no de él) con él.
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