Capitulo 42

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Unas cuantas vigas se desplomaron, cedieron su peso, cayeron... Bajo una de ellas, quedó atrapado Vodka, que empezó a notar el calor intenso del fuego sobre su cuerpo.

-¡¡Jefe!! -gritaba desesperado el hombre, esperando algo de ayuda.

Gin le miró pero ni se inmutó. No pensaba molestarse en ayudarle. Mantener la frialdad incluso entre temperaturas muy elevadas era una de sus características.
Por otra parte, Shiho cayó al suelo llevándose las manos al pecho. Empezaba a transformarse.
-Estúpida... -le dedicó el hombre, que la miraba indiferente.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah! -gritó de dolor al transformarse en Ai Haibara, delante de un incrédulo Gin.

-¿Cómo... -no lograba pronunciar palabra el hombre- ¿Cómo es posible?

-Así es... -le aclaró la pequeña- Mi veneno no mataba a las personas, sino que las rejuvenecía... Como verás, yo sí puedo salir de aquí...

Rápidamente Haibara empezó a trepar por la cuerda improvisada que se había procurado, pero Gin fue incapaz de aceptar dicha realidad y la agarró de un pie para que no escapara.

-Tú no irás a ningún sitio, Sherry... Tú morirás conmigo...

La niña no sabía qué podía hacer, si no salía rápidamente de ese lugar iba a morir intoxicada por humo o quemada por las llamas que cada vez consumían más y más.
De pronto otra viga cedió su peso y esta vez atrapó a Gin, que tuvo que dejar ir a Haibara.
Sin dudarlo ni un segundo, la chica subió cuerda arriba, mientras oía los gritos de dolor y desesperación de aquellos dos hombres que eran devorados por las llamas ardientes.

Una vez hubo logrado salir de aquel edificio, caminó unos 200 metros y cayó agotada al suelo. Su cuerpo no aguantaba más.

Mientras tanto, a medio kilómetro de donde se había parado Haibara, Shinichi recobraba el sentido. Se levantó rápidamente del suelo al acordarse de su amada Shiho y se derrumbó al ver el edificio en llamas. Aun así, no quiso rendirse y corrió para ir junto a ella. Mientras se iba acercando al edificio, observó el cuerpo de una niña en el suelo, y al acercarse a ella comprendió que se trataba de Shiho.

-¡¡Shiho!! -gritó preocupado el muchacho.

La cubrió con su chaqueta para que su cuerpo no quedara desnudo al aire, y después de comprobar que siguiera con vida, corrió con la pequeña en brazos. Como no podía tomar ningún taxi (ya que resultaría sospechoso que un adolescente se paseara con una niña desnuda), se metió en una cabina telefónica e hizo una llamada a cobro revertido al profesor Agasa. Le contó lo que había sucedido y enseguida fue a buscarles al lugar donde se encontraban.
El hombre no tardó en ir a recogerles, y se mostró muy preocupado por el estado en que se encontraba la "niña" que había estado viviendo con él durante tanto tiempo. Les dejó en casa de Shinichi, donde él acostó a Haibara con cuidado y amor sobre su cama. Shinichi acercó una silla al borde de la cama y se sentó. Con las manos juntadas bajo su mentón, estuvo observando durante un largo y tentido rato a esa "niña". Mientras la observaba, sonreía feliz y pensaba en lo afortunado que era por tenerla junto a él a pesar de todo. Aunque en esos momentos tuviera cuerpo de niña, sabía que era una mujer. La misma a quien hizo el amor un día sobre esa misma cama, y deseaba hacérselo de nuevo cuando se recuperara. También tenía pensado invitarla a muchos sitios, viajar, incluso algún día, pedirle matrimonio y formar una familia. Teniendo en cuenta las circunstancias, el rostro de Shinichi no podía esbozar más felicidad. De pronto, el timbre sonó.

Un amor de doble filoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora