Capítulo 23

1.3K 70 0
                                    

Ya ha pasado un año desde que Jorge volvió y varias cosas han cambiado. Hoy me graduo.

- Enhorabuena, mi preciosa veterinaria - me dice Jorge cuando me acerco a él.

Le doy un beso casto en la comisura de los labios antes de abrazarlo.

Ya terminé la universidad. Por fin, después de estos cinco años puedo ejercer la profesión que quiero.

Jorge y yo todavía somos el: casi algo, de antes. Hace unos diez meses se mudó otra vez al piso conmigo y con Toby.

Cómo Toby es su perro, antes de que se mudara conmigo, iba todos los días a la mansión con él para que Jorge lo viera.

Lo que estuvimos haciendo este tiempo, fue prácticamente avanzar lentamente. Cuando nos conocimos hicimos todo demasiado rápido, así que ahora vamos más despacio.

Tenemos mucha más confianza el uno en el otro aunque yo todavía no fui capaz de contarle lo que viví cuando se fue. Jorge tiene toda la paciencia del mundo con ese tema, solo quiere que este cómoda cuando se lo cuente.

Sigo trabajando en el bar y lo seguiré hacienda hasta que encuentre trabajo como veterinaria. Jorge está trabajando de vuelta en el estudio de tatuajes de antes.

- Iria, guapa - grita Pablo acercándose a nosotros con Héctor a su lado.

- Guapo - le doy un abrazo.

- Ya terminamos, por dios, qué alivio.

- ¿Qué tal, Héctor?

Le pregunto al separame de mi amigo.

- Yo bien. La verdad, no sé cómo aguantásteis estudiando todos estos años.

- Yo tampoco- dice Pablo.

- Hola, chicos. - nos saluda Lucía que se acerca con Martín.

- Enhorabuena a los dos. - nos dice el novio de mi amiga.

- Gracias - decimos Pablo y yo al mismo tiempo.

Nos miramos y abrazamos a la vez a Lucía y Martín.

- ¿No hay abrazo para mí? - dice la voz de Rosa detrás de mí.

Me giro hacia ella.

- Rosa - chillo y la abrazo.

- Felicidades, Iria. - me separo de ella. - Hay otras personas que quieren verte sonreír como lo estás haciendo ahora mismo y una especialmente quiere pedirte perdón.

Frunzo el ceño por la confusión y luego se hace a un lado.

Mis padres están enfrente de mi a tan solo unos pasos.

Me acerco a ellos lenta, pero decididamente. Cuándo los tengo frente a frente los miro atenta.

- Lo siento - dice mi madre antes de abrazarme.

Le correspondo el abrazo. Me pican los ojos mientras repite: lo siento, en mi oído.

Mi madre se separa para que pueda abrazar a mi padre. Cuando me separo de mi padre, mi madre vuelve a hablar.

- Iria yo solo quiero lo mejor para tí y si a ti te gusta lo que estudiaste pues entonces me gusta. Yo solo quiero que tengas la sonrisa que tenías hace unos segundos.

- Gracias mamá. - le sonrío sinceramente. - Puede que te haya llevado cinco años volver a hablarme pero por lo menos por has hecho y eso es lo importante.

Durante estos cinco años solamente me llamaba mi padre de vez en cuando, no hablaba nunca con mi madre. A esto le hay que añadir que no les conté lo de Alexa. Mi madre ya no me hablaba y con eso seguramente que no lo haría ni mi padre.

El vecino de los tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora