Siempre al borde. Podría aprovechar el favor de las masas de aire para elevarme alto, muy alto. Pero nunca lo hago. Resulta frustrante y todo un misterio que acaba encajándose a la fuerza en el cajón de los propósitos, una especie de baúl que amenaza con estallar de forma inminente.
Miedos y ruegos a modo de rebelión silenciosa que empaña el cristal. A eso he llegado. A negarme cada imagen del sol en el recuerdo, a sufrir la condena de oscuridad abisal. Como si sólo me estuviera permitido anhelar el ocaso.
Y la culpa es mía, por supuesto. Nadie es responsable de mi vida en el subsuelo. Me repugna pasar las horas arañando la superficie, alimentándome de la luz derramada por cada hendidura cuando en el fondo sé que no me permitiré disfrutar del hallazgo.
Siempre al borde. Reclamo el oxígeno tapándome la boca, exijo el bosque sosteniendo el hacha, adoro la poesía rechazando el delirio, y cruzo los limbos, las cordilleras más altas, cada fase incorruptible del tiempo que me aleja de la muerte en un estado de fe que ningún mortal ha supuesto jamás.Pero sólo en el pensamiento.
Siempre al borde. Nunca salto, ni tampoco retraso los pasos.Siempre al borde.
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Mis insolencias (Retratos y latidos)
PoetryEl mejor retrato de una persona se obtiene al atender a cada locura que surge de su boca, tal vez a base de imprecaciones y verbos con vida propia. A veces sólo basta con dejar que el individuo divague unos minutos, incluso es posible que las insole...