XIX

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XIX. Una Danza de Batalla.



Los gritos a mi alrededor logran aturdirme.

Mi piel está empapada por sudor lo cual es perfectamente entendible debido a la situación. Mi rostro se siente caliente... en realidad todo mi cuerpo así se siente.

Mientras corro, me tropiezo con algo y termino en el suelo con un fuerte golpe. Gimo en dolor, mis manos sangran, mi pierna tiene una cortada que arde, por un instante cierro los ojos, pensando que sería buena idea dormir un momento, pero sé que si lo hago, lo más probable es que nunca despertaré.

No, mi historia no puede terminar aquí, no de esta manera tan patética.

Con todas las fuerzas que me quedan me impulso y me levanto, al momento de hacerlo, una flecha roza mi brazo izquierdo, he corrido con suerte pues sólo dejó un raspón. No me permito mirar hacías atrás, pues me temo que veré la causa de todo este caos.

Sigo corriendo, mas al no hacer mis cálculos bien, termino acorralada por el fuego que se esparce en el centro de la isla, me temo que pronto consumirá todo el territorio. Una especie de rugido se escucha detrás de mi y siendo honestos sentí ganas de llorar, esa cosa me estaba alcanzando y pronto me atraparía.

Miro a mi alrededor buscando una abertura entre el fuego y doy gracias a Neptuno cuando la localizo, corro hacia ahí y sigo corriendo con la esperanza de superar al fuego y al guardián que me acecha, sin embargo la suerte no estaba de mi lado. El fuego me vuelve a aprisionar y esta vez sé que el guardián me ha alcanzado.

Otra flecha es lanzada pero esta si logra perforar y atravesar la piel de mi brazo izquierdo. Doy un grito de dolor justo cuando la saco para que no me impida moverme, pues lo necesitaría. Las llamas del fuego crecen y cada vez siento más ganas de desvanecerme. Una sombra entre las llamas se empieza a ser notoria y yo trago duro mientras tomo la espada que Harry me había dando antes de que todo se complicara.

Aquella cosa, hombre, bestia, o lo que sea que fuera apareció frente a mi; miré sus ojos como de gato en los cuales las llamas se reflejaban dándole un toque siniestro, tenía la postura de un hombre, pero garras y colmillos como los de un tigre, la poca piel que no estaba cubierta con pelo tenía un aspecto de quemaduras, y por último, cuando rugía sacaba su lengua como la de una serpiente.

A su lado, apareció el hombre de barba y cabellos blancos, él era quien se encargaba de arrojar las flechas, así mismo él era quien controlaba al guardián. Aunque ahora que lo pensaba, habíamos entendido todo mal; el hombre de cabellos blancos era el verdadero guardián, mientras que la bestia era su mascota.

Y en ese momento supe lo que tenía que hacer.

La bestia rugió y se echó a andar con fiereza hacia mi, yo sabía que pelear con él no tenía esperanza alguna, pero tenía que entretenerlo lo suficiente para poder acercarme al verdadero objetivo. Corrí al encuentro de la bestia, debí contemplar mi ataque mejor, pues aquella cosa terminó rasgando mi pecho. No había tiempo para quejarme en dolor, levanté mi espada y el retrato de Tom cruzó mis pensamientos; es un baile, Anea, danza con la bestia y salva tu vida.

Bloqueé un segundo zarpazo, esta vez hiriendo su brazo con mi espada, por supuesto que la bestia apenas y lo sintió como un simple rasguño. Miré de reojo al verdadero guardián, este había bajado su arco y miraba la escena que yo le ofrecía. Si, ahora era un buen momento, estaba distraído. La bestia volvió a herirme sólo que esta vez en mi brazo derecho pues lo había usado para cubrirme de un golpe mayor. Mi mente me gritaba que era ahora o nunca, que debía correr y tratar de apuñalar al guardián, pero temía gastar mi única oportunidad.

Continuaba tratando de herir a la bestia con mi espada, pero no tenía éxito, al menos no me había matado aún. Aquella cosa rugió cuando mi espada cortó parte de su torso, y de tener fuerzas habría sonreído.

Ahora o nunca, ahora o nunca.

"Ahora, Anea, haz caso a tu instinto." Escuché un susurro familiar, como en la Isla de los Murmullos. Quizá ya estaba perdiendo la razón, pero mi mano libre tomó mi cuchillo que aún me acompañaba, giré y lo arrojé con todas mis fuerzas al guardián, al no esperarlo, terminé hiriendo su brazo derecho, este inconscientemente llevó su mano libre a su brazo herido, y yo aproveché y corrí la escasa distancia que nos separaba tan rápido como pude y cuando lo tuve lo suficiente cerca, con mi espada apunté a su corazón atravesándolo.

Un grito y un rugido se escuchó, yo había gritado y la bestia había rugido detrás de mi cayendo al suelo.

Saqué mi espada de su cuerpo, y el guardián también cayó al suelo. Sus ojos completamente negros quedaron abiertos y en su lecho de muerte alcanzó a susurrar una sola palabra:

Filia...

Mi estómago se revolvió y vomité. Pasé mi mano para limpiar las comisuras de mi boca, aún no podía cantar victoria, aún tenía que salir de esta isla. Antes de echarme a correr miré el colgante en el cuello de el guardián, y a pesar de mi mala experiencia al tomar un medallón, me dije a mi misma que ya nada podría ser peor, así que lo quité de su cuello y lo eché a mi bolsillo.

El fuego crecía cada vez más, a este punto ya debería estar consumiendo la mayoría de la isla, finalmente comencé a resentir la falta de oxígeno y sin más me dispuse a correr, esta vez no había abertura alguna, así que me mentalicé para correr y atravesar esa barrera de fuego. Conté hasta tres, y lo hice, estaba cerca del borde de un acantilado, si la caída al mar no me mataba, el fuego lo haría, y siendo honestos prefería morir en el mar. Al menos así le costaría menos trabajo a Neptuno recuperar su Preciado medallón.

No había tiempo para pensar en saltar o no, pues si me detenía a pensarlo la cobardía se adueñaría de mi, así que corrí hacia el borde y me aventé al mar.

Lo último que recuerdo es sentir mi cuerpo frío al contacto del mar, y pedirle a Neptuno que no permitiera que me comieran los tiburones que rondaban cerca de la playa.





Hola, hola. Dos capítulos en un día. Pero qué pasó aquí? Que alguien me explique. Ahre muchas gracias por seguir aquí, los amo mucho. ⚡️

O A T H  1 & 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora