Capítulo 38

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//Pov Elian

Han pasado las horas, exactamente 43 horas desde que Samara no despierta y eso me está desesperando. Subo nuevamente las escaleras, y al subirlas me encuentro con Eider que parece estar furiosa, me detengo a verla detenidamente y veo como lleva una cicatriz en su rostro.

—¿Qué ocurre? —le pregunto.

—Necesito placer y tu maldito castigo no me deja —gruñe.

—Qué lástima —digo hipócritamente—. Además veo que tienes una cicatriz debajo de tu ojo.

—Ya lo sé, se borrará.

Asiento levemente y sigo caminando, llego a la habitación y mis ojos divisan a Samara tendida en la cama, en la misma posición de antes. Se que necesita descansar, pero me exaspera que no abra los malditos ojos y me diga que está bien. Gruño y tomo asiento delante de la cama y comienzo a quitarle las vendas con el objetivo de limpiar las heridas y colocar vendas nuevas.

Sin embargo, noto como ella comienza a sobresaltarse un poco debido al pequeño ardor que le debe estar produciendo, la piel sigue sensible y el roce de la crema con su piel le debe de arder. Elevo la mirada y mis labios se curvan casi en una inexistente sonrisa que de inmediato es borrada.

—Quieta.

Siento como se tensa al oír mi voz y sus ojos se abren lentamente, sigo con lo que estoy haciendo cuando de repente Samara intenta moverse.

—Te he dicho que te estés quieta, obedece —elevo la mirada y de inmediato me estremezco brevemente al conectar su mirada con la mía. Aquellos ojos azules se cristalizan de inmediato, con mucho esfuerzo se intenta sentar en la cama y lo logra sin mi ayuda.

—Me encontraste —susurra.

—Me estás manchando las sábanas de sangre —digo tratando de sonar lo más seco posible. Y allí, sentados uno frente del otro, tan solo a centímetros de distancia, toca mi mejilla y el impulso que me arroja a sus labios es el mismo que me incita a tocarla. Sus labios se estampan con los míos proporcionandome el beso que me devuelve el aliento, un beso que ella insiste en dármelo tiernamente pero no, el roce de nuestras lenguas me hace querer más. Me separo un poco de ella y conecto mi mirada con la de ella—. Nena, si sigues besándome no te podré curar y tendré que follarte estando herida.

Me levanto de la silla y camino hacia mi escritorio, tomo la botella de agua que está encima de este y vuelvo hacia ella, le tiendo a Samara la botella de agua y ella me la quita sin pensarlo dos veces. Una vez se termina todo el contenido de la botella me mira con los ojos brillosos.

—Deja de mirarme así, pareces loca —me acerco a ella y sonríe.

—¿Me volverán a llevar? —preguntó en un hilo de voz haciendo que en mi garganta se formara un nudo.

—No —digo. Asiente levemente con la cabeza e imito su acción—, necesito que te acuestes, voy a sanar esas heridas.

Samara se acuesta nuevamente—aunque esta vez con mi ayuda—en la posición de antes dándome la espalda. Alzo su vestido y comienzo a curar su muslo. No me gusta verla así de dañada y nunca volveré a permitir que me la quiten de mi lado.

//Pov Samara

Elian termina de vendarme, el dolor ha cesado y ahora mucho mejor, me siento en la cama para poder mirarlo nuevamente, sus ojos se conectan una vez más con los míos y mis labios se curvan en una ligera sonrisa.

—No me mires así —me dice frunciendo el ceño.

Dejo escapar una ligera risa.

—Eres como los humanos llaman a las personas que salvan vidas —digo, tratando de recordar cómo era aquel nombre raro—. ¡Ah sí! Una especie de héroe.

La esposa de Satanás *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora