Capítulo 4

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Después de volver a terminar, me levanto de la cama y me meto en la ducha.

Jorge también se levanta y se mete conmigo.

Ayer estuvimos follando prácticamente toda la noche.

Terminamos de ducharnos y se empieza a vestir por la parte de abajo.

Yo también me voy a vestir cuando se me acerca, me agarra de los hombros, me gira hacia el espejo y se coloca detrás de mí.

— ¿Qué haces?— le pregunto cuando me arranca la toalla dejándome desnuda.

— Mira— pasa sus manos por todas las marcas de chupones que tengo en el cuerpo.

— Me gustan— digo haciendo que me de un apretón en el culo. — ,pero voy a taparme con maquillaje el cuello— me giro hacia él. — ,tengo la mitad del cuello violeta.— le pego en el pecho.

— Pero te gustan— me besa el cuello y me intenta hacer otro chupón.

— Quieto— lo empujo riendo.

Me sonríe.

— Venga, vístete sino quieres que te folle otra vez— me pasa la ropa.

— No dejaría que eso pasara te tienes que aguantar hasta la noche.— me visto con unos leggins negros y una camiseta apretada que se ajusta a mis curvas.

Me tapo con maquillaje los chupones que tengo en el cuello.

— Haré uso de mi paciencia— respira fuertemente.

Coge mi móvil, escribe algo y luego me lo da.

— Ya tienes mi número. Cualquier cosa llámame o sal a la terraza y peta a mi puerta.

— Vale. Cuando se marchen mis padres más tarde, seguramente llame a la puerta de tu terraza, quiero comprobar una cosa.

— ¿Se puede saber qué es?— se coloca su camiseta.

— Ya lo sabrás. Ahora, vamos.

— ¿No era que no te podían ver conmigo?

— Y no pueden, pero hoy simplemente nos encontramos en el ascensor — recojo mi bolso.

Vamos hacia la puerta y Jorge la quiere abrir pero lo paro.

— Espera— miro las cámaras.

Hay gente. Está mi madre y la vecina más cotilla del edificio, Doña Rogelia.

— No podemos salir— le digo y se señalo la pantalla.

— Además de una mentirosa que se hace pasar por santa también eres una espía, esto cada vez se pone mejor.

— No me jodas, si? me siento en la cama.

— ¿Podemos escuchar lo que dicen?— pregunta curioso.

— Súbele el volumen, pero que sepas que la curiosidad mató al gato.

Lo sube y se escucha hablar a Doña Rogelia.

¿Cómo está, Iria?

Bien, Doña Rogelia. En septiembre comenzará la universidad donde estudió su padre para ser tan buena abogada como él— dice mi madre y suspiro dejándome caer por completo en la cama.

Jorge me mira.

¿Ya vio al nuevo vecino?— le pregunta mi madre.

— Mi madre es la persona más hipócrita que puedas conocer así que no te sorprendas de lo que diga— le digo hablando contra el colchón.

El vecino de los tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora