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Victoria.

Salí de mi casa a paso lento, no me quiero apurar porque me duele un poquito, pero hoy tengo que ir a comprar unas weas en el mall.

Me subí al Uber que pedí y después de una conversación entretenida que hizo más corto el camino, me baje.

Entre al mall y me fui mirando por las vitrinas hasta llegar a las escaleras mecánicas, subí al piso en donde hay un tienda de ropa de bebé, no le voy a comprar ropa, pero si unos zapatitos.

Cuando entre mis fosas nasales se inundaron por un olor a colonia súper rico, caminé directo hacia los zapatitos, casi todos son muy grandes, vi unos de color blanco que tienen una vaquita al centro, sonreí y los compré, aún no quiero comprar ropa porque no se si es niña o niño.

Salí de allí y seguí caminando, igual anda arta gente, me estresa esto.

Choque con alguien y casi me caigo pero me agarraron del brazo, antes de mirarlo pude sentir su aroma..

Levante mi mirada y mis ojos se encontraron con unos ojos celestes.

—Seba.. —el corazón empezó a latirme como nunca.

—Hola —sonrió.

Pude ver su labio roto al igual que la ceja y el puente de la nariz, en el pómulo tiene un color como morado.

—¿Que te paso? —y sin pensarlo pase mi pulgar por su labio herido.

—Nada de que preocuparse.

Saqué mi mano y mire su cuello, aún tiene la inicial..

—¿Podemos hablar? —preguntó.

Lo mire a los ojos otra vez y asentí.

Caminamos en silencio hasta el patio de comida y nos sentamos en una mesa.

—¿Quiere algo para comer?

Sonreí y agache la mirada, extrañaba que me hablaran así.

—No, no tengo hambre pero gracias.

Colocó sus dos manos sobre la mesa mientras juega con un papel.

—¿Como ha estado? —preguntó.

—Mal —confesé—Seba, te necesito más que nunca —se me llenaron los ojos de lágrimas, lágrimas que rápidamente rodaron por mis mejillas—Perdón si alguna vez te hice daño, nunca quise hacerlo.

—¿Por qué me dijiste esto entonces? —sacó su celular y vi los mensajes que supuestamente yo le mandé.

Fruncí el ceño.

—Seba, mi mamá me quito el celular, desde que salí del coma que no lo uso, tampoco computador porque así me podía contactar contigo —me limpié unas lágrimas.

—¿Como? —frunció el ceño.

—Mi mamá me dijo que ella podía sacar la denuncia y tú podrías irte a tu casa pero yo no tenía que hablarte nunca más y no me quedo otra opción, no iba a dejar que te quedarás ahí.

Miro hacia abajo y luego se tapo la cara.

—Soy un aweonao —dijo ente dientes—Por la chucha.

—Y.. tengo que decirte algo —me mordí el labio nerviosa.

Me miró atento.

Comenzó a sonar una alarma muy fuerte weon, me tape los oídos y la gente empezó a pararse.

El Seba me tomó de la mano y comenzamos a caminar hacia no sé dónde.

—No se suelte reina —apretó un poco más mi mano.

Escuché quebrarse un vidrio, un vidrio grande y los gritos de gente desesperada y madres tratando de tranquilizar a sus hijos, los abuelitos que no saben qué pasa me desesperaron.

Mi respiración se comenzó a agitar, estar en medio de una aglomeración de gente tampoco ayuda mucho. Un caballero me pasó a pegar un codazo en la guata con fuerza cuando tomó en brazos a su hijo pero me pidió disculpas.

Pero eso desencadenó todo..

Sentí el dolor en mi vientre, unas punzadas de mierda.

—Vamos a ir por las escaleras —dijo con una sonrisa tranquilizante.

—Me duele, no puedo —hice una mueca de dolor.

Dijeron que teníamos que evacuar así que eso comenzamos a hacer, tuvimos que bajar las escaleras y con la ayuda del Seba fue más fácil, una ves que bajamos nos fuimos al subterráneo, me llevo a su auto, me senté en el asiento copiloto y comencé a llorar del puro dolor.

—Tranquila, ya salimos —me sonrió.

—Me duele mucho —solloce—Llévame al hospital, ay —abrace mi vientre y apegue mi cabeza en el vidrio—¡rápido!

—Voy, voy —encendió el auto y por la evacuación dejaron salir a todos los autos sin pagar, se escucharon sirenas pero no diferencié de qué.

—¿Donde le duele? —colocó su mano sobre la mía.

—Seba apúrate —apreté mis piernas porque sentí salir sangre.

—Por la cresta hay taco —dijo nervioso y me miró—¿Que pasa pulga?

Lo mire con lágrimas en mis ojos.

—Tengo miedo.

Me gusta ese flaite po   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora