Hoy, seis meses después de que le pidiera matrimonio a Jorge, es el día de mi boda.
Estamos todos bailando en la pista de baile.
La boda es con tan solo gente cercana. De mis amigos solo están: Pablo, Héctor, Lucía, Martín y Rosa.
A Lucía de quedan apenas tres meses para dar a luz y tiene bastante barriga.
¿Recordáis la apuesta que hice con Pablo sobre el sexo del bebé? Pues gané yo. Va a ser una niña y se va a llamar Natalia.
Lucía y Martín están emocionados por conocer a su hija. El tiempo les parece infinito.
Tengo una noticia especial.
La noticia es que vuelvo a estar embarazada. Me enteré la semana pasada.
Todos mis conocidos más cercanos ya lo saben. Sí que tengo miedo de que vuelva a par algo pero estoy segura de que voy a volver a conseguirlo.
Mi bebé nacerá para el año, por lo que Álvaro y él, o ella, se llevarán un año.
Álvaro está enorme o por lo menos eso me parece a mí.
Ya tiene una capa de bastante pelo negro. Tiene una sonrisa preciosa y sus ojos son lo más dulce e inocente que he visto en mi vida.
Cuánto más tiempo pasa se parece más a Jorge. Ya me lo imagino de adolescente siendo una copia exacta de él.
Pablo y Héctor todavía están haciendo el papeleo para adoptar. Seguramente lo tenga todo listo para algo más tarde de lo que nazca mi bebé.
Les da igual que sea niño o niña. Solo desean tenerlo cuando antes para poder hacerse cargo y cuidarlo.
Estoy segura de que serán unos padres maravillosos, igual que Lucía y Martín.
Y hablando de maravilloso.
Martín le pidió matrimonio a Lucía.
No fue sin nadie como se lo propuse yo a Jorge. El día que se lo pidió estábamos todo nuestro grupo, incluida Rosa.
Habíamos decidido hacer un pequeño viaje por carretera y parar para ver una cascada.
(Obviamente, Álvaro se quedó con mis padres)
Al llegar a la cascada nos pusimos a contemplar las vistas. De la nada Martín llamó a Lucía y se arrodilló. Nos cogió a todos de sorpresa, pero sobretodo a Lucía. Claramente, mi amiga acepto. Se van a casar algo más tarde de que Lucía de a luz.
Pablo y Héctor están amueblado lo que va a ser la clínica veterinaria de Pablo. Yo trabajaré allí. Pablo no acepta un no por no respuesta.
La canción que estaba sonando cambia. Lucía y yo nos miramos. Yo suelto a Jorge y ella a Martín para bailar las dos abrazadas.
— Estás guapísima. — me dice con una mirada sincera.
— Tu también, te queda genial la barriga. — sonreímos.
— Estoy deseando conocerla. — sus ojos azules centellean de la emoción.
— Se te nota. Ya verás va a ser el bebé más bonito que viste en tu vida.
— Álvaro también es muy bonito. — me rebate.
— Ya pero es tu hija.
— En ese caso tienes razón. Más les vale que se lleven bien entre todos. Primero, Natalia y Álvaro y luego, con tu bebé y el que van a adoptar Pablo y Héctor.
— Estoy deseando conocer a mi próximo bebé, aunque queda bastante.
— ¿Niño o niña? ¿Qué prefieres?
— Me da igual. — respondo encogiéndome de hombros. — Solo espero que se parezca algo a mí. Álvaro es clavado a Jorge y eso que solo tiene seis meses.
— Es verdad, esperemos que no se llene de tatuajes como Jorge.
— A Jorge le quedan bien. — objeto.
— Si pero dudo que te haga mucha ilusión ver a tu hijo lleno de tatuajes de la noche a la mañana.
— Si él quiere, le dejo, pero cuando sea muy muy muy mayor. — suelto una pequeña carcajada. — Primero solo uno y después ya veremos.
— Sí bueno, a lo mejor ese uno se convierte en el segundo porque se hizo uno a escondidas como tú.
— Lo mato. Yo no voy a criar a mi hijo para que me oculte cosas, voy a criarlo para que diga las cosas a la cara y sin hacer daño. No quiero que me mienta, quiero que confíe en mi y que me pueda contar todo lo que hace. De lo que estoy segura es que no voy a ser como mis padres antes. Voy a ser permisiva pero tampoco pasar todo, solo lo justo y necesario. — menciono sinceramente.
— Lo vas a hacer genial Iria, no tengo ninguna duda de eso.
— Gracias, tu también lo vas a hacer genial. — nos abrazamos. — Te quiero. — murmuro contra su melena rubia.
— Y yo a ti.
Nos separamos.
— Vamos a ser las mejores madres de veintitrés años del mundo. — dice y me guiña un ojos.
— Ni lo dudes.
— ¿Nos sentamos?
— Sí claro.
Vamos hasta nuestra mesa. Enseguida se nos unen: Jorge, Martín, Pablo, Héctor y Rosa, que trae a Álvaro en brazos.
— Iria, Jorge, tenéis un bebé precioso, es muy bueno. — nos dice Rosa.
— Eso es porque se parece a mí. — suelta Jorge con orgullo.
Le doy un golpe en el brazo.
— No te pases. — le digo con los ojos entrecerrados.
— Solo estás celosa porque apenas se parece a ti. — se burla.
— Idiota. — me cruzo de brazos, fingiendo indignación. Jorge me abraza dándome un beso en la mejilla. Le sonrío.
— Bueno, algo de razón si que tiene. Se parecen bastante. — dice Pablo.
— Ya. Espero que ahora él próximo se parezca a mí. Aunque da igual.
— Conque sea sano y feliz ya llega. — dice Rosa.
— Tienes razón. — comenta Lucía.
— Todos vais a ser unos padres increíbles y maravillosos. — nos dice Rosa. — Desde que Iria vino a mi edificio me cambió la vida a una mucho mejor. Sois unas personas geniales y merecéis que vuestros hijos crezcan felices. — todos le sonreímos. — Sobretodo tú, Iria. — le doy una sonrisa triste. — Pasaste una mala experiencia pero eso no te impidió levantarte más fuerte y enfrentarte a tu miedo de que volviera a pasar. Mereces que tus dos bebés sigan adelante, todos lo merecéis.
Me levanto de mi silla y voy a junto de Rosa para abrazarla.
— Eres la mejor, te lo dije, digo y te lo diré siempre. — le digo y acaricio el moflete de mi hijo que sigue en sus brazos. — Tú me ayudaste desde que llegué al edificio y el cariño que nos diste a todos desde el minuto uno no se puede comprar. — vuelvo a mi sitio y la miro. — Tú también eres increíble Rosa.
— Sois los mejores. — nos dice emocionada con una gran sonrisa.
— Y tú la mejor. — le decimos todos devolviéndole la sonrisa.
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El vecino de los tatuajes
Romance"Las cosas no siempre salen como planeamos y eso puede ser bueno, a veces." Iria Rodríguez es una chica que sale de fiesta a escondidas para no arruinar la "perfecta" reputación de sus padres. Su madre siempre quiso controlar todo lo que hacía pero...