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Débil, aquel hombre extraño habla de mí diciendo que soy débil, que no merezco ser la reina del infierno. Y no, no soy débil y no me voy a quedar callada y dejar que hablen de mí como si nada. Me separo de la puerta y camino hacia el lavamanos, abro el cajón y saco una toalla para luego envolverla alrededor de mi cuerpo.
Abro la puerta del baño y salgo para enfrentar a aquel hombre que habla de mí.
—¡No soy débil! —exclamo, dos pares de ojos se centran en mí y veo directamente a los ojos de ese extraño hombre— ¡No soy un juguete sexual, ni un objeto de diversión y no voy a permitir que hables de mí como si yo no valiera nada así que cállate!
La cara del hombre que tengo delante de mí es un témpano de hielo, no se inmuta ante mis gritos.
—¿Ves? Está desnuda delante de mí, solo una toalla la cubre —quita su mirada de mí para mirar a Elian— y me retracto, tampoco creo que tenga madera de esclava.
Gruño con rabia y elevo mi mano para abofetear al tipo, sin embargo antes de que pueda tocar su mejilla su mano atrapa mi muñeca sujetándola con fuerza. Su mirada se conecta con la mía intentando intimidarme.
—Oye bonita, no intentes golpearme —aprieta más su agarre y el dolor que me provoca me hace temblar—, o lo lamentarás.
—Pleics sueltala —Elian gruñe dando un paso hacia nosotros.
Me suelta bruscamente haciéndome retroceder, mi muñeca comienza a doler y cruza unas últimas miradas conmigo antes de salir completamente de la habitación. Miro mi muñeca roja y la muevo de forma circular.
—Déjame ver —Elian se acerca a mí y revisa la marca que me ha dejado.
Elevo mi mirada viendo su rostro concentrado, su mandíbula está tensa y su enojo desborda por todo su cuerpo.
—Elian...
—No.
—No le creas, nada de lo que dice es cierto, no soy débil ni un ángel común —digo con seguridad. Elian eleva su mirada conectandola con la mía.
—Lo sé Samara, no te pedí que te unieras a mí por tu cara bonita —me dice, frunzo mis labios y asiento levemente—. Ahora, quítate esa toalla que molesta mi vista obstruyendo tu cuerpo.
—Pensé que me llevarías al cuarto de espejos —musito.
—La toalla seguirá sobrando.
Sube su mano y tira de la toalla blanca dejándome otra vez desnuda, la vergüenza que una vez tuve, ya no existe cuando se trata de Elian. Sus ojos vuelven a cambiar de color y sonrío levemente, toma mi mano y comienza a caminar hacia la puerta.
Me coloco detrás de él mientras observo como hace el típico chasquido de dedos, abre la puerta haciéndose aún lado para permitirme entrar. Mi vista se impresiona cuando veo la habitación, es un cuarto hexagonal donde las paredes son reemplazadas por espejos cubriendo todo incluyendo el techo y el suelo.
Me veo en el espejo totalmente desnuda mientras Elian permanece detrás de mí, con su rostro serio y ojos de fuego. Giro sobre mis talones y mis manos comienzan a subir sobre su torso sintiendo la musculatura de estos.
Su cuerpo sigue tenso, sus ojos no son capaces de revelarme lo que él siente en este momento y eso me da curiosidad. Las palabras quedan retenidas en mi boca cuando sus labios se estampan con los míos dejándome sin aliento. Comienza a caminar haciendo que yo retroceda, sus manos se restriegan en mi cuerpo desnudo pasando por mis piernas, cintura y espalda.
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La esposa de Satanás *COMPLETA*
RomanceSamara, un ángel guerrera sin duda muy hermosa y con una sensualidad fascinante, una guerrera fuerte, encargada también de darles paz y alegría a los niños que llegaban allí; pero cuando el mismo Diablo entra al paraíso a robar a su hermano Uriel, S...