Andrew tiene un departamento ahora.
Tiene más de mil pies cuadrados de su propio espacio, separado del resto del mundo por gruesos muros, puertas con cerraduras, ventanas con seguros. Hay un balcón con vista al este, una calle tranquila debajo, una panadería al otro lado de la calle.
Hay una habitación en el departamento, con una cama queen-size y dos mesas de noche. En una de ellas, Andrew guarda sus brazaletes y sus cuchillos. En la otra, Neil deja notoriamente revistas de Exy y cargadores nuevos de celulares. El techo está pintado de verde oscuro, un color rico y relajante que nunca ha aparecido en ninguna de las pesadillas de Andrew.
También hay una cocina que da a una sala de estar y un refrigerador con una extraña colección de productos saludables basada en la lista que Andrew recibió de su nutrióloga y, que obviamente ignoró hasta que Neil descubrió la transgresión y propuso un trato. El acuerdo mantiene el refrigerador de Andrew lleno de helado, por lo que lo respeta.
Hay una TV en la sala de estar, varias estanterías repletas de libros, una alfombra negra y esponjosa y una mesa de café donde los invitados indeseados ponen su café, y Andrew pone sus pies.
Además, tiene un baño con dos sets de todo, con el cepillo de dientes de repuesto de Neil junto al espejo, y el champú y gel de ducha de Neil que ocupan uno de los estantes de la ducha, y una toalla limpia de repuesto siempre esperando por Neil en el cesto de la ropa.
A diferencia de la toalla, Andrew no está esperando. Su libro simplemente no está particularmente interesante, y tampoco lo son los doscientos canales en la televisión que tiene a su merced.
Está pensando sobre Neil porque no hay otra cosa qué hacer.
No se han visto en un largo tiempo. Tienen vidas separadas por ahora; Neil tiene que mantener a los nuevos en forma, Andrew tiene un nuevo equipo con el que tiene que entrenar ocasionalmente.
Andrew no extraña a Neil. Él simplemente se acostumbró al ruido – la respiración de Neil, las preguntas interminables de Neil y sus respuestas, el latido de Neil – y se acostumbró al tacto – la pantorrilla de Neil presionándose contra la suya mientras dormían, los dedos de Neil acariciando su cabello, los labios de Neil contra su frente. Es una rutina. Con el tiempo, se acostumbrará al silencio. Con el tiempo, se acostumbrará a la ausencia. Si hay una cosa en la que se destaca, es en ajustarse.
Todavía queda media hora hasta que el vuelo de Neil aterrice y una hora hasta que Neil salga del aeropuerto, pero Andrew apaga el televisor, recoge sus llaves y su celular, y sale del departamento. Toma las escaleras en vez del elevador para matar algo de tiempo, y escoge el camino largo hacia el Maserati, estacionado cerca del extremo más alejado del garaje subterráneo. Como es el caso con todo hoy, mirar el Maserati le hace pensar en Neil. Al igual que los pasaportes que Andrew guarda en la mesa de noche, el Maserati también representa una de las salidas de emergencia que Neil decidió cerrar por ahora. Andrew nunca esperó que le entregara las llaves.
Llega al aeropuerto diez minutos antes de que el vuelo de Neil aterrice, y para el momento en que estaciona el carro y camina hacia las 'Llegadas', ha pasado suficiente tiempo para que no haya llegado ridículamente temprano.
Aun así, tiene que esperar diez minutos más antes de ver la figura familiar. Como siempre, Neil está haciendo todo lo posible para mezclarse. Su cabello está meticulosamente cubierto con un gorro negro, sus hombros están encorvados y su ropa es oscura y sin pretensiones.
Todavía llama la atención, se de cuenta o no, especialmente cuando finalmente ve a Andrew y sonríe brillantemente, sus ojos iluminándose.
Enloquece a Andrew que incluso vestido así y haciendo todo lo posible para mezclarse, Neil todavía destaca, y no debido a sus cicatrices. El hecho de que Neil no tenga idea de cuán increíblemente hermoso es le molesta a Andrew sin fin.
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Light Fires At Night ♤ Andreil {Traducción}
FanfictionLa primera vez que Andrew supo que quería escuchar las palabras, Neil no estaba haciendo nada. Solo estaba sentado ahí, mirando el horizonte con esa expresión estúpidamente dramática y lejana, dejando que el cigarrillo se consumiera entre sus dedos...