V E I N T I N U E V E

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Caleb.

—¡Mamá! —tomo las llaves de mi camioneta de la mesita de la sala— ¡Me voy!

—Regresa temprano —baja por las escaleras. Se planta frente a mí, toma mis mejillas con fuerza y me da un beso en la frente.

—Mamá, por favor —me remuevo.

—Cállate, últimamente ni siquiera pasamos tiempo juntos.

—Si, lo sé —ella tiene razón, trabaja mucho o yo siempre estoy fuera de casa—. El próximo fin de semana, ¿te parece?

Me sonríe melancólicamente y asiente con la cabeza. Le devuelvo el beso en la frente y salgo de ahí antes de que no tenga tiempo, llegaré tarde.

Durante el camino, pienso en cómo llegué a éste punto de mi vida. Yo conduciendo rumbo a la chica que me rechazó y me dijo que explicaría todo.

Nunca me imaginé que ella me podría llegar a gustar, ni siquiera me detuve a analizarla un solo segundo antes, todo pasó tan rápido. Siempre la vi, pero ni una sola vez me atrajo de la manera que lo hace ahora, y no es solo superficialmente, hay algo en ella que me hace querer su forma de expresarse y de dirigirse hacia los demás. Ahora sé por lo que ha pasado, ambos hemos tenido la suficiente confianza como para hablar de nuestra vida, y eso es sorprendente, porque nunca creí decirle mis asuntos personales a alguien que no fuera Chad o Oliver.

Me estaciono frente a su casa y bajo de la camioneta. Ella ya está abriendo la puerta de su casa.

—Hola —sonrío como un tonto.

¿Qué me pasa? Ella ya me rechazó, ¿por qué sigo comportándome así?

—Entra —abre por completo la puerta.

Paso a su lado y aspiro su aroma. Es neutro, pero agradable.

—Es muy grande —observo cada rincón de la enorme casa.

—Si —suelta una risa incómoda—, supongo.

Avanzo hasta la chimenea y me detengo a mirar las fotografías que hay sobre ella. Tomo una con mi mano y sonrío al ver que ella está ahí. Se coloca a mi lado y me la quita para devolverla a su lugar.

—No toques nada.

—Lo siento.

Suspira y comienza a caminar hasta que sale a un jardín lleno de flores. Aún no me puedo creer que viva en éste lugar, es muy, pintoresco. Justo en medio de dos pequeños árboles, se encuentra un sofá de jardín, donde se sienta lentamente y mira a los ojos esperando a que haga lo mismo. Me ubico a su lado un poco incómodo con toda la situación.

Su pierna va de arriba para abajo, igual que la de Allie, supongo que es por los nervios del momento.

—Entonces, supongo que no me invitaste para reconsiderar tu rechazo, ¿o si? —digo, pero su mirada me hace deshacer mi sonrisa— Lo siento.

—Sabes que no te llame para eso, sino para aclarar las cosas.

—Si.

—Bien —se mira las manos sobre su regazo—. Siento haber herido tus sentimientos aquel día.

—Tranquila —golpeo su hombro—, me han rechazado con una bofetada un par de veces, no te sientas especial.

En realidad nadie nunca me dijo que no.

—No esperabas que no hiciera nada cuando me intentabas besar, ¿o si?

—En realidad, no.

Recuerdo como creí que la idea del beso sería buena, pero resulta que ella no, así que terminó golpeándome.

De aquí a SaturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora