En Los Angeles está lloviendo.
No es común, y hace que Andrew se tense. Está acostumbrado al por siempre cielo azul y el siempre presente calor, así como está acostumbrado al pesado sabor de polvo en la punta de la lengua, el ardor de la deshidratación en su garganta, a la incansable y falsa alegría de California. Si no fuera por la lluvia, Andrew consideraría quemar todo desde los cimientos.
Ha estado aquí muchas veces dese que se integró a su equipo, pero los viajes de LAX al hotel y luego al Estadio de Exy de L.A. son lo suficientemente cortos que siempre ha podido ignorar el reconocimiento de que está en California. Ahora, sin embargo, tiene tiempo de sobra y nada que hacer.
En retrospectiva, debió haberle dicho a Kevin que organizara el encuentro en algún otro lugar, quizá en algún lugar entre California y Colorado, pero lo que está hecho, hecho está. Tan pronto como Neil regrese, Andrew saldrá del estacionamiento y jamás pensará en este día. Para la medianoche estarán en Nevada.
No le gusta quedarse en el carro, pero confía que Renee cuidará a Neil más que en sí mismo para no matar a Jean en público. Puede controlar su temperamento cuando están jugando contra el otro, pero duda que pueda extender esa cortesía cuando Moreau empiece a hablar sobre Evermore.
Se recuesta en el asiento del pasajero, golpeando sus dedos sin parar contra el volante, y continúa observando el pequeño café a través de sus grandes ventanales panorámicos. Está oscureciendo y las luces adentro están prendidas, así que tiene una vista clara de ambos, Neil y Jean, a pesar de lo fuerte que está cayendo la lluvia. Renee es la única otra persona sentada en su mesa. Y aunque Kevin y Jeremy Knox están presentes, están sentados más cerca de la entrada.
Neil se ve pálido y cansado, lo que no es particularmente sorprendente, considerando cuán poco durmió en los últimos días. Tiene la sudadera de Andrew y sigue jalando las mangas, pasándolas sobre sus nudillos solo para hacerlas para atrás de nuevo, inusualmente ansioso. Su café permanece sin tocar. Renee se ve, como siempre, inquietantemente tranquila. No dice nada mientras Neil y Jean continúan hablando, simplemente sigue mirando entre ellos, paciente y atenta, con las manos cruzadas sobre la mesa.
Moreau se ve aún más pálido que Neil, pero parece menos a la defensiva de lo que Andrew recuerda, un poco menos como un animal apunto de atacar por última vez. Parece más tranquilo. Más estable. Si Andrew no tuviera sus propias razones para odiar a Moreau, le resultaría satisfactorio verlo -- aquí está otro de los proyectos de Riko que se deshace. Un día, después de que esta conversación termine y otra memoria sea quemada, no habrá nada que quede de Riko, como si nunca hubiera existido.
Los Foxes, uno. Piensa Andrew. El villano, cero.
Se fuma otro cigarrillo y para el momento en que Neil se mueve para pararse, las manos de Andrew están casi completamente estables y sus pensamientos claros. La lluvia, sin embargo, continúa cayendo con fuerza. Neil duda un instante y luego le ofrece a Jean un simple asentimiento, deja algo de dinero en la mesa y se dirige hacia la salida. Renee se levanta también, deteniéndose un momento para darle un apretón al hombro de Jean y decirle algo, y luego sigue a Neil. De reojo, Andrew observa a Jean alejar su café y buscar su chaqueta, pero la mayoría de su atención está atraída a Neil, quien abre la puerta del café y sale. Sin embargo, no se mueve hacia el carro, solo se desplaza para taparse de la lluvia debajo del borde del techo y busca los cigarrillos en los bolsillos de su chaqueta. Antes de que Andrew pueda apagar el motor para unirse a él, Renee rodea a Neil y trota hacia el maserati. Abre la puerta del pasajero y entra.
"Hey," le dice, quitándose el gorro de su chaqueta y sonriéndole a Andrew mientras se pone el pelo detrás de las orejas, sus dedos cuidadosamente pasando alrededor de sus aretes de perla. Andrew definitivamente recuerda ver esos aretes en las orejas de Allison.
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Light Fires At Night ♤ Andreil {Traducción}
FanfictionLa primera vez que Andrew supo que quería escuchar las palabras, Neil no estaba haciendo nada. Solo estaba sentado ahí, mirando el horizonte con esa expresión estúpidamente dramática y lejana, dejando que el cigarrillo se consumiera entre sus dedos...