XXXIV

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XXXIV. El Pasado Conoce Al Presente.




Sus ojos verdes lucen algo confundidos, y justo así estoy yo, aunque nuestro momento no dura mucho cuando alguien más lo jala y ahora es él quien tiene un cuchillo en su cuello.

—Ordena a tus hombres que bajen sus armas. —El hijo de Neptuno habló con voz amenazante, y comprendí que Timy era el capitán. ¿Cómo era esto posible?

—¡Bajen sus armas y regresen al barco! —Timy ordenó aceptando su derrota, aunque parte de que no resistiera lo atribuía a la sorpresa de habernos encontrado.

Los oficiales que aún vivían obedecieron, y algunos piratas los "escoltaron" hasta su barco quedándose allá, claramente para evitar que pusieran el barco en marcha y escaparan.

Tom, que no lo había visto durante la lucha, se acercó a Timy y le quitó todas sus armas.

Los ojos verdes de aquel conocido mío volvieron a encontrar los míos y sin meditarlo me acerqué a él.

—¿Qué haces aquí, Timy? ¿En qué momento te convertiste en un capitán de la naval? —Solté mis preguntas, pero a él no le dio tiempo de responder antes de que el capitán se adelantara a hacerlo, e incluso si hubiera tenido tiempo, dudo que hubiese respondido, él parecía no salir de su sorpresa.

—¿Lo conoces? —Me preguntó y yo asentí. —¿De dónde?

—De mi niñez, era un buen amigo mío. —Respondí honesta. —¿Puedo hablar con él a solas? —Pedí y aunque vi la duda en los ojos del capitán, él terminó por asentir.

Empujó a Timy hacia su camarote, después lo llevó a sentarse a una de las sillas junto a la mesa, y ató sus pies y sus manos a la silla. Cuando finalizó, salió del camarote concediéndome mi momento.

—Anea Dankworth... —Pronunció mi nombre pero no lo dijo en ese tono alegre con el que siempre me había tratado, lo dijo como si no pudiera creer que sus labios pronunciaran nuevamente ese nombre, como si no pudiera creer que me tuviera frente a él.

—Timothée Chalamet... —Repetí su mismo tono. —Nunca creí que nuestros caminos se volverían a cruzar. —Susurré, yo tampoco podía creer del todo que lo tenía frente a mi.

—Comparto tu sentimiento, ya me había resignado a que no regresarías nunca a mi vida. —Dijo con un tono casi triste. —Regresé al pueblo, ¿sabes? Iba con toda la intención de pedir tu mano y casarnos, pero cuando llegué a tu casa tus padres me dijeron que tú simplemente habías abandonado a la familia sin avisarle a alguien, sin decir nada. —Me dio a conocer, me sorprendió que mis padres no hubieran dicho que estaba muerta. —Intenté buscarte, pero mis padres me prohibieron hacerlo, poco después me obligaron a casarme con Ilena...

Toda esa información hasta cierto punto me dolió.

Timy y yo habíamos crecido en el mismo pueblo, y por azares del destino a muy temprana edad nos hicimos amigos cuando chocamos en el jardín de la iglesia del pueblo. Él era hijo de un hombre rico del pueblo, un hombre que provenía de Francia y prácticamente era un noble el cual se casó con una mujer en Portugal que compartía su misma posición económica. La vida de Timy era un infierno gracias a su padre, ese hombre era el diablo en persona que se dedicaba a atormentar a su hijo de distintas y crueles maneras. Trataba a Timy muy mal, por eso él se refugiaba en mi, y cuando mis padres empezaron a tratarme mal, yo me refugié en él, aunque nunca le dije de lo que me acusaban. Podría decirse que fuimos el primer amor del otro, incluso llegamos a besarnos, pero todo fue bastante inocente, fuimos más amigos que enamorados. Cuando yo cumplí 16 años y él 18, su padre lo obligó a irse a estudiar a una de las ciudades importantes en Portugal. Timy prometió que volvería al pueblo cuando terminara de estudiar, y que se casaría conmigo. Y aunque sé que él fue sincero, en ese entonces me dije que Timy jamás querría casarse conmigo cuando se enterara de mi supuesta "maldición".

O A T H  1 & 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora