Pov Reli
Si la reina se hubiese enterado de lo que le había hecho a su enviada, mi cuello habría sido arrastrado por toda Europa. En palabras de Dalila y a pesar de no saber su significado, era un imbécil. La culpa que sentía me dificultaba el respirar y ocasionaba la sequedad de mi boca.
-¿Conde?- La molesta voz de la mujer con la que había estado teniendo intimidad se hizo espacio, molestando a todos los que esperábamos por las noticias del médico.-¿Qué?- Pregunté con brusquedad mientras me acercaba para echarla de mi propiedad.
-¿Por qué no volvió a sus aposentos? Estuve esperándolo.- Me molestaba que intentara parecer una mujer respetable cuando no lo era. Una mujer respetable no tendría intimidad sin estar casada.
-Váyase.- Le ordené.-Pero conde…- Ella acarició mi pecho con lentitud e intentó continuar con lo que se había quedado a mitad antes de que me levantase y fuese a custodiar.
-¡He dicho que se vaya!- Bramé, asustándola.- Sáquenla sin que sea vista.- Ordené a los dos guardias que habían tenido que custodiar la habitación de la enviada.
Volví a instalarme en el lugar en donde me encontraba antes de la molesta aparición de aquella mujer. Estaba nervioso, el médico aún no había salido de los aposentos en donde estaba siendo atendida ella y por ende, no sabía su estado. Me arrepentía por todo lo que le había hecho pasar en esos pocos días que había estado en mi época y no sabía qué hacer cuando la señorita Dalila despertase, porque tenía que hacerlo, ella tenía que reaccionar.
-Conde.- La voz de la anciana me hizo alejar la mirada de aquella puerta.-Dígame.- Hice una señal con la mano para que los guardias se alejaran y ella pudiese hablar con libertad.
-Tan pronto Dalila despierte nos iremos.- Informó.
-¿Qué?- Creía haber escuchado mal, ellas no podían irse.
-La joven no está cómoda y he provocado más situaciones de las debidas.- Habló. En su mirada se veía la culpa reflejada.
-No pueden irse, ella fue enviada por algún motivo.- Intenté que entrase en razón.
-Entiendo que fue enviada por la reina pero…- Detuvo sus palabras mientras analizaba lo que diría.- No pretendo ofenderlo pero usted debería controlar sus impulsos si no desea alejarla.
-No estoy entendiendo a qué se refiere.- Sí que lo hacía, entendía a la perfección qué era lo que me decía pero quería saber su punto de vista.
-A sus sentimientos por su protegida, por supuesto.- ¿Qué?
-No, no.- Respondí sin poder evitar reír.- Se equivoca.
-¿Lo hago?- Sentía que ella me retaba.- Usted cree que su comportamiento hacia Dalila y su pretendiente es normal, ¿no?- Asentí.- ¿Recuerda al rey de Britmongh?
-¿Qué tiene el rey que ver en esto?- Me sentía confundido.
-El rey, como usted sabe, comenzó siendo poco cuidadoso con la reina pero luego comenzó a sentir amor hacia ella.- Achiqué los ojos aún sin entender por dónde iba su idea.- Él no permitía que nadie se acercase a su protegida.
-Ah, eso. Permito que personas se acerquen a la señorita Dalila por lo que sus palabras no tiene sentido.- Me alejé de la anciana y volví a posicionarme frente a la puerta, esperando por ella.
-Si no tiene sentimientos por su protegida, entonces no tendrá problema en que su pretendiente la corteje.- Algo en aquellas palabras me había molestado.
-Puede hacer lo que le apetezca, no soy su dueño.- Y mis palabras solo hacían que mi malestar aumentara.
-Dalila estará muy feliz de ver a su pretendiente sin que haya algún problema.- Murmuró Sara.
Me giré hacia ella y para mi sorpresa, había desaparecido. Esa mujer había lanzado su veneno y luego huido. Mi mente me traicionó al llevar a mí, aquel momento en que el hombre había besado la frente de mi protegida y cómo los ojos de ésta brillaban de encanto.
-Son solo palabras vacías.- Me repetí una y otra vez.- Lo único que hago es proteger a la enviada de la reina para proteger estas tierras del asecho del mal.
Pov DalilaMis párpados pesaban y mi cabeza y cuerpo dolían horrores. ¿Me había muerto? ¿Por qué todo a mí alrededor se veía blanco y luminoso?
-Señorita, ¿me escucha?- Preguntó la voz de un hombre pero no podía identificar de quién era.-¿Dalila?- Sara… La voz de aquella problemática viejecilla hizo acto de presencia.
Mi vista era borrosa, no podía enfocar nada en específico a pesar de tener tres cabezas frente a mí. Sabía que una de ellas le pertenecía a Sara porque era la que más baja se encontraba. La otra, la cabeza más amplia debía ser del hombre desconocido, no estaba tan alta como para ser del conde. Por último, se encontraba la más alta de todas y la que pude enfocar un poco, con el paso de los segundos.
-Hijo de fruta.- Susurré, cayendo en la inconsciencia nuevamente.
Volví a tener control de mi cuerpo cuando la claridad del sol había desaparecido en su totalidad. Con cuidado me senté sobre el colchón para ver dónde me encontraba, esa no era mi habitación, era algo más pequeña y no tenía tanta decoración como el resto.
-Mi cabeza.- Murmuré, cubriendo con mis manos el área afectada.-¿Cómo se encuentra?- Preguntó la voz del conde.
No podía verlo, la luz de la antorcha no llegaba a todos los rincones de la habitación. Al notar que no había encontrado su escondite, decidió salir de él, dejándome ver cómo su cuerpo salía de entre las sombras.
-¿Le duele?- Volvió a preguntar mientras se acercaba al colchón en donde me encontraba.- Responda, Dalila.
No iba a hablarle, él había sido el loco causante de todo lo sucedido. Su comportamiento era absurdo e infantil y yo ya estaba cansada de eso.
-Dalila…- Murmuró cansino.- Necesito saber si está bien.
Al no obtener respuestas por mi parte, asintió repetidas veces mientras exhalaba ruidosamente.
-Entiendo su malestar y me disculpo por mi actuar, no volverá a ocurrir.- Habló por lo bajo.- Le aseguro que no soy así y que mis intenciones no eran herirla.-Necesitas un psicólogo.- Susurré.
-Ese es su labor, ¿no?- Sonrió levemente aunque su sonrisa no llegó a sus ojos.- Ayúdeme entonces.
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La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]
Fantasía💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Tercer libro de la saga EE.• •Recomiendo leer los primeros dos libros para entender lo que sucede.• El libro ha vuelto a hacer de las suyas, ahora solo qu...