Prólogo

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—¡Abran el paso! ¡Paciente a urgencias!

En la camilla rodando por el pasillo hasta llegar a la sala de urgencias se encontraba el débil cuerpo de una chiquilla que jadeaba con dificultad para llenar sus pulmones con el oxígeno que la mascarilla le daba.

Los doctores corrían junto a la camilla donde ella luchaba por su vida, aunque para ella le era indiferente, y nadie la culpaba, cualquier otra persona en su posición hubiera renunciado a ésta hace ya un buen tiempo. Pero ella no era cualquier otra persona, ella luchaba por su cuenta, aunque siempre supo que necesitaba ayuda y nunca la pidió.

Una vez en la habitación, doctores y enfermeros hicieron lo necesario para que Allie siguiera luchando un poco más. Tardaron, aunque después de un rato la estabilizaron.

Mientras tanto, afuera esperaban su madre, sus amigos y algunos otros familiares. Todos preocupados por el estado de su salud y de luto desde 4 días antes.

La llamada que llevó a la ambulancia a casa de los Pérez y que alertó a toda la familia la realizó su madre. Los últimos días su madre salía todo el día, Allie estaba sola. Su madre llegó a casa y al entrar en ella, justo en la alfombra de la sala, encontró a su hija tirada y luchando por respirar. Con cada segundo que pasaba, el rostro de Allie se notaba de un tono violeta, igual que sus blancos labios que luchaban por oxígeno.

Aunque Allie decía comer bien, la verdad era que desde hacía meses que no lo hacía. Había veces que sólo comía una vez al día, y otras en donde un vaso de agua era lo único que su sistema digería.

Comenzó con un "No pasará nada", y termino siendo un trastorno, uno que sus padres creyeron que se solucionaría obligándola a comer y no hablándolo, con ayuda de terceros y con terapia, como cualquier otro trastorno que hay.

Nadie sabía que Allie sufría de ansiedad, ni siquiera ella, hasta hace un par de meses atrás. Realizaba un proyecto acerca de la ansiedad, y se dio cuenta que tenía los mismos síntomas. Después de eso, se informó y lo confirmó. Nunca se lo contó a nadie, porque creía que si de verdad les interesara saber lo que le pasaba, se hubieran dado cuenta también.

Con el paso de los días, su trastorno alimenticio se junto con su ansiedad y creó algo peor llamado "atracones de comida por ansiedad".

Algunos días, los ataques de ansiedad que padecía Allie, la controlaban tanto, que comía todo lo que su cuerpo podía, y después duraba días sin tocar un gramo de alimento. Otros días, simplemente tenía algunos tics en partes de su cuerpo o dificultad para respirar.

Ese día tuvo un ataque de ansiedad, dejó de respirar por unos segundos, y eso bastó para desestabilizar su respiración, sin contar que llevaba con el estómago vacío desde hace dos días.

No tenía los ánimos de hacer absolutamente nada desde que su padre había muerto 4 días antes.

Fue muy repentino. Frank, su padre, llevaba un vida saludable, atlética y balanceada. O al menos eso creían hasta hace un mes. Tras varios síntomas y decadencias, le diagnosticaron un tumor cancerígeno en una etapa muy avanzada en su hígado. Los doctores les dijeron que sólo tenían algunos meses; pero no fue así. Tan solo tuvieron semanas.

Ese fue el detonante para que los trastornos de Allie incrementaran.

-¿Familiares de la paciente Allie Pérez?- Salió el doctor que la había atendido a la sala de espera.

Una vez que Allie salió de peligro, las enfermeras dejaron pasar a sus familiares y amigos a la habitación donde se encontraba conectada a un respirador y un aparato que medía su pulso.

Los doctores hablaron con su madre de todo lo que Allie padecía, lo que lo provocó e hizo que creciera cada vez más y lo que podría afectarle a lo largo.

Su madre siempre pensó en tomar las mejores decisiones para ella y Allie. Tal vez esas decisiones no eran las correctas, pero serían las de más enseñanzas.

De aquí a SaturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora