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Victoria.

—¿Quiere hablar sobre lo qué pasó? —me pregunto el Seba.

Mire el techo de su pieza y lo pensé un rato en si hablarlo o no.

Creo que ya lo he preocupado lo suficiente y no quiero darle más problemas, tampoco quiero que piense que soy una llorona culia.

Aparte no es novedad lo qué pasó, discutí con mi mamá, pero las cosas que dijo fueron muy.. muy pencas weon.

—Prefiero que no, no es nada importante tampoco —le reste importancia.

—Si le afecta si lo es.

—Mejor hagamos tuto —coloque mi pierna encima de las suyas y apoye mi cabeza en su pecho.

—No creas que no me doy cuenta que solo está evitando el tema reina.

Lo mire y recordé las palabras que me dijo mi mamá hace unas horas.

¿Acaso no ves lo que en realidad pasó? Él fue el culpable de todo, el mato a tu hijo, tenia todo planeado.

Eso no es verdad, el Seba no sería capaz de hacer eso.

—¿Que hacías en el mall? —le pregunté.

—Andaba buscando algo —se rascó la nuca nervioso.

—¿Que cosa?

Se formó un silencio algo tensó hasta que finalmente habló.

—Mota.

—¿Estas fumando?

—Un poco, para relajarme un rato —suspiro.

—Date vuelta —le dije.

Se dio vuelta y me subí sobre su espalda, esta sin polera así que se me hace más fácil.

Coloque mis manos sobre sus hombros para comenzar a masajear, sentí como sus músculos se relajaron y una sonrisa se le formó en la cara.

—Reina, tiene manos de ángeles —soltó una risa nasal.

—No te metai a las drogas y estas manos te harán masajes todos los días —susurre en su oído.

—Solo fue un par de veces, no me haré un adicto por eso, más adictivo son sus labios señorita Cruz.

—¿Ah si? Señor Ramírez —me eche un poco más para adelante y roce mis labios en su espalda, ahora sus músculos se tensaron.

No se como chucha el weon se dio vuelta y al final termine yo abajo y el sobre mi.

—Dígame señorita, ¿Que se le ofrece?

—Que no te separes más de mi —lo abrace y se dejó caer sobre mi cuerpo para luego descansar su cabeza sobre mi hombro.

—Lo hice porque usted me lo pidió, no voy a negar que estuve afuera de su casa muchas veces pero no me atreví a golpear el portón y luego de esos mensajes no fui más, aunque siempre tenía la esperanza de encontrarla caminando en la calle con la mirada perdida —beso mi hombro.

—Pasaron muchas cosas en estos meses —suspire.

—Lo que dijo en el puente sobre el Soto y la Milla.. ¿Era en serio?

—Si, mi mamá me lo dijo, se le salió y después lo negó todo.

—Y yo creía que era mi amigo —bufo—Le pegaría de nuevo al conchetumare.

—¿De nuevo? —fruncí el ceño.

—Si, de nuevo.

—Deja de meterte en problemas —le apreté un cachete.

—Es inevitable no hacerlo —se rio—Ya, hagamos tuto ahora.

Cerré mis ojos y dejé reposar mi cabeza junto a la del Seba, extrañaba tanto su aroma, su abrazos, pero aquí está.

Aquí estoy con el Seba como si nada más nos preocupara.

🦋

Me di vuelta en la cama que esta vacía, estire mi brazo tratando de encontrar al Seba pero no esta así que me senté en la cama con cuidado, hice una mueca al sentir una punzada en mi utero.

¡Ya basta! ¿Por qué sigue esta mierda? Ya no tengo a mi guagua y sigue doliendo como la primera vez.

Me paré rápido de la cama antes de empezar a sangrar, pero ya es tarde, hay una pequeña mancha roja en la sabana blanca.

Por la mierda, que vergüenza.

Salí de la pieza y corrí al baño, llegue y entre, está el Seba con una toalla en su cintura, el pelo mojado y muchas gotitas corriendo sobre su cuerpo.

—Reina, ¿Que pasó? —me preguntó con el ceño fruncido.

—Es que.. es que —trague grueso.

—Dígame po —colocó una mano en mi mejilla y me sonrió.

—Estoy sangrando de nuevo y no se porque si ya lo perdí —dije mirando el suelo—Y me duele.

—¿Te has tomado la pastilla?

Asentí.

—Báñese y después vamos a buscar las cosas a su casa para ir donde la misma doctora, ¿ya?

—Ya.

—Ahora me voy a ir a vest.. —lo interrumpí.

—¡No!

—¿Por qué no?

Suspire.

—Es que manche la cama, pero la voy a limpiar, solo.. no veas las sábanas —trague grueso.

Rodó los ojos.

—Son solo sábanas, no pasa nada reina de mi corazón. Ahora báñese y si escucha abrirse la puerta soy yo dejándole ropa así que no se asuste —dejo un beso en mi frente.

—No las veas, porfa.

—Está bien, no miraré la cama.

—Gracias.

Asintió con una sonrisa—Tómese su tiempo nomas —sonrió y salió del baño.

Y sin jugar al Loto me gane la lotería.

Me gusta ese flaite po   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora