Capítulo 25 |capítulo final|

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Hoy, seis meses después de que le pidiera matrimonio a Jorge, es el día de mi boda.

Estamos todos bailando en la pista de baile.

La boda es con tan solo gente cercana. De mis amigos solo están: Pablo, Héctor, Lucía, Martín y Rosa.

A Lucía de quedan apenas tres meses para dar a luz y tiene bastante barriga.

¿Recordáis la apuesta que hice con Pablo sobre el sexo del bebé? Pues gané yo. Va a ser una niña y se va a llamar Natalia.

Lucía y Martín están emocionados por conocer a su hija. El tiempo les parece infinito.

Tengo una noticia especial.

La noticia es que vuelvo a estar embarazada. Me enteré la semana pasada.

Todos mis conocidos más cercanos ya lo saben. Sí que tengo miedo de que vuelva a par algo pero estoy segura de que voy a volver a conseguirlo.

Mi bebé nacerá para el año, por lo que Álvaro y él, o ella, se llevarán un año.

Álvaro está enorme o por lo menos eso me parece a mí.

Ya tiene una capa de bastante pelo negro. Tiene una sonrisa preciosa y sus ojos son lo más dulce e inocente que he visto en mi vida.

Cuánto más tiempo pasa se parece más a Jorge. Ya me lo imagino de adolescente siendo una copia exacta de él.

Pablo y Héctor todavía están haciendo el papeleo para adoptar. Seguramente lo tenga todo listo para algo más tarde de lo que nazca mi bebé.

Les da igual que sea niño o niña. Solo desean tenerlo cuando antes para poder hacerse cargo y cuidarlo.

Estoy segura de que serán unos padres maravillosos, igual que Lucía y Martín.

Y hablando de maravilloso.

Martín le pidió matrimonio a Lucía.

No fue sin nadie como se lo propuse yo a Jorge. El día que se lo pidió estábamos todo nuestro grupo, incluida Rosa.

Habíamos decidido hacer un pequeño viaje por carretera y parar para ver una cascada.

(Obviamente, Álvaro se quedó con mis padres)

Al llegar a la cascada nos pusimos a contemplar las vistas. De la nada Martín llamó a Lucía y se arrodilló. Nos cogió a todos de sorpresa, pero sobretodo a Lucía. Claramente, mi amiga acepto. Se van a casar algo más tarde de que Lucía de a luz.

Pablo y Héctor están amueblado lo que va a ser la clínica veterinaria de Pablo. Yo trabajaré allí. Pablo no acepta un no por no respuesta.

La canción que estaba sonando cambia. Lucía y yo nos miramos. Yo suelto a Jorge y ella a Martín para bailar las dos abrazadas.

— Estás guapísima. — me dice con una mirada sincera.

— Tu también, te queda genial la barriga. — sonreímos.

— Estoy deseando conocerla. — sus ojos azules centellean de la emoción.

— Se te nota. Ya verás va a ser el bebé más bonito que viste en tu vida.

— Álvaro también es muy bonito. — me rebate.

— Ya pero es tu hija.

— En ese caso tienes razón. Más les vale que se lleven bien entre todos. Primero, Natalia y Álvaro y luego, con tu bebé y el que van a adoptar Pablo y Héctor.

— Estoy deseando conocer a mi próximo bebé, aunque queda bastante.

— ¿Niño o niña? ¿Qué prefieres?

— Me da igual. — respondo encogiéndome de hombros. — Solo espero que se parezca algo a mí. Álvaro es clavado a Jorge y eso que solo tiene seis meses.

— Es verdad, esperemos que no se llene de tatuajes como Jorge.

— A Jorge le quedan bien. — objeto.

— Si pero dudo que te haga mucha ilusión ver a tu hijo lleno de tatuajes de la noche a la mañana.

— Si él quiere, le dejo, pero cuando sea muy muy muy mayor. — suelto una pequeña carcajada. — Primero solo uno y después ya veremos.

— Sí bueno, a lo mejor ese uno se convierte en el segundo porque se hizo uno a escondidas como tú.

— Lo mato. Yo no voy a criar a mi hijo para que me oculte cosas, voy a criarlo para que diga las cosas a la cara y sin hacer daño. No quiero que me mienta, quiero que confíe en mi y que me pueda contar todo lo que hace. De lo que estoy segura es que no voy a ser como mis padres antes. Voy a ser permisiva pero tampoco pasar todo, solo lo justo y necesario. — menciono sinceramente.

— Lo vas a hacer genial Iria, no tengo ninguna duda de eso.

— Gracias, tu también lo vas a hacer genial. — nos abrazamos. — Te quiero. — murmuro contra su melena rubia.

— Y yo a ti.

Nos separamos.

— Vamos a ser las mejores madres de veintitrés años del mundo. — dice y me guiña un ojos.

— Ni lo dudes.

— ¿Nos sentamos?

— Sí claro.

Vamos hasta nuestra mesa. Enseguida se nos unen: Jorge, Martín, Pablo, Héctor y Rosa, que trae a Álvaro en brazos.

— Iria, Jorge, tenéis un bebé precioso, es muy bueno. — nos dice Rosa.

— Eso es porque se parece a mí. — suelta Jorge con orgullo.

Le doy un golpe en el brazo.

— No te pases. — le digo con los ojos entrecerrados.

— Solo estás celosa porque apenas se parece a ti. — se burla.

— Idiota. — me cruzo de brazos, fingiendo indignación. Jorge me abraza dándome un beso en la mejilla. Le sonrío.

— Bueno, algo de razón si que tiene. Se parecen bastante. — dice Pablo.

— Ya. Espero que ahora él próximo se parezca a mí. Aunque da igual.

— Conque sea sano y feliz ya llega. — dice Rosa.

— Tienes razón. — comenta Lucía.

— Todos vais a ser unos padres increíbles y maravillosos. — nos dice Rosa. — Desde que Iria vino a mi edificio me cambió la vida a una mucho mejor. Sois unas personas geniales y merecéis que vuestros hijos crezcan felices. — todos le sonreímos. — Sobretodo tú, Iria. — le doy una sonrisa triste. — Pasaste una mala experiencia pero eso no te impidió levantarte más fuerte y enfrentarte a tu miedo de que volviera a pasar. Mereces que tus dos bebés sigan adelante, todos lo merecéis.

Me levanto de mi silla y voy a junto de Rosa para abrazarla.

— Eres la mejor, te lo dije, digo y te lo diré siempre. — le digo y acaricio el moflete de mi hijo que sigue en sus brazos. — Tú me ayudaste desde que llegué al edificio y el cariño que nos diste a todos desde el minuto uno no se puede comprar. — vuelvo a mi sitio y la miro. — Tú también eres increíble Rosa.

— Sois los mejores. — nos dice emocionada con una gran sonrisa.

— Y tú la mejor. — le decimos todos devolviéndole la sonrisa.

El vecino de los tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora