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Era la tercera vez que Win le cantaba el Happy Birthday en la mañana. Le había prometido un día lleno de su melodiosa voz.

Y le encantaba escuchar esa canción o cualquier otra cosa que salía de sus labios.

Era oficialmente su cumpleaños, nada del otro mundo para él. Pero Win le había dicho que tenía varios planes para celebrar. Comenzando por el desayuno que fue llevado hasta su cama, seguido de muchos mimos y una sesión matutina de besos llenos de pasión.

Todo estaba bien, hasta que su madre llamó.

No precisamente para felicitarle. Sino para recordarle que seguía en pie la oferta de aceptar o ceder sus derechos en la empresa. Trató de persuadirlo pero Bright estaba decidido a llevarle la contra a su madre. No dejaría que lo utilizara de esa manera. Su tío Máx, quien también llamó, le sugirió que además de la ayuda legal, la única manera de ganarle a su madre era acatando las cláusulas del documento que su padre había impuesto. Claro que eso era sólo una opción.

Y Bright ni siquiera entendía porque tanto problema por algo que debía suceder solo cuando su padre ya no estuviera vivo. Se negaba a creer que su progenitor estaba muerto. Él le había prometido regresar de ese viaje que duraría un poco más de lo esperado.

Y aunque parecía un tonto, se aferraba a esa idea. Seguiría esperando a que su padre regresara. Así le llevara diez años o veinte.

Las manos de Win se posaron en su rostro y con todo el amor del mundo lo besó delicadamente en los labios.

—¿El ser más anciano te preocupa? —Preguntó divertido Win mordiendo una fresa, mientras una risita salía de la garganta del castaño.

—Algo así.

No quería preocuparlo, este día se supone que debería ser especial, lleno de alegría y amor por parte de todos los que celebran un año más de su vida. Pero tampoco quería mentirle ni ocultar lo que pasaba, menos si a base de eso debía decidir que hacer.

—Mi mamá quiere que le ceda los derechos de la empresa que me corresponden al cumplir cierta edad y al no estar mi padre presente.

Suspiró. Cansado y decepcionado por lo único que le importaba a su madre. Desde hace mucho se había hecho a la idea que ya no tendría un abrazo por parte de ella, pero hoy era diferente. Hace algunos días ella lo había buscado y la esperanza de que todo fuera como antes había crecido.

A pesar de saber que su madre jamás lo querría de vuelta.

—¿Hay alguna manera de evitarlo?

El castaño desvío su mirada. De alguna manera con vergüenza.

—Casarme, formar una familia.

Win sintió una extraña sensación de algún golpe justo en su corazón. Porque de todo lo que le podía ofrecer, una familia no era una opción.

Aunque, después de unos segundos mirando cómo su novio parecía un niño apenado, asustado y regañado ahí sentado en el borde de la cama. Con los moretones y marcas de una fuerte pelea que eran bastantes notorias, se preguntó muchas cosas sobre eso. Se preguntó si Bright sería igual de real con alguien más, si habría alguna probabilidad de que Bright tuviese una familia normal, y si él la aceptaría.
Entonces su novio levantó la mirada y en sus ojos vio todas y cada una de las respuestas. Supo que a él tampoco le importaba tener una familia. No una convencional.

Win se arrodilló frente a él y tomó su mano, besó el dorso y lo miró con más amor y comprensión de la que pudo hacer querido. Brigth mantenía sus ojos en él, agradeciendo a todos los seres celestiales por tener a Win en su vida.

Mejor Amigo | BrightWin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora