Capitulo 2:

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Ayumi, Genta y Mitsuhiko ya habían decidido donde querían acampar. Ayumi, muy feliz, quiso comunicárselo a Conan, que permanecía distanciado de ellos.

- ¡¡¡Conan!!! -exclamó la niña- ¡¡Ya sabemos a donde queremos ir!! ¿Eh? ¿Qué te pasa, Conan?

La voz de Ayumi se escuchó preocupada, y todos los niños miraron encuriosidos a Conan. El chico permanecía inmóvil escondiendo su cara bajo su flequillo.

- ¿No te encuentras bien, Conan? -preguntó Mitsuhiko.

- ¿Tienes hambre, Conan? -preguntó Genta.

Conan no entonaba palabra, entonces el doctor Agasa le preguntó:

- ¿Qué sucede Conan, no te sientes bien?

Los niños se sorprendieron al ver que resbalaban algunas lágrimas por la cara de Conan.

- ¿¿¡¡Conan!!?? -exclamaron los tres niños al unísono.

Pero los niños no eran los únicos sorprendidos. El doctor Agasa y Haibara también le miraban sorprendidos.

- Perdonad... -dijo finalmente el chico, mientras unas cuantas lágrimas le deslizaban por las mejillas- Ahora mismo sólo quiero estar solo...

Dichas estas palabras, Conan corrió hacia el sótano/laboratorio y se encerró allí.

Dejó a todos los presentes sorprendidos y preocupados, pero nadie quiso interrumpir su estancia en el sótano. Sólo Haibara se atrevió a hacerlo cuando los niños se fueron a sus casas.

Toc, toc. Era Haibara llamando a la puerta del sótano/laboratorio.

- Dejadme solo. No quiero hablar con nadie -dijo Conan.

- Yo no soy "Nadie" -respondió Haibara- Soy Ai Haibara. Déjame entrar...

- ¡No querer hablar con nadie es querer estar solo! -gritó Conan, casi molesto.

Haibara respiró hondo y gritó todavía más fuerte que Conan:

- ¡¡¡¡O me abres esa puerta y me dices qué te pasa o te inyecto un veneno que te convertirá en ratón para siempre!!!!

- Chantajista... ¬¬ -pensó Conan para sí.

Ante la amenaza, Conan abrió la puerta y dejó que Haibara entrara.

- ¿Qué te pasa, Kudo? ¿Es por ella? -preguntó la niña.

Conan afirmó con la cabeza y después habló:

- Me ha dicho que no piensa esperarme más y que es mejor que me olvide de ella...

- ¿Y qué harás? -preguntó interesada Haibara.

Conan suspiró tristemente y dijo:

- Supongo que le haré caso... O por lo menos intentaré olvidarla. Ella tiene razón... No es justo que le pida que me espere cuando ni siquiera yo sé si algún día podré volver...

- Me imagino que debe ser muy duro... -agregó Haibara.

- Tsk ... Qué vas a saber tú si no te has enamorado en la vida... -dijo Conan, casi despreciando el apoyo que le intentaba dar Haibara.

- ¿¡Y tú qué sabes acerca de mis sentimientos, señor detective!? -exclamó ella molesta y ofendida por el comentario.

- ¿Eh? -se extrañó el chico- ¿Tú te has enamorado alguna vez, Haibara? ¿De quién?

- Eso no te importa.

- ¡Sí que me importa!

- ¿Y por qué te importa? -preguntó Haibara.

- ¿Por qué me importa? -se preguntó a sí mismo Conan- Pues no lo sé... Supongo que me importa porque te veo como una hermana y me preocupo por ti...

- "Como una hermana..." -pensó en silencio Haibara.

- Bien, si vas a pasarte el resto de tu vida aquí encerrado será mejor que me vaya antes de que empieces a ordenarme que te traiga aquello o lo otro... -dijo Haibara al tiempo que se acercaba a la puerta para salir.

- ¡Espera! -la detuvo Conan extendiendo un brazo- No te vayas todavía...

- ¿Y por qué debería quedarme? -preguntó ella.

- Porque no quiero estar solo- respondió Conan, tristemente.

Un amor de doble filoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora