Capítulo 11

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—Elián... —trate de hablar.

Su mirada se conecta con la mia, sus ojos habian cambiado de color, el mismo color ambar que vi por primera vez. Mi pecho sube y baja, lo tengo tan cerca de mí en este momento. Sus ojos reflejan tantas cosas que me es difícil decir una de ellas.

—Nena —musita.

—Llévame con mi hermano, a eso vinimos... —me levanto de la cama y camino lejos de él. Mis nervios siguen a flote, no puedo creer que estuviera a punto de pasar otra cosa.

Elian se aclara la garganta y se levanta de la posición en la que se encontraba. Cierra los ojos y los vuelve a abrir, veo como estos vuelven a su color oscuro de antes.

—Si, como digas —comienza a caminar hacia la puerta y sale de la habitación.

Comienzo a seguirlo hasta las escaleras de antes, en cuestión de minutos volvemos a salir del castillo y nos dirigimos hacia la parte de un costado de este. Hay unas rejas, Elian las abre la puerta de rejas y comienza a caminar delante de mí mostrándome el camino ¿Han cambiado a mi hermano de lugar? Al parecer si.

Llegamos a un calabozo sucio y tenue, la jaula estaba en medio de la habitación, mi hermano estaba dentro de esta, mi corazón da un vuelco y de inmediato corro hacia él. Está acostado de espaldas, dormido, sus heridas siguen sin ser curadas, está sucio y solo viste un par de pantalones negros y desgastados.

—Hermano, estoy aquí —me acerco a la jaula, mi hermano comienza a moverse despertandose. Se sienta y me mira, sus ojos se iluminan y veo como sus labios se curvan en una sonrisa.

—Samara —toca el fierro de la jaula pero se quema, gruñe alejándose y mi preocupación crece.

—No toques eso Uriel —le digo.

Me mira de arriba hacia abajo y nota mi herida, su ceño se frunce y mira detrás de mí dándose cuenta que Elian sigue detrás de mí.

—¡¿Qué le hiciste?! —le grita a Elián furioso—¡Si te atreviste a tocarla te juro que...! —antes de que mi hermano pudiera terminar, Elián lo interrumpió con su risa burlona.

—No le hice nada y créeme que hay muchas cosas que quisiera hacerle —me mira haciéndome recordar lo que sucedió hace un momento, mi piel se eriza y dejo de mirarlo para mirar a mi hermano.

—¡Eres de lo peor! —le grita.

—¡Ya basta! —exclamo ya harta de todo—. Elián ¿Puedes dejarnos solos por favor? —pedí.

Me miraba mientras tomaba su decisión.

—Como sea —coloca los ojos en blanco y comienza a caminar hacia la puerta, segundos después desaparece de mi vista y echo un suspiro.

—Hermana mía —le escucho decir a Uriel—, tienes que irte de aquí, déjame aquí, sabes que no puedo morir ¡Vete ahora! —alzó su tono de voz.

—Escúchame bien Urie, no voy a dejarte aquí solo, no me voy a rendir hasta sacarte de aquí ¿Me escuchaste? —frunzo el ceño molesta.

—Él te quiere utilizar Samara ¡Se va a divertir contigo y no lo permitiré! Así que vete por favor —su mirada se conecta con la mía y sus ojos se humedecen.

—Hermano, no me puedo ir sin ti —mis ojos tambien se me humedecen y no puedo evitar que mis lagrimas comiencen a caer.

—Samara vete, no luches por mi, tienes que cuidar a los niños que te esperan —me pide mientras lágrimas caen por su rostro.

La esposa de Satanás *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora