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"No vamos a tener un perro." Dice Andrew, por lo que parece la milésima vez. "Neil."

Se arrepiente de cada decisión que lo ha llevado a este momento. Se arrepiente de abrir ese mensaje de Bee, todos esos años atrás. Se arrepiente de haberla escuchado y revisado el refugio de animales. No se arrepiente de las horas paseando a los perros, porque los perros están bien, pero se arrepiente de habérselo mencionado a Neil, y está malditamente seguro de que se arrepiente del resultado que salió de ello.

"Míralos, aunque sea," dice Neil, sus ojos tan grandes como los del cachorro que está cargando. "Sólo mira."

"Lo estoy viendo," dice Andrew. "Por un demonio, Neil. Pon el perro en el suelo."

Neil pucherea, pero lo hace. Se ve casi tan devastado como el perro cuando lo hace, y Andrew se niega rotundamente a dejar que eso lo afecte.

Es un día soleado, sólo dos semanas ya en otoño, solo cuatro meses desde que Neil se movió con él, y Andrew ya no se puede imaginar el vivir sin esto. No puede imaginar despertarse sin la calidez del cuerpo de Neil presionado junto a él, no puede imaginar haciendo el café matutino sin una sesión de besos contra la alacena, no puede imaginar ni una sola parte de su vida sin que Neil esté en su visión periférica.

Esa es exactamente la razón por la que Neil está aquí ahora con él, vestido con la chaqueta de cuero de Andrew, y con una desagradable bufanda naranja alrededor de su cuello. Ambos están rodeados de perros. Andrew los conoce a todos por su nombre, pero sabe que Neil nunca lo dejaría pasar si lo sabe, así que solo se refiere a ellos por su raza. Lo cual, en retrospectiva, tampoco fue una gran decisión, si su plan era demostrar lo poco que le importaba.

"Claramente te gustan los perros," acusa Neil. "¿Entonces, por qué no? Mira este." Coge a otro perro, un pomerian peludo llamado Jedi, y lo empuja a la cara de Andrew.

"¿Siempre eres tan agotador?" Andrew pregunta, dando un paso atrás e ignorando la mirada de traición en los ojos de Jedi. Decide traerle un bocadillo extra la próxima vez que la visite.

"Deja de evadir," dice Neil, terco como siempre. "¿Y bien?"

Andrew suspira. "Viajamos mucho, Neil. ¿Quién pasaría al perro en nuestra ausencia? ¿Alimentarlo? Bien, alguien podría hacerlo. ¿Pero todo lo demás? Los perros odian estar solos. ¿No crees que sería algo cruel?"

Neil lo mira por un momento, su expresión contemplativa. Luego dice: "Está bien".

"¿Bien?" Andrew repite con cautela, sorprendido de que Neil se rindiera tan fácilmente. "Sí," dice Neil. "Son buenos argumentos. No vamos a tener un perro". Andrew entrecierra los ojos, pero Neil lo mira con calma. Claramente consciente de que Andrew no puede saber lo que está pensando.

Por la falta de mejores opciones, y porque ha querido hacerlo por un rato ya, Andrew jala la bufanda de Neil y lo besa. Neil se derrite en el beso, pero eso no evita el hecho de que no puede dejar de sonreír, así que Andrew se rinde después de un momento y lo empuja ligeramente antes de voltearse y caminar al edificio principal.

Neil sonríe aún más cuando lo alcanza, pero no dice nada en el resto del camino, así que Andrew está casi relajado para el instante en el que entran al edificio del refugio y pasan las correas a uno de los voluntarios, e incluso se agacha a acariciar a un perro o dos.

Eso es, hasta que Neil pregunta, "¿Podemos ver a los gatos?"

"Neil," dice Andrew.

Neil le sonríe brillantemente. "Solo quiero verlos. Vamos."

Light Fires At Night ♤ Andreil {Traducción}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora