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Capitulo 18. Maratón.

Tom. "Y así es la vida, pequeña florcita".

No tenía ganas de absolutamente nada, menos de agarrar el celular que no paraba de vibrar al lado mio. Ni siquiera tenía que estirarme para alcanzarlo, pero me negaba a hacerle caso al mundo real cuando este era una completa mierda.

Se supone que el ser gay tiene que facilitarse las cosas, el amor de tu vida para siempre, nada de celos, y de esas tonterías. Pero, no.

¿Una chica? Igual, creo que si hubiera sido un chico mi corazón estaría más roto aún. No sé ni que día de la semana es, ni la hora, no sé donde esta mamá ni su esposo. No sé absolutamente nada, y me parece perfecto. Es hora de darle luto a mi muerta vida amorosa, y ya que esta, enterrar las horribles imagenes de Billy y... esta chica, a los besos. Sé que Pam quería que no lo viera, pero me acerqué lentamente a donde se estaban besuqueando.

Estaba en bóxers, y una holgada camiseta rotosa. Era mi ropa para los días de duelo, baje las amplias escaleras casi arrastrandome. Y llegue a la estantería del escritorio de la cosa arrugada que mamá tiene como esposo, miré de manera tierna a todas las botellas de ginebra, whisky, vodka y ron. Aspiré el olor a habano que tenía toda la sala.

Abrí la estantería, agarre una botella de no sé qué y camine hasta el pulcro escritorio de madera de caoba, y busqué casi con desespero un habano. Nunca fumé uno, pero esta combinación va justo con el maratón de péliculas de mafiosos, que mis tíos me regalaron. Soy un gay pasiva, hello. Hubiera preferido, no sé, un maratón de La Princesita Sofía. Pero los regalos de los familiares siempre son muy malos, más de los míos, que pensando que al regalarme una entrada a la lucha libre, me empezarían a gustar las vaginas de la nada. Obvio que voy igual, esos cuerpos esculturados y los bultos sacundiendose de aquí para allá, son dignos de ver.

Cuando prepare la computadora, las peliculas, la botella y el habano, me tire a la cama con la idea fija de terminar tan borracho que vomitar sería lo menos asqueroso. Algo así como olvidar a Billy tomando el camino fácil, sé que no es lo mejor, pero no me importa ni un poco.

-Llegamos.- La puerta se abrió y por alguna razon eso me dió gracia. Miré con los ojos entre abiertos a mamá que me miraba pálida.

-¡¿QUE SIGNIFICA ESTO?!- Gritó, y me reí aún más fuerte.

-La inteligencia nunca fue tu fuerte, mamá.- La voz me bailaba en la boca, arrastraba las palabras y me sentía muy cansado.

-¡¿PERDÓN?!- El alarido que pegó lo escucho hasta la vecina, si, la vecina sorda de la otra cuadra.

-¿Porque debería perdonarte? ¿Por casarte como 10 veces y que yo te chupara un huevo? - Murmure jugando con el habano, y me volví a reir. Bueno, estaba tan borracho que no me acuerdo mucho lo que siguió despues.

-Thomas...- Dijo entre sorprendida y dolida mamá. Pero claro, la gente sabe cuando esta haciendo las cosas mal. Yo sé que estoy haciendo algo mal y hago que no me doy cuenta, ahora la mujer que me dió la vida va a actuar de mina inocente y bondadosa.

-Llama a Pam.- Susurré. Noté algunas lágrimas en el rostro de mamá pero era todo muy borroso, muy triste y diferente.

Me sentía agotado tanto fisica como emocionalmente, no quería ver a Kyle, en ese momento era capaz de contar toda la verdad y Pam era la que más parecía entenderme.

-¿Quién es Pam?- Preguntó mi mamá. Me reí y me acerqué al celular. Al desbloquearlo, vi la foto de Billy junto a mi en la costa. Se veía tan bien el la foto, callado, ni parpadeaba, no podía cometer error alguno y era feliz así. Sentía esa sensación de poder al tener, de alguna loca y retorcida manera, a Billy encerrado en la simple pantalla de mi celular.

10 Razones para Conquistarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora