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Seba.

La Andrea a estado despierta desde las dos de la mañana weon y son las cinco, no se ha querido quedar dormida.

Mire de reojo a la Victoria que está con la mirada perdida.

La cague con gritarle y lo tengo más que claro, mi mamá me retó por eso pero no me logré controlar, me da rabia que le importe tanto lo que piensen los demás.

Quizá ahora ni la quiere porque está enferma.. no quiero pensar eso pero esa idea no sale de mi cabeza.

—Seba —me hablo la Victoria y la mire, bajo la mirada—Lo siento.

—¿La quieres aunque sea?

Frunció el ceño.

—¿Por qué me preguntas eso? Es obvio que la quiero, es mi hija.

—Pero está enferma y eso a usted le molesta.

—No, no me molesta Seba y no por eso no la voy a querer, es solo que no quiero que la pase mal po, es fome —se encogió de hombros—Tu entendiste mal.

Me senté en la orilla de la cama para dejar a la Andrea más cerca de la Victoria, la antes mencionada colocó su mano sobre la mía y la mire.

—Me sentía mal y estaba frustrada en ese momento, culpable y.. —bufó—Yo nunca la dejaría de querer por eso, tampoco los abandonaría si eso es lo que estás pensando —apretó mi mano—Hemos pasado por un montón de weas y lo hemos podido superar juntos.. estoy segura que está también la superaremos —sonrió.

Asentí.

No tengo ganas de hablar ahora, fue un día con muchas emociones y estoy cansado.

—Perdón por gritarle.

Eso fue lo peor que he echo weon, nunca le había gritado y me siento como las weas por haberlo echo.

—Duérmete mejor, yo hago dormir a la Andrea —dijo media triste y la tomó en brazos para apegarla a su pecho—¿Por qué no quiere dormir mi amor? —le conversó.

Me acoste de guata y pase mis brazos por debajo de la almohada, las quede mirando y no me di cuenta cuando me empecé a quedar dormido.

🦋

Desperté porque algo me está chupando el brazo, abri los ojos y vi a la Andrea apegada a mi brazo, sonreí y le di un beso en la cabecita.

Mire el lugar en donde duerme la Victoria pero no esta.

—¿Donde fue tu mamá hija? —pregunte como si me fuera a responder.

La tome en brazos y caminé hacia adentro pero tampoco está..

—Reina —la llame pero no contestó.

La puerta se abrió y entró la Victoria con una bolsa en su mano, anda con el pantalón de pijama y una chaqueta porque está lloviendo.

—Uy que hace frío afuera —dejó la bolsa en la mesa y pegó un suspiro—Te trate de despertar pero ni me pescaste así que te deje durmiendo, a los dos los dejé durmiendo —se sacó la chaqueta.

—Cuando desperté me estaba chupando el brazo —me reí.

Se acercó a nosotros y me rodeó mi torso con su brazos, le di un beso en el pelo. Tomó la manito de la Victoria y sentí como sollozo.

Me miró e hizo un puchero —. Dime que soy tu reina.

—No.

—¿Aún no me perdonas? Si se que la cague, lo siento, ¿Que tengo que hacer para que me perdones y todo vuelva a ser como antes? No quiero estar peleada contigo y me estoy tragando mi orgullo por ti.

—No porque no me ha dado mi beso de buenos días —la mire mal y esta sonrió.

Se acercó a mi labios y nos besamos de una forma tierna.

—Ahora si po reina —le desordene el pelo—Y perdóneme usted a mi.

—Los dos fuimos weones —hizo una mueca.

Caminé hasta el sillón para dejar a la Andrea sobre este, tiene los ojos muy abiertos..

—Reina, venga un poco —dije mientras le miró los ojos a la Andrea.

—¿Que pasó? —se arrodilló frente al sillón para mirar mejor a la bebé.

—Mírele los ojos.

Se cercó un poco y pegó un grito.

—Va a tener tus ojos, estoy segura que tendrá los mismos ojos que tú —dijo feliz.

Y los mismos ojos de mi papá..

La Andrea bostezo y eso bastó para que los dos muriéramos de ternura.

Sonó un trueno y eso asustó a la Andrea porque se puso a llorar, la tome en brazos para tratar de calmarla.

—¿Vamos a la pieza a dormir otra vez? Pero ahora no enojados —hizo un puchero.

—Bueno, ahora no enojados —me reí y fuimos a la pieza.

Acostamos a la Andrea al lado de la pared, al medio la Victoria y luego yo que tengo abrazada por detrás a la reina.

Empecé a cantarles una canción que mi mamá nos cantaba a mi con el Milo cuando éramos pendejos, la princesita cerró sus ojos y mi reina relajó los músculos dándome a entender que las dos se quedaron dormidas.

Mire a la minina que igual está durmiendo a los pies de la cama.

Y como diría mi papito, estoy bendecido entre las mujeres.

Me gusta ese flaite po   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora