•Capítulo 30 (II Parte)•

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Especial 2/7

-Ven, entremos.

París me agarró de la mano y me tiró para entrar en su casa. Nos cruzamos con una chica con el pelo castaño como el de París, solo que el de ella era rizado que le llegaba casi a la cintura, los ojos color miel y una mandíbula marcada, se veía un poco más mayor que nosotros. Era realmente hermosa.

París la ignoró completamente y la chica nos siguió con la mirada mientras subíamos las escaleras sin entender quien era, pero decidió ignoramos y siguió su camino hacia donde fuese que iba.

Cuando tenía pensado preguntar a dónde íbamos, París abrió la puerta de una habitación que supuse que era la suya. No pude observarla mucho porque el chico me estampó contra la puerta mientras me besaba bruscamente.

No dudé en seguir el beso y París empezó a besar las comisuras de mis labios y mi mandíbula hasta bajar a mi cuello.

-París, ¿no crees que deberíamos ir más despacio?

- ¿Te estás sintiendo incómoda? -Me preguntó mientras mordía el lóbulo de mi oreja.

-No, para nada, ¿pero no crees que deberíamos esperar un poco?

El chico alzó su mirada para mirarme a los ojos. Su respiración era agitada y sus labios estaban rojos por la presión que había estado ejerciendo contra mi cuello.

-No me digas que espere ni un segundo más. No te haces una idea de lo mucho que he estado esperando este momento.

Yo también, cariño, yo también.

Esta vez fui yo la que pegó mis labios con los suyos. París me agarró del culo y me dió la vuelta andando unos pasos haciendo que cayesemos en la cama.

Nos deborábamos mutuamente.

Inconscientemente llevé mis manos a su cintura levantando levemente la camiseta que llevaba. El chico, al ver mi gesto, se la quitó por completo y seguido de ello la mía mientras bajaba por mi clavícula, el medio de mis pechos, mi tripa y volvió a subir.

Se me revolvían las tripas. ¿Íbamos a hacerlo? Tipo, ¿ahora?No me sentía cómoda pero por otra parte no quería molestar a París con eso.

Decidí no decir nada pero igualmente, estaba tensa por pensarlo. París al notarlo, paró de hacer lo que estaba haciendo.

-No vamos a hacer nada hasta que tú no lo digas. ¿Te sientes incómoda? ¿Quieres que pare?

Mis ojos se inundaron y me tapé la cara de la vergüenza a que me pudiese ver llorando.

-Ey, no, no, mi amor, no llores. -Me apartó las manos y me secaba las lágrimas con sus pulgares. - ¿He hecho algo que no debía? Por favor, no llores.

Quería contestarle, decirle que nada de esto era su culpa, sino la mía, pero mi boca no emitía ningún sonido a parte de sollozos.

Al ver que no respondía París se estaba empezando a agobiar por no saber que hacer para hacerme sentir mejor. Así que me puso su camiseta por encima para intentar hacerme sentir más comoda.

-Gracias. -Dije por fin.

- ¿Qué?

-Gracias intentar hacerme sentir mejor siempre. Tú nunca tendrías la culpa de nada, aún menos si el problema soy yo, por más que quisieses es solo que...

-Tranquila. -Me apartó el pelo de la frente. -Todo está bien.

-No puedo hacerlo. -Le aparté de encima mia y me puse de pie poniéndome mi camiseta.

Solo tú [Solitarios#1] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora