V E I N T I D O S

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Allie.

—¿No piensas venir? —pregunta con incredulidad, Dakota.

—Si por mí fuera, no vendría, pero Caleb lo hará, y estoy segura que mi tía querrá que venga también, ¿lo harás tú? —pregunto con la cadera recargada en un pequeño barandal que usan para dejar bicicletas.

—No le veo el punto a vestirte de algo o alguien y venir a bailar entre cuerpos sudorosos —contesta con total despreocupo—, pero si lo haces tú, podría pensarlo.

—Yo si pienso venir —habla Craige.

—A ti nadie de preguntó —Dakota le lanza una fría mirada.

—Pero tal vez sólo poco tiempo —completa—, solo vendré por la calificación extra. El entrenador nos prometió créditos si venimos a la noche de brujas, pero estoy seguro que solo nos quiere para recoger el gimnasio al final.

—¿Necesitas créditos en deportes? —pregunto divertida.

—No tienes idea, también los necesito en español.

—Lastima por ti, chico —la pelinegra golpea su hombro—. Resuélvelo pronto.

—De deportes está todo en orden —comienza—, solo me quedaré un par de horas, firmaré en la hoja de registro y me iré antes de que se acabe.

—Eso está mal —me meto con una sonrisa.

—¡Oye! Eso está muy bien, tienes mente de gran genio —Dakota pasa un brazo sobre sus hombros—. El instituto es una mierda, es genial que desafíes sus leyes.

—Gracias —noto como las mejillas de Craige se tornan a un rojizo muy bajo y se acomoda sus lentes.

—Me tengo que ir —comenta Dakota colgándose su mochila al hombro.

Se despide y nos deja a ambos en el lugar.

—Allie —me llama el rubio—, ¿crees que me puedas ayudar a estudiar español?

—¿Yo? —me señalo con sorpresa.

—Sí, es tu primera lengua, ¿no es así?

—¡Si! Es decir, ¡si! Pero ni siquiera yo se expresarme de la manera correcta en mi lengua madre —suelto una risa nerviosa.

—No seré una carga, solo necesito saber algunos términos y verbos, es todo.

—Craige, no lo sé...

—Solo una vez, con una vez basta, necesito pasar el examen.

Me mira esperando mi respuesta, y lo considero por unos minutos. Nunca he enseñado nada a nadie, no debe ser tan difícil pero de igual manera es complicado mostrarle a alguien lo que sabes tú.

—De acuerdo —acepto al cabo de un rato—, te espero el viernes.

—Gracias —sonríe antes de subirse a su bicicleta y despedirse de nuevo con un "gracias".

Comienzo a caminar rápidamente hacia la camioneta de Caleb, estar entre muchas personas hace que mi corazón lata muy rápido y empiece a hiperventilar. Visualizo el vehículo, y justo cuando estoy a punto de adentrarme en el espacio específico donde está estacionado, me tenso y me sobresalto al sentir dos brazos en mis hombros, los cuales evitan que gire y hacen que siga caminando con dirección al frente.

Más allá de asustarme por eso, me quedo completamente plasmada sin decir nada.

—Caleb me dejó hacer esto —la voz de Oliver divertida a mi espalda logra que me relaje al instante.

De aquí a SaturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora