Capítulo 41

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ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS SUBIDAS DE TONO... ERÓTICAS Y MORBOSAS... DISFRUTEN PECADORES

//Pov Samara

Salto, doy vueltas y acaricio el aire con cada uno de mis pasos. Las heridas en mi piel han sanado, todo lo que he pasado para llegar hasta aquí y tan solo faltan dos días para la unión. Muevo mis brazos y piernas sintiéndome verdaderamente viva, sintiendo que puedo hacer cualquier cosa. Bailo sintiendo la letra de la canción, bailo para mí, bailo sintiéndome completa.

La música termina y con ella termina mi baile, recojo en una coleta mi cabello suelto y camino hacia la botella de agua que está junto a la radio, bebo todo el contenido de esta y escucho como las puertas del salón se abren, las ilusiones de que sea Elian se desvanecen cuando veo a Eider entrar. No ha llegado desde que tuvimos aquella discusión.

—Solo faltan dos días para el gran día, tienes que aprender muchas cosas —anuncia.

Toma mi mano y me saca del salón, las siguientes horas nos pasamos ensayando para la unión. Eider me mantiene ocupada, sin embargo lo que necesito ahora mismo es a Elian. Eider me enseña cómo va a ser todo, me da algunos consejos y sobretodo me trata de animar, Samael llega y junto con él nos proponemos jugar cartas. Eider decide ayudarme y juntas somos dos contra uno, le ganamos a Samael y él se termina quejando como un niño pequeño.

De repente mi corazón se acelera de la nada. Me levanto del mueble donde nos encontramos y miro hacia todos lados. Mi intuición me llama, comienzo a ir hacia las escaleras y una vez delante de ellas comienzo a subirlas, Eider y Samael me siguen sin preguntarme a dónde voy. Inconscientemente toco el colgante de Santiago y acelero mi paso.

Llego a una habitación la cual no había estado antes, sin pensarlo dos veces la abro y me encuentro con una habitación vacía, lo único que tengo delante de mí es un espejo que cubre casi toda la pared. La puerta se cierra detrás de mí y el espejo comienza a emitir imágenes de la tierra, es como si tuviera la perspectiva de un pájaro. Las imágenes se detienen delante de un parque, mi corazón sale disparado al ver a una pareja besarse para luego separarse. Tienen un niño en sus brazos que lo bajan lentamente e intentan hacer que camine.

Santiago...

Sus pequeñas piernas gorditas, su piel blanca y sus rizos negros me recuerdan como era en el paraíso.

¡Vamos Liam tú puedes hacerlo, camina hacia mami! —escucho a la mujer decir.

Liam. Ahora se llama Liam.

Me abrazo a mi misma y sonrío al ver a mi pequeño dar sus primeros pasos, lo está haciendo, está caminando hacia su madre. Veo como su madre lo alza en brazos y comienzan a celebrarlo, río levemente.

De repente siento como unas manos tocan mi cintura haciéndome sobresaltar. Volteo y veo aquel rostro familiar que hace que mis vellos se coloquen de punta.

—Tú —masculla. Da unos cuantos pasos haciéndome retroceder, siento como me acorrala contra la pared provocando que de mi garganta escape un jadeo—. Tú me provocas como no tienes idea. Me haces enojar tanto —sus ojos negros se clavan en los míos y de un solo parpadeo cambian de color.

—¿Lo hago? —pregunto con voz inocente.

Está tan enojado conmigo que será imposible escapar, y tampoco quiero hacerlo.

—Samara —coloco mis manos sobre sus hombros tensos y lentamente voy bajando acariciando cada centímetro de su camisa—. Estas muy mal de la cabeza —sonríe.

—Estoy así desde que te conocí —quito uno a uno los botones de su camisa, lentamente—. No quiero esperar más. Quiero ser tu dama.

—Ya lo eres —me interrumpe—. Dos días para que tu maldad salga a la luz, para que la oscuridad que hay en tí gane, dos días para que te conviertas en la señora del inframundo —sus manos bajan y suben alzando la falda de mi vestido.

La esposa de Satanás *COMPLETA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora