Capitulo 48

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Shinichi había tenido un día normal de instituto. Había salido a la pizarra a hacer unos cuantos ejercicios, había jugado a fútbol, había sido interrogado por sus compañeros acerca de la relación que mantenía con Shiho, y se había encontrado tres cartas de amor en su taquilla. Las había mirado durante unos segundos, pero rápidamente las había escondido en su mochila sin ni siquiera abrirlas y ya se había olvidado de ellas.
Sonó el timbre indicando el final de las clases por aquel día y Shinichi recogía rápidamente sus cosas. Fue el primero en salir del aula con una cara ansiosa de algo.

-¿A dónde va ese con esa cara tan sonriente? -preguntó Sonoko a su amiga- Me pone de los nervios... ¬¬'

-No lo sé... ^^U -respondió Ran, pensando que le gustaría saberlo.

Algunos minutos después, en una calle cercana, Shinichi se acercaba corriendo a lo que quedaba de La liga de detectives junior.

-¡Chicos! -gritó el detective desde lo lejos- ¿Dónde está Haibara? -preguntó cuando estuvo más cerca de ellos.

-¿Tú eres su primo, no? ¬ ¬ -preguntó Genta, desconfiando.

-Sí... ^^U

-¡Entonces deberías saber eso tú!

-¿Yo? -se extrañó él- ¿Por qué?

-¡Porque esta mañana cuando íbamos de camino a la escuela, ha dado media vuelta y se ha ido! No la hemos visto más... -sentenció Mitsuhiko.

Shinichi estuvo pensando durante unos segundos antes de echar a correr.

-¡Eh! ¡Oye! -le gritaron los niños, pero él siguió sin detenerse.

Llegó a su casa en unos pocos minutos, abrió la puerta como un deseperado y empezó a gritar:

-¡Haibara! ¿¡Estás aquí!? ¡Responde! ¡Haibara!

El chico la seguía buscando por cada habitación sin obtener respuesta alguna, pero sabía que ella había entrado antes que él en esa casa porque faltaban sus zapatillas en el recibidor. Sin duda ella las había usado, y probablemente las seguía usando.
Coincidiendo con un grito y pronunciando su nombre, entró a la que era su habitación y allí la encontró. Allí estaba ella, de espaldas, desnuda y sentada de cuclillas sobre la cama, con cuerpo de mujer y totalmente empapada en sudor.

-¿¡Shiho!? -gritó el chico acercándose a ella.

Ella mantenía su respiración agitada y no entonaba palabra. Shinichi se puso de rodillas sobre la cama, a su lado, y mientras la abrazaba y besaba la interrogaba sorprendido.

-¿Por qué lo has hecho? ¿No quedamos en que nos esperaríamos once años?

El chico se quitó la chaqueta del uniforme y con ella cubrió las espladas de Shiho y parte de su delantera.

-Lo sé, pero esta mañana lo he visto claro... Al verte junto a ella he sentido unos celos terribles y un miedo enorme ante la posibilidad de perderte. Por eso fui corriendo a casa del doctor Agasa y he estado preparando toda la mañana un antídoto que me permitiera volver a mi cuerpo...

-Pero... ¿Y qué pasa con tu deseo de tener una infancia feliz? -preguntó el chico algo desconcertado.

Ella mirándole con ternura a los ojos le respondió.

-Prefiero pasar lo que me queda de adolescencia contigo y feliz que vivir una infancia preocupada por si te voy a perder o no...

El chico comprendió las palabras de Shiho y no pudo hacer más que abrazarla y hablarle.

-Shiho... Mentiría si dijese que no me alegro de que hayas recuperado tu cuerpo, pero también puedo asegurarte que yo estaba dispuesto a esperarte los once años que hicieran falta... Cuando un hombre ama de verdad a una mujer, el resto de féminas quedan en segundo lugar para él, impidiendo que desee estar con una que no sea la amada.

Al oír las palabras dulces del chico, ella levantó la cabeza, y con la respiración todavía agitada y los labios secos, se acercó a la boca de Shinichi y sellaron su amor con un beso lento pero deseado.

Un amor de doble filoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora