•Capítulo 42•

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-Ayla. -Escucho como una voz me llama en la lejanía. -Ayla

Abro los ojos levemente para ver de quien se trata hasta que veo al chico de los ojos bicolor con una leve sonrisa y mirándome con ternura mientras noto como me aparta el pelo de la cara.

-Amor, despierta, ya hemos llegado. -Me susurraba.

Yo me encontraba con la cabeza en sus piernas. No recuerdo haberme quedado dormida y menos en esa posición, pero lo hice.

Solté un gruñido, indicando que lo último que quería era levantarme, me giré dándole cara a su pecho, oliendo su aroma. El olor de París era uno peculiar. Normalmente olía a una mezcla de menta y perfume de hombre, aunque a veces, se le añadía un toque de tabaco, indicando que había fumado, cosa que no me gustaba para nada. Por suerte, hoy no era de esos casos.

Notaba como París me seguía mirando y acariciando el pelo, entonces añadió su otra mano para repasar la forma de mi nariz y mis labios para bajar a mi mandíbula, mi cuello, mi cintura y pararse en mi cadera por unos segundos para después volver a subir.

-No niego que me gustaría quedarme en esta posición para siempre, pero realmente tienes que despertarte, cariño.

Adoraba cuando me llamaba "amor" o "cariño" pero nada se igualaba a la forma tan cálida y dulce que sus labios pronunciaban, acariciando las palabras "inútil" o "princesa".

Con pereza me froté los ojos y me levanté de su regazo colocándome correctamente en mi asiento. París no había dejado de mirarme con una sonrisa burlona durante todo el tiempo, consiguiendo que frunciese el ceño.

- ¿Qué?

- ¿Qué de qué? -Replicó él.

- ¿Por qué me miras tanto? ¿Quieres que te bese o algo?

-Sí, pero no te miro por eso. -Dijo acercándose a mis labios.

- ¿Entonces? -Pregunté apartándome un poco.

-Dame el beso y te lo diré.

- Chantajista. -Entrecerré los ojos.

No pude decir nada más porque sus labios rozaron los míos. Tras un momento, me aparté y le miré.

-Otro más. -Pidió.

Le cogí de la cara con ambas manos y me acerqué a sus labios, nunca llegando a ellos.

-Dímelo. -Ordené rozando boca. Él intentó acercarse para alcanzarlos pero me aparté, otra vez.

-Ah-ah. -Negué. -Para ganarte el premio tienes que decirme que te parece tan gracioso de mi.

-Deja de hechizarme, pequeña bruja.

Volví a rozar mis labios a los suyos.

-Te vas a enfadar conmigo. -Rio. -Pero tienes la marca de mis vaqueros en tu cara, igualmente te ves tierna.

Me aparté de él de inmediato y saqué mi teléfono para verme en la cámara.

- ¡Oye! ¿Y mi premio? -Se quejó.

-No me quedan.

Ya estábamos en tierra, por fin. Nos había recogido Hugo, el primo de París al aeropuerto.

Cuando le vi me quedé completamente boquiabierta. Ambos eran idénticos, como dos gotas de agua. La única diferencia que podía encontrar era que Hugo tenía los ojos completamente marrones y el pelo unos tonos más oscuros que París. Le pregunté varias veces a mi novio si estaba seguro de que era su primo y no su gemelo, a lo que él contestó con un «Ni yo mismo lo sé».

Solo tú [Solitarios#1] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora