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Me acerqué lentamente a su oído y susurré.

—Feliz cumpleaños.

Sentí su risa y me separé de el, mucha cercanía por hoy.

—Gracias —sonrió y apegó su cabeza al vidrio.

—Si quieres puedes ganar tu cabeza en mis piernas, te puedo hacer mimos —propuse.

No dijo nada, solo lo hizo y cerró sus ojos, buta yo quería observarlos más de cerca oh. Enrede mis dedo en su pelo para comenzar a jugar con el, mi otra mano la coloqué cerca de su mandíbula y acaricié su rostro.

Sonrió.

—Mi mamá me preguntó cuando la invitaría a la casa —susurró.

—¿Y cuando me vas a invitar? —dije terrible patuda.

—Mañana a la once, ¿puede? —abrió sus ojos y me miró con un poco de sueño.

—Si, creo que si, pero te aviso, dame tu inst.. verdad que no tienes —hice una mueca.

Solo lo dije para que me lo de, se que dijo que no tiene pero yo estoy segura a que si.

—Me hago un Instagram por usted —sonrió y saco su celular, se metió a play store para buscar Instagram e instalarlo.

—¿Por qué no tenías? Digo, es que casi todos tienen —me encogí de hombros.

—Si tenía, pero me metí en muchos problemas y mejor lo desinstale —se rio, abrió la aplicación y luego me miró—¿Tiene correo?

—Haber, pasa para acá —le quite el celular de las manos y puse mi correo que ni lo ocupo la wea, de contraseña puse el nombre de la tia y el día que nació o eso me dijo el Seba.

—No tengo imaginación, ponga usted el nombre y se empieza a seguir —se cruzó de brazos.

Después de pensar y estar en blanco durante algunos minutos, escribí sebaaaa_rm.

¿Y foto?

Se sentó a mi lado y se acercó mucho a mi cara.

—Saque una ahora —susurró.

Me metí a la cámara y saqué una foto de los dos, pero solo mostrando la mitad de la cara de cada uno, bueno que en la foto sale más su cara y de mi solo mi ojo y mis cejas, menos mal hoy mis cejas no andan rebeldes.

—¿Por qué rm? ¿Región metropolitana? —me miró confundido.

Solté una carcajada.

—No, tonto, es por Ramírez.

—Con que se sabe mi apellido la princesita, ¿me estuvo psicopateando?

—Si po, si yo soy una sapa, tengo que saber todo sobre ti para después decirle a los pacos —me encogí de hombros.

—Ya po reina, si estaba enojado y cuando estoy enojado hablo sin pensarlo —rozo su nariz contra mi cuello.

Me mordí el labio y sentí cosquillitas en mi cuello.

Bloquee el celular del Seba para dejarlo a un lado, subí mi mano por su pecho hasta su cuello y luego giré mi cara para rozar nuestras narices.

—¿Me volvería a salvar a pesar de acusarla de esa wea penca? —me pregunto en susurro.

¿Lo volvería a hacer?

Es que ni siquiera se porque lo hice, solo fue un impulso, no pensé en nada, ni en los problemas que me podría traer hacer eso.

—Si —confesé.

¿Por qué no?

Siempre que pueda voy a ayudar a alguien, da lo mismo si la conozca o no.

—Me gusta que sea arriesgada —dejo un beso en mi mejilla.

—Pero arriésgate tú po —sonreí.

—¿Me está retando reina? —se acercó más a mis labios, cuando los rozó con los míos, mi celular sonó.

Mire para ver quien es, la Claudia.

¡Victoriaaaaa dime que me amas y yo te amaré! —gritó.

—¿Estai cura?

—No mi amor, ebria, porque así le dicen los cuicos y yo tengo que ser cuica para ser tu amiga po —se rio.

—¿Por qué estás diciendo eso?

—La vieja culia de tu mamá dijo po, así que estoy eeeeebria.

Bufé, mi mamá se está pasando..

—¿Donde estas?

—En mi humilde casa, durmiendo con la Millaray, porque tu mamá nos dijo, no quiero verlas aquí de nuevo, aléjense de mi hija —la imitó.

—Pero Claudia, sabes como es po.

—Yo te llamaba para avisarte que estamos en la casa, te buscamos por todos lados pero me dijeron que te habías ido, tal vez ya no te gustan estos carretes y te gustan las de esos zorrones culiaos sin brillo.

—No, Claudia.. —corto.

Tire mi celular al piso y bufé.

Que no empiece a webiar con mis amigas porque no voy a permitir eso, la Claudia siempre a estado en todas y que ahora mi mamá le diga esas weas, na que ver po.

Mire al Seba que está mirando hacia otro lado algo incómodo.

—Se te ve bien ese reloj —dije para cortar la tensión.

Me miró y sonrió.

—Ya me tengo que ir, así que.. chao —abrí la puerta pero la alarma del auto comenzó a sonar por alguna razón.

Me asuste, en cambio el Seba empezó a reírse y luego apago la alarma.

—No me molesta ir a dejarla, en serio.

—Es que..es qué hay un problema —me rasque el brazo nerviosa, creo que ahora si va a desconfiar nuevamente de mi.

—¿Cual?

—Pero yo no le dije, te lo prometo —puse mi mano en su hombro.

—Pero dígame po, no ve que me tiene con la duda aquí.

—Mi hermano es paco, es el mismo que entró a tu casa, se llama Esteban —dije rápidamente.

No dijo nada durante unos segundos, me miró serio y habló:

—Bájate del auto.

Me gusta ese flaite po   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora