Capítulo 11

1.7K 85 0
                                    

Me despierto con la luz del sol dándome directamente en la cara.

Jorge todavía duerme a mi lado y me estiro un poco para coger el móvil en la mesilla sin despertarlo.

Miro la hora y salto en el sitio de lo tarde que es. Son los dos del mediodía y entro a trabajar a las tres.

Me levanto y me doy una ducha rápida.

Cuando salgo del baño Jorge se despierta. Me empiezo a vestir mientras se levanta y se coloca un bóxer.

— ¿A dónde vas? — se acerca a mi medio somnoliento.

— A comer algo rápido que entro a trabajar a las tres. — me coloco el pantalón.

— ¿No es muy pronto? — se coloca detrás de mí y me giro hacia él.

— Jorge son las dos y pico. — tuerce la cabeza hacia un lado como si no entendiera.

Sigo el recorrido de su mirada y veo que va a mis pechos. Me doy de cuenta que tengo varios chupones.

Lo miro y me sonríe inocentemente. Toca uno de los chupones y luego me abraza.

— Malvado — me separo de él.

Termino de vestirme y luego vamos a la cocina.

Tomo un zumo y un pequeño bocata.

— Me marcho — le digo cuando quedan cinco minutos para las tres.

— Antes ven aquí — suspiro pero me insiste con la mirada. — ¿Dónde está tu trabajo? — me pregunta cuando me sienta en su regazo.

— Te envío ahora la ubicación pero me tengo que ir a trabajar. —  me levanto y abro la puerta para irme.

— Pásame la ubicación y más tarde me paso por ahí, ahora tengo que ir a por algunas cosas.

— Vale, te dejo aquí las llaves — salgo de mi piso y me dirijo al bar.

Al llegar al bar, Pablo se despide de mi diciéndome que volverá en unas horas.

El tiempo pasa mientras yo atiendo, sirvo, limpio, recojo, ordeno...

Cuánto más tarde se va haciendo más gente llega. Hoy es un día bastante caluroso y la gente suele venir antes de ir o después de ir a la playa.

Apenas hay tres personas en el bar cuando llega Rosa.

Se sienta en los asientos de la barra y me coloco junto a ella.

— Que calor hace hija mía — suspira.

— Ya — le entrego una botella de agua fría. — ¿Qué tal estás hoy?

— Bien, pero sabes que siempre estoy mejor cuando estoy con vosotros. — me sonríe.

Tiene más mejillas algo coloradas por el calor.

— Algún día iremos a la playa todos.

— No estaría mal.

— ¿Tienes que ir hoy al supermercado?

— Sí, pensaba ir dentro de un rato.

— No te preocupes, antes de que cierre Pablo va a venir y así vamos todos juntos a estirar las piernas un rato.

— No es necesario.

— Sabes que no es molestia, Rosa.

— Iria, tú y Pablo sois maravillosos conmigo. — sus ojos azules están llenos de agradecimiento.

— Para eso estamos. Tú eres demasiado buena con nosotros. — le digo antes de irme a recoger las mesas.

Cuando termino de recoger y limpiar las mesas Pablo entra.

El vecino de los tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora