Allie.
Hace un año.
Me siento terrible.
Soy la causa de cada pelea o discusión qué hay entre mis padres, y eso no es nada bueno.
Escucho como ellos se gritan en la cocina, llevan ya un rato así, y yo he hecho de todo para evitar escucharlos, cosa inútil. Por más que pienso o hago, el hecho de oír mi nombre cada cinco minutos de la boca de alguno, me pone más los sentimientos a flote, y las ganas de llorar no se hacen esperar más.
Esto pasa casi a menudo, digo algo que no debería, y ellos discuten por ello mientras a mí me mandan a mi habitación.
Abro la puerta de mi habitación, y las voces altas se agradan aún más. Bajo las escaleras hasta llegar a la cocina y me quedo bajo el umbral hasta que mamá me ve. Me observa un momento mientras papá sigue diciendo las malas actitudes que he tomado con el tiempo.
—Allie, vuelve a tu habitación —dice mamá y mi padre voltea hacia mí.
—No, no más —interviene—, discusión en la que Alena tenga que ver, es discusión en la que forma parte.
—Yo sólo quería un vaso de agua —miento. En realidad solo necesitaba saber que todo estaba en orden y nada había salido roto del lugar. Ya ha pasado. Ambos hacen eso.
—Pues te quedas —replica papá.
—Allie, tu padre y yo hemos estado preocupados por tu repentino cambio de apetito —comienza—, ¿hay algo que quieras contarnos, hija? Esta bien, puedes confiar en nosotros.
Claro que no.
—Si, lo sé —trato de sonreír.
—Bien, ¿qué te pasa con la comida? —dice ésta vez papá.
Cualquier rastro de una actitud más allá de solo estar plasmada, queda en el olvido. Ni siquiera puedo moverme o reaccionar.
—Últimamente no he tenido mucha hambre, debe ser algo hormonal o de la regla, no deben preocuparse.
—Nos preocupamos, y sé lo que te pasa —vuelve a decir él—. No se que tantas cosas te han metido en tu escuela sobre los cuerpos o estereotipos, pero no comer no es algo bueno. Si quieres bajar de peso haz ejercicio, eso hacen los no holgazanes —se cruza de brazos—, hacen actividades que favorezcan a su cuerpo, no que los perjudique.
—Frank... —interviene mamá pero él la interrumpe.
—Ella ahora es parte de las discusiones, ¿no? —le dice y vuelve a mí— He conocido a tantas personas que dejan de comer para lucir más "delgadas" —hace las comillas con sus dedos—, y todas han tomado el camino fácil.
Un nudo en mi garganta se forma y aprieto mis puños a mis costados para tratar de contenerme.
—Así como tomaron el camino fácil para dejar de comer, así de fácil debe ser para ellos reponerse y dejar malos hábitos, ¿no?
No lo sé.
—Yo creo que es una lucha para todos, papá.
—Luchas inútiles —dice al instante—. Inútiles porque si nunca hubieran tomado el camino corto no estarían muchos en rehabilitación, o conectados a un aparato que mide sus pulsaciones, o inyectados a no sé cuántos medicamentos.
No hago otra cosa más que bajar mi cabeza observando mis piernas que amenazan con flaquear.
Él se dirige hasta la nevera y saca un plato de comida. Lo deja sobre la mesa y me mira firmemente.
ESTÁS LEYENDO
De aquí a Saturno
Romance-No me sueltes. -No planeaba hacerlo. ADVERTENCIA Contiene temas fuertes y sensibles para algunas personas (TCA). Si eres delicado en ese aspecto, estará bajo tu responsabilidad leerlo o no. Gracias :))