Capítulo 19

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Estoy en el bar mirando ansiosa cada que alguien entra esperando que entre Jorge.

— Lo estás esperando. — afirma Pablo.

— Nooo— niego arrugando el ceño.

— No era una pregunta, era una afirmación.

— Ya, me di cuenta.

La puerta vuelve a abrir y miro rápidamente, como no es Jorge vuelvo a mirar a Pablo que me observa sonriente.

— Te lo dije.

— Vale, tal vez esté esperando a que venga, pero solo tal vez.

— Por lo que me contaste ayer fue bastante bien y aunque no te sientas preparada para decirle como pasaste tu estos años, puedes volver a tener buena relación con él. Por algo se empieza, no?

— Supongo.— me encojo de hombros.

La puerta se vuelve a abrir y me giro a la velocidad de la luz provocando que mis ojos y los de Jorge se crucen.

Aparto la mirada rápidamente cuando notó que el calor sube a mis mejillas. Miro a mi amigo.

— Ahí lo tienes.— me susurra Pablo.

— Hola.— nos saluda Jorge sentándose en uno de los asientos de la barra.

— Hola.— lo saludo. — ¿Qué quieres tomar?

Lo piensa un momento antes de responder: — Una cerveza me sirve.— asiento y se la entrego. -— ¿Cómo te va a ti la vida, Pablo?

— De momento va bien.— le responde mi amigo con una sonrisa. — ¿Y a tí?

— Pues ahora que estoy de vuelta, bien, antes... era complicado.

— Entiendo.— asiente mi amigo antes de ir a atender a una mesa.

— ¿Qué es de Rosa?— me pregunta.

— Ahora está de vacaciones, vuelve después de Año Nuevo.

— Eso está bien.

— Sí. Fue con una amiga. Le hacía falta pasar tiempo con otras personas que no fuéramos nosotros.

— ¿Tenéis algún plan para esta Navidad?— se apoya una mano en la cara.

— Normalmente nos juntamos todos...

— Si no os parece mal podéis venir a donde yo estoy viviendo si no quieres venir tu sola, claro.

— No sé.. — dudo.

— ¿Qué no sabes?— Pablo se mete en la conversación.

— Le acabo de preguntar que si quería pasar la Navidad conmigo o que vengáis todos juntos a dónde yo estoy viviendo.

— Disculpanos un momento.— Pablo me agarra del brazo y le lleva a la sala del personal.

— ¿Porqué no aceptas? me dice en un tono de voz bajo.

— Ay Pablo, no sé.

— Acepta. — dice firme

— ¿Para qué?

— Para pasar tiempo con él, tonta.

— No estoy segura.— me llevo las manos a la cabeza.

— Mira Iria, no te preocupes por nosotros. Pasa aunque solo sea la cena de Nochebuena con él para así intentar arreglar vuestras cosas y confiar más en él. Mañana es la cena, si te lo pasas bien y te quieres quedar el resto de días, adelante. Tienes derecho a disfrutar después de todo lo que pasaste.

El vecino de los tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora