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Habían pasado semanas y aquel hombre seguía escribiéndome, sin importarle cuánto me demorase en responderle. Me había tenido paciencia sin siquiera pedir explicaciones y por ese motivo había aceptado la primera invitación para salir que me había hecho desde nuestro café.

Habíamos ido a comer y luego a tomar algo en unos de los pocos bares que había en la ciudad. Agradecía que fuese en algo tan casual como comer comida chatarra o beber cualquier cosa, no me gustaba las cosas demasiado formales. Si bien no me gustaba el alcohol, había comenzado a consumirlo en pequeñas cantidades desde mi vuelta.

Una vez que decidimos irnos, el frío aire nocturno acarició nuestra piel si compasión. A pesar de no ser una temporada demasiado fría, aquella noche era inusualmente helada.

-Tengo que decirte algo.- Rompió el silencio que manteníamos mientras caminábamos bajo la bonita noche.

-Dime.- Giré mi rostro hacia él durante algunos segundos para que supiese que le prestaba atención.

-Sé que has estado pasando por un momento difícil.- Comenzó y fruncí el ceño desde ese instante.- Lo noto por la distancia que mantienes.

-Mm.- Asentí sin dejar de caminar.

-Dalila...- Murmuró mientras buscaba cómo continuar sus palabras.

Yo no pude evitar detener mis pasos al percatarme de un pequeño detalle.

-Jamás te dije mi nombre.- Murmuré.

-Y yo no te hubiese invitado a tomar un café si no te conociera.- Respondió, haciendo que me girase hacia él por completo.

-Si lo hubieras hecho.- Afirmé con seguridad.- Eres un mujeriego empedernido.

-Y tú la más hermosa flor que he visto.- Corrí hacia él y me lancé a sus brazos sin poder contener mi emoción.- Te tardaste mucho.

-¿Por qué no lo dijiste?- Pregunté, ahogada en llanto.

-Pensé que me habías olvidado pero actuabas como una mujer en luto así que supuse, solo supuse.- Él me observaba mientras acariciaba mi rostro.

-No vuelvas a dejarme sola.- Él negó repetidas veces con la cabeza.

-No hasta que llegue nuestro momento en esta época.- Susurró, colocando mi mano en su pecho y yo la suya en el mío.

-Te amo.- Susurré.

-Yo a ti, mi pequeña.- Reli me atrajo hacia él y me besó como en mucho tiempo no lo había hecho.

No podía creer que era él, simplemente no podía dejar de pensar que era un sueño. No importaba cuánto me besara o acercara a su cuerpo, era un cruel sueño del que no quería despertar.

-¿Cómo estaban ellos?- Preguntó después de nuestro paseo.

-¿Quieres la verdad o la mentira?- Me giré hacia él para que ningún detalle se me escapara.

-La verdad, naturalmente.- Murmuró.

-Estaban mal. Irina intentaba parecer fuerte pero ya sabes... ella te adoraba. Niels era tal vez el más tranquilo porque sabía que te habías ido en paz y Einar, él siempre había sido como tú. No le gustaba verse vulnerable frente a nosotros pero sé que lo sufrió mucho.- Murmuré con la mirada perdida en el suelo.

-Sabes que era algo que tenía que suceder, un proceso natural de la vida.- Asentí repetidas veces.

-Lo sé aunque no es muy natural que estés aquí.- Murmuré bromista.

-Yo tampoco lo entiendo.- Se sinceró.- Debe haber una explicación razonable.

-No creo que razonable sea la palabra que utilizaría.- Susurré cuando envolví mis brazos alrededor de su cuello.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora