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—¿Los voy a dejar a la mesa? —le pregunte a la prima del Seba y esta asintió con una sonrisa.

Lleve los vasos a la mesa y el hijo de no sé quién chucha me ayudo trayendo más y el helado para el terremoto.

Creo que le gusta mucho tomar porque hay una mesa llena con weas..

—Creo que eso eran nomas —le dije al cabro.

—Si, ¿te ayudo en algo más? —se puso medio rojito.

—No —le sonreí—Gracias por ayudarme.

—De nada —sonrio y se dio media vuelta para irse.

No se que más hacer, quiero hacer algo para quitarme estos nervios de encima.

Caminé hacia donde estan haciendo el asado los tíos del Seba. Me gane a su lado, este me abrazo y me dio un beso en el pelo.

—¿Una cervecita, hija? —me extendieron una cerveza y yo la acepté.

—Pero tío no me la haga alcoholica po.

—Si es una cerveza nomas, ahora, si la niña quiere whisky o un terremoto.. —sonrio.

—Un terremoto mejor —dije.

—¡Eso mierda! Ya, que uno vaya a hacerle un terremoto a la niña —dijo el tío y un cabro de como nuestra edad fue.

Mire al Seba que me mira con las cejas alzadas y me reí.

—No tome mucho, la quiero consiente —susurro en mi oído.

—Es solo un terremoto —me reí—Ademas tú igual estás tomando cerveza —me cruce de brazos.

—La diferencia es que estoy acostumbrado a tomar y usted, si no se acuerda —sonrío burlonamente—Cuando se tomó un solo un vaso en ese carrete ya quedó mareada, y no me diga que no.

—Eso es mentira.

—Es verdad —se rio y me robo un beso.

—Bueno entonces me vas a tener que cuidar porque capaz que me cure y me borre —solté una risa nasal.

—No me molesta, lo que me preocupa es el dolor de cabeza que tendrá después —hizo una mueca.

—He tenido dolores peores.

Negó y el loco que se fue a hacerme el terremoto llego, comencé a tomarlo y la verdad esta bien bueno.

Me tomaría otro.

🦋

Seba.

Le dije, ¡le dije que se iba a curar altiro y no me hizo caso!

Y no son ni las doce aún..

—Pero quédate conmigo, me da miedo quedarme sola —dijo agarrandome la mano.

—Si no me pienso ir, solo voy a abrirle la puerta a la minina —dije caminando hacia la puerta y la dejé entrar.

Se subió con dificultad a la cama y se ganó al lado de la cara de la Victoria, esta se quejó un poco.

Bueno, no esta tan curada, pero si anda mareada y prefiero que esté aquí a qué le sigan ofreciendo copete.

—Seba, abrázame porfi —hizo un puchero.

Eso fue como una dosis de ternura.

Me acoste a su lado y la abrace, escondió su cara en mi cuello y sonreí. Con la Victoria me siento tan completo, no necesito nada más si ella está a mi lado abrazándome y sonriéndome.

Me gusta ese flaite po   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora