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El conde era alguien bastante mandón y grosero con aquellas personas externas a su pequeño círculo de confianza pero esa expresión y forma de ser desaparecía cuando me asomaba en donde estaba. Podía estar discutiendo con alguien sobre qué era mejor para ambas ciudades y si me veía, continuaba el intercambio de opiniones sin querer lanzarse sobre el cuello de la otra persona.

-¿Qué haces por aquí?- Preguntó a mis espaldas. Me había pillado infraganti.

-Nada.- Sonreí inocente.

-Dalila...- Acarició el contorno de mi rostro mientras sus ojos me miraban acusadoramente.- ¿Espiando?

-No.- Intenté recomponerme del susto.- Jamás me atrevería.

-No es la primera vez que te veo caminar por aquí, justo cuando discuto temas importantes.- Me acusó.

-¿Yo?- Pregunté falsamente sorprendida.- Jamás me atrevería.

-Sé lo que haces.- Besó las comisuras de mis labios.- No mataré a nadie.

-Nunca he dicho algo parecido.- Era tan coqueto que mantenerme a raya era una misión prácticamente imposible.

-No, pero me vigilas.- Volvió a acusarme.- Cruzas de allí hasta allá.- Señaló la trayectoria.- Para que pueda verte y me calme.

-Me acusas sin pruebas.- Murmuré, haciendo círculos sobre la parte de la camisa que cubría su pecho.

-Mi mujer me vigila y luego me seduce en un rincón escondido de la sala de reuniones.- Murmuró por lo bajo.

-Estás reunido.- Le recordé.

-Al demonio con el duque de Vielnatt.- Susurró.

-No, ve y continúa hablando con él pero mantente relajado.- Mordí suavemente su labio inferior.

-Admite que me vigilas y volveré a escuchar sus banales palabras.- Siguió susurrando.

-De acuerdo, admito que doy pequeños paseos para mantenerte calmado.- Admití sonrojada.- Pero me voy tan pronto dejas de gritar.

-¿Qué debería hacer contigo?- Preguntó juguetón.

-Besarme y luego volver allí, por supuesto.- Susurré.

Reli hizo caso a mi petición de inmediato. Unió nuestros labios y besó con lentitud para no levantar sospechas por algún ruido innecesario.

-Ve.- Murmuré.

-Te veré luego.- Volvió a besar castamente mis labios y comenzó a alejarse.- Sigue paseándote por aquí, me gusta verte.- Dijo al volver a estar frente a mí.

Mi esposo depositó un último beso sobre mis labios y se alejó, no sin antes girarse para mirarme una última vez.

-¿Dónde estaba?- Preguntó la voz del joven duque de Vielnatt.

-Buscaba unos documentos pero no los he encontrado.- Se excusó Reli.

-Es bueno mintiendo.- Murmuré sorprendida.

Salí del salón de reuniones bajo la atenta mirada del conde de mirada castaña, quien sonreía con sutileza. Me sentía muy feliz y mi ánimo se hacía notar a medida en que mis pasos iban acompañados de un casi inaudible tarareo.

-¿Dalila?- Mis pasos se detuvieron al escuchar un posible altercado.

-Heit.- Saludé con una sonrisa.

No podía acercarme, un trato era eso, un trato y no se podía romper. Él me veía decepcionado, tal y como me había visto el día de mi boda. Había hecho como si no lo hubiese visto pero en esos momentos no podía hacer lo mismo.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora