Capítulo 12

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Estoy en el bar con Pablo y Rosa. Hoy hay más gente, entonces Pablo atiende y yo preparo el pedido para que se lo lleve.

Cuando están todos los clientes atendidos se acerca a la barra.

— Hoy está siendo un día bastante largo. — se queja.

— Ya — le respondo.

Rosa nos mira a ambos.

— Sois muy trabajadores. — nos dice.

— Es lo que hay que hacer — dice Pablo.

La puerta del bar vuelve a abrirse dando paso a Jorge. Se acerca a la barra y me de un beso en la mejilla.

— Hola — saluda.

— Hola — dije Pablo observándolo embobado.

— Atrás, es mío, tú tienes novio — le digo.

Jorge sonríe.

— ¿No pensaste nunca en hacer un trío? — sugiere y Rosa le pega una colleja.

— Ya te lo dijo Iria, tu tienes novio y aunque a él le pareciera bien yo no dejaría que eso pasase. — le dice Rosa.

— ¿Porqué? — reprocha.

— Porque es tu amiga.

— Pero así se refuerza la amistad.

— Ya, pero dudo que a Iria le haga mucha gracia que beses al chico que ella besa.

— En eso Rosa tiene razón — añado.

— Y yo tampoco dejaría que la besaras a ella. — dice Jorge.

— ¿Y a tí? — le pregunta a Jorge haciendo que Rosa y yo nos riamos.

— No. Lamento decirte que para tu desgracia soy completamente hetero.

— Una pena.

Rosa niega con la cabeza como si no pudiera creer el personaje que es Pablo.

— Cada día vas a peor — le dice antes de que una chica se acerque a la barra.

— Una botella de agua — pide a la vez que se coloca al lado de Jorge.

Cojo la botella de agua y se la doy. Me paga y sigo limpiando la barra.

— Hola guapo — le dice a Jorge y hago como si nada. - , ¿quieres ir a dar una vuelta?

— No quiero, además estoy con alguien. — contesta Jorge sin tan siquiera darle un vistazo.

— No se tiene porque enterar.

La chica le pone la mano en el hombro y Jorge se lo aparta.

— Dije que no quiero no que no podía, ¿entiendes la diferencia? — recalca y la chica se marcha.

— Muy bien vecino de los tatuajes — le dice Pablo.

Me acerco a Jorge. Me mira a los ojos y me sonríe.

— No serás tú una celosa psicópata, no?

— No, tampoco estaba prestando atención a la conversación.

— Ya claro, lo que tú digas preciosa- me da un corto beso en la boca.

La puerta se vuelve a abrir y me separo para mirar quién es. Veo a mis padres y les hago una seña para que se acerquen.

— Hola — saludan y mi madre mira todo con una pequeña mueca de asco.

— Sentaros aquí, vamos a hablar. — les ofrezco.

El vecino de los tatuajes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora