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—Jessy, tráeme un café doble. Lo quiero en menos de cinco minutos.

La secretaria ni siquiera pudo responder a la orden de empresaria. El día de hoy lucía mucho más animada de lo normal. Su vestido azul pegado a su cuerpo y sus zapatillas altas la hacían ver una mujer muy imponente, malvada y prepotente. Jessy se levantó y fue por ese jodido café de mala gana. Ojalá su hijo le bajara un poco la altanería, su jefa lo tendría más que merecido. Sonrió y puso la pequeña taza con agua para el café.

A Marissa se le borró la sonrisa cuando cruzó la puerta y vio a Bright sentado en su lugar. Su enojo cobró vida y cerró la puerta de manera brusca.

—¿Qué demonios haces aquí?

—Decidiendo la próxima decoración de esta oficina. —sonrió amable y le extendió una mano a la silla frente a él, invitándola a que se sentara. —Toma asiento madre, es hora de que hablemos de negocios.

—Quiero que te largues de mi oficina. Ahora. —con su índice apuntó a la puerta de manera autoritaria.

Bright sonrió de medio lado y se levantó de su lugar para caminar hacia su madre. Pensó en que había sido una gran idea llegar antes que ella. Besó su frente y se apartó.

—No tienes idea de las consecuencias que traerán todo lo que hiciste, mami.

Marissa no le dio importancia. Siguió firme e inmutable.

—Largate ya. —habló, con la quijada apretada y las mano en puños.

Bright salió. Solo quería ver a su madre tranquila por última vez, sabía que en cuanto se enterara de que había llevado los documentos oficiales a la empresa para pelear por su puesto y denunciar todo lo que hizo, Marissa se volvería loca, ya no tendría días tranquilos hasta conseguir lo que quiere. Y Bright estaría ahí para arruinar cada uno de sus planes.

Suspiró y decidió pensar en ir directamente a la escuela. Deseaba con todas sus fuerzas ver a su novio y llenarlo de besos. Se odiaba un poco porque al llegar a la ciudad fue directo a dejar los documentos y no con Win. Pero le urgía destruir a su madre. Vengar todo el daño que les habían causado.
Su celular sonó y se sorprendió de que fuese Mix. Respondió al tiempo que entraba en su auto. Apenas iba a decir una palabra cuando la persona al otro lado de la línea habló antes totalmente afligido.

—Bright, tienes que ir al hospital que está cerca de la escuela. Se trata de Win.

—¿Qué... de qué hablas? —se alejó del celular como para comprobar que lo que ese chico decía salía realmente del aparato. —¿Hospital? ¿Está todo bien?

—No exactamente... su hermano vino y habló con él y no se que pasó... —Ahogó un quejido doloroso. —Pero se lo llevó inconsciente... dijo que debía atenderlo en un hospital...

—Qué dices...

—Solo... nos vemos ahí, Bright. Él te necesita.

Y Bright no necesitó escuchar más. Asintió cómo si pudiesen verlo y encendió el auto para salir a toda prisa de ese lugar. No sabía lo que había pasado pero ya se sentía culpable de no estar con Win.

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Los murmullos parecían no terminar. Aparentaban ser más fuertes y Win arrugó la cara en forma de molestia.
Trató de abrir los ojos pero la cabeza le dolía lo suficiente como para recibir un poco de luz. Lentamente llevó una mano a su rostro y lo frotó un poco. Los murmullos acabaron y escuchó pasos acercarse a él. Una doctora  anotó algo en unas hojas y con una pequeña lámpara comenzó a checar los ojos de Win. Se sentía más aturdido, completamente desorientado, con ganas de levantarse pero a la vez no quería mover ni un solo dedo. El cansancio era demasiado.

Mejor Amigo | BrightWin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora