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El edificio frente a sus ojos era algo viejo, tenía un aspecto de película de terror. Aún así, siguió caminando detrás de Máx no muy seguro de lo que encontrarían dentro.

Estaba nervioso, por supuesto. Pero también tenía miedo, mucho. Tal vez lo disimulaba muy bien, pero lo cierto era que muy en el fondo quería salir corriendo de ahí y volver con Win. Estar entre sus brazos y sentir su calor que tanto bien le hacía.

Quería irse lejos con él, lejos de todo, entregarle a su madre lo que quería para que lo dejase en paz de una maldita vez, quería olvidar todo y empezar de cero con su hermoso novio.

Pero tampoco quería dejar solo a su padre ahora que sabía todo lo que su madre le hizo. Además, necesitaba escuchar a su padre, sus razones y el cómo se sentía después de lo que había pasado. También quería encontrar a su hermano, él siempre quiso uno cuando era niño y su madre siempre le decía que si tenía un hermano dejaría de quererlo para solo cuidar del bebé.

Su madre siempre fue cruel incluso hasta con sus sueños más guajiros.

—Hola, programé una visita para James Chivaree. —dijo Máx, sonriendo a la chica en recepción.

Después de checar algunos datos en su computadora les indicó seguir a una enfermera para llevarlos con James.
Bright sentía su corazón casi en la boca, sus nervios aumentaron cuando salieron a un amplio jardín con varias mesitas, al parecer ahí recibían las visitas.

—Pueden esperar aquí, enseguida traeré al paciente. —la enfermera les sonrió y se giró para entrar a un pasillo que al parecer era donde estaba James en alguna de las tantas habitaciones.

—¿Qué se supone qué haremos? —preguntó el castaño, sentándose y sin quitar la vista del largo pasillo.

—Decirle lo que está pasando. —Máx apretó el hombro de Bright, quería que estuviera tranquilo. —Él es el único que puede cambiar el rumbo de los planes de mi hermana.

Hubo un silencio de varios segundos, en los cuales, Bright ya no sentía nada. Ni miedo, ni nervios, ni preocupaciones, nada. Su mente quedó en blanco mientras su vista seguía fija a aquel pasillo.

Hasta que pudo enfocar a la enfermera que los atendió, siendo seguida por un hombre con un semblante áspero.

Con una playera blanca holgada, un pants color gris y unas pantunflas, el cabello algo largo y la barba de días. Por supuesto, también tenía ojeras debajo de esos ojos llenos de tristeza. El hombre buscó con la mirada a alguien conocido por todo el lugar, hasta que su vista chocó con la de Bright, detuvo su paso y su mirada se cristalizó al instante.

Comenzó a dar pasos lentos, temiendo que si se acercaba todo desaparecería. Bright lo veía entre lágrimas, no sabía exactamente cuando comenzaron a salir de sus ojos, pero agradecía el hecho porque eso lo había vuelto a ser consciente de que tantos sentimientos encontrados lo habían dejado en blanco.

Y ahora, solo sentía una inmensa felicidad de ver a su padre nuevamente.

Por mucho tiempo había pensado en la posibilidad de que James hubiera muerto, y eso era algo que no lo dejaba vivir en paz. Temía no volver a verlo sin decirle lo mucho que le hacía falta y también cuanto lo amaba. Por eso cualquiera que fuese el motivo por el que no regresaba estaba bien para Bright, siempre y cuando su padre siguiera vivo.

El hombre llegó hasta él, siendo sumamente cauteloso. La enfermera no conocía la situación del todo, pero no faltó que le explicaran para entender que el silencio que había era necesario. Se acercó para darle indicaciones a Máx y después se retiró.

Mejor Amigo | BrightWin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora