•Capítulo 11•

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Cinco de la mañana, me quería pegar un tiro, era demasiado pronto, ¿no podían poner las clases más tarde? aunque sea a las ocho, pero ¿las siete? Este sitio en vez de hacer que quiera vivir me hace querer morir antes.

Bruno intentaba despertarme, obviamente fue una misión fallida, hasta que dijo algo que me puso de pie de una.

-Venga, Ayla, despierta, si no bajamos en quince minutos nos van a cerrar el comedor y no vamos a poder comer hasta las dos de la tarde.

Como dije antes, me levanté de una, me vestí lo más rápido que pude con unos vaqueros negros, una sudadera blanca y mis zapatillas, también blancas. Muy básico todo, pero iba a comer y a clase en un hospital, no a una alfombra roja.

-Vale, si quiero algo de ti tengo que chantajearte con comida. Anotado. -Bromeó Bruno.

-Sí, sí, como sea. Ahora, vamos abajo antes de que no nos quede nada para comer.

Fuimos al comedor. Dios, parecía una cárcel. Bruno me explicó cómo iban las cosas aquí, él ya llevaba cuatro meses en este infierno así que sabía cómo funcionaba todo.

-El comedor está dividido en distintos grupos de personas. En el primero, ese de tu izquierda, es el de los que tienen un trastorno alimenticio, sobre todo anorexia y bulimia. En el que hay delante, el segundo, es el de los problemas mentales, no te recomiendo que te juntes con ellos, están un poco... cucú. -Me explicó haciendo un gesto con los dedos. -Y en el último, nuestro grupo.

- ¿Nuestro grupo?

Nos acercamos a esa mesa. Era un poco intimidante.

-Ayla, estos son Los Suicidas, nuestro grupo.

-No la obligues a estar en un sitio donde a lo mejor no quiere estar. -Le aviso un chico. Era muy atractivo. Joder. ¿Esto es un psiquiátrico de modelos y no me he enterado o cómo va la cosa?

-Tú cállate. -Le chistó Bruno. El otro alzó los brazos en forma de rendición.

-Estoy bien aquí, gracias. -Dije con una sonrisa.

-Bueno, -continuó Bruno. - Estos son Stephanie, aunque puedes llamarla Steph, Laia, Arthur y bueno, él. -Dijo refiriéndose al chico de antes con asco.

- ¿Él? - Preguntó el misterioso chico con una sonrisa que me recordaba a alguien. -Soy París. -Se dirigió a mí.

- ¿París?

-Nací ahí y se suponía que iba a ser una chica, pero me salió nabo y mis padres no tenían nombres planeados, así que era París en París.

-Es... original.

-Es estúpido.

-Sí, sí, ahora sentémonos y a comer. -Nos interrumpió Laia tirándome del brazo hacia abajo para sentarme.

Los cubiertos eran de plástico, incluyendo el plato y el vaso.

- ¿Plástico? Ni que nos fuésemos a cortar o algo. -Bromeé.

París rió ante mi broma y me miró con una sonrisa torcida. Tenía unos los ojos marrones, pero uno de sus ojos, el derecho concretamente, estaba dividido por dos colores, el marrón del otro ojo y azul. Tenía el pelo castaño y desorganizado, y una mandíbula marcada.

-Ni se te ocurra. -Soltó el pelirrojo.

- ¿Qué? - Preguntó el castaño frunciendo el ceño.

-Sé lo que quieres hacer y ni se te ocurra, es mi compañera de cuarto y mi única amiga, así que no la espantes.

- ¡Oye! -Se quejó Laia.

Solo tú [Solitarios#1] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora