Capítulo 2

2.4K 111 13
                                    

Me despierto y son las once de la mañana.

Tomo una ducha rápida sin mojarme el pelo y luego me visto con ropa deportiva.

Ato mi cabello oscuro en una coleta y camino hacia la puerta.

Antes de salir reviso las cámaras del vestíbulo. No hay nadie así que salgo rápido y vuelvo a cerrar.

Me meto en el ascensor y cuando llego al quinto abro la puerta del piso de mis padres.

—Buenos días Iria — me saluda mi madre.

—Hola — saludo dejando las llaves de casa y el bolso en el recibidor.

—Ven hija, queremos hablar contigo— dice mi padre.

Voy al comedor y están desayunado.

—¿Qué tal con Lucía?

—Bien, papá. — miento como si nada.

—Te queremos hablar del nuevo vecino, el vecino de los tatuajes. El que vive a nuestro lado. Hoy hay nuevos rumores. — empieza mi madre.

<< A ver, el chaval es guapo y tiene unos ojos que te cagas, pero bueno, aquí no se puede decir nada >>

—Dicen, que fue a una pelea y mandó a un chico al hospital— hago como que me importa. —. También dicen que bebe y fuma mucho. — <<como yo>> — Y hoy cuando fuimos a tirar la basura nos encontramos con él y no nos saludó. Vestía todo de negro y llevaba con el un perro enorme.

¡¡Un perrito!! — chilla una voz dentro de mi cabeza.

—Vale, ¿qué problema hay? — inquiero evadiendo la voz de mi mente.

Enciendo mi móvil y entro en ajustes.

—Pues que es peligroso, no quiero que te acerques, entendido? — le doy a mi tono de llamada y el móvil empieza a sonar.

—Lo siento, es Lucía tengo que contestar. — paro el tono y hago que estoy hablando mientras camino a mi cuarto.

Cierro la puerta de mi habitación y salgo a la terraza compartida con el piso de al lado. Por suerte es el piso del vecino de los tatuajes, el de la señora más cotilla del edificio da para el otro lado.

Me empieza a sonar el móvil y está vez sí que es una llamada real de Lucía.

—¿Cómo fue? — le pregunto.

—Bien. Enserio, tía te amo. — dice emocionada.

Escucho una puerta pero no le hago ni caso.

—¿Follásteis? — le suelto como si nada.

—Sí. — dice algo tímida.

—Por fin hacéis algo bien.

—En serio Iria, eres genial.

—Cómo digas — suelto sin emoción alguna.

—¿Qué te pasa? Hoy estás menos emotiva de lo normal, ¿qué pasó, no follaste y charla de tu madre?

—Exacto y lo primero lo necesito para poder soportar a mis padres, lo sabes.

—Hay otros métodos. — sugiere.

—Sí, pero no son lo mismo. Hoy salimos, las dos. Tenemos que hablar.

—Vale, hablamos después. — cuelga.

Me giro y me asusto con el vecino de los tatuajes que está detrás de mí.

— ¡Tu puta madre! — le grito por el susto que me metió.

El vecino de los tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora