Hay algo en tu voz que me reclama,
la cadencia divina de un destierro anhelado,
el tacto de la brisa en un día agotador.
Hay algo encerrado en tus ojos que me llama,
la promesa de caminos y cielo estrellado,
la caricia de un amanecer reparador.
Hay algo escondido en el fulgor de esa flama,
la que arde en tu pecho cual infierno acusado,
fuego inconsciente, pero abrasador.
Hay algo de mí atado al cabecero de tu cama,
sueño vívido de fe y vestigios del pasado
son la soga en este juego retador.
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Mis insolencias (Retratos y latidos)
PoesiaEl mejor retrato de una persona se obtiene al atender a cada locura que surge de su boca, tal vez a base de imprecaciones y verbos con vida propia. A veces sólo basta con dejar que el individuo divague unos minutos, incluso es posible que las insole...